SOBRE ESTE BLOG...

Vas a encontrar, básicamente, data sobre historieta cómica argentina clásica. Además, bastante de bande dessinée. Algunas reflexiones sobre el lenguaje historietístico, muchas polémicas y miles de imágenes, la mayoría de mis propios archivos. La forma más fácil de ubicar un material o autor es ir a "Etiquetas", revisar y hacer click en la pertinente. También podés escribir una palabra clave en "Buscar en este blog". Tenés mi contacto, encima, acá al lado → → →→ → →→ Suelo responder mails si la consulta es muy específica. En cuanto a enlaces que ya no funcan, lo siento, llegaste tarde. Podés tomar lo que quieras, en tanto cites la procedencia. Si no citás, y te ubico, te escracho públicamente, como he hecho en varias oportunidades. Enjoy

domingo, enero 29, 2012

MARILYN GARCIA Y OTRAS PORTADAS

Hace bastante tiempo, daba cuenta de un mercader que había puesto a la venta el Nº 1 de Marilyn García, sin tapa (ver). El viernes pasé por el Club del Comic, y Toni Torres anduvo revolviendo su colección para mostrarme los ejemplares que poseía de esta revista, sin encontrarlos. Muy gentilmente, me envió luego los escanneos de los nros. 1 y 4. De yapa, el Nº 6 de Las Aventuras de Don Nicola (último conocido), previo a la revista El Conventillo (ver).


sábado, enero 28, 2012

GODOFREDO Nº 2

Habiéndome ya ocupado del Nº 1 de esta creación y de su autor, Juan Angel Sagrera, en varias oportunidades, aprovecho que cayó en mis manos el Nº 2, para señalar una nueva coincidencia con los personajes de Quinterno, a más del que da título a la revista y de Tatalo.
Uno de los villanos que aparece en este en episodio tiene una enorme similitud gráfica con el primigenio Coronel Urbano Cañones, en el diseño del cuerpo.
Rescato además unas viñetas ilustrativas de como consideraban los mayores la historieta en general, a fines de los '60.

miércoles, enero 25, 2012

CUANDO LA HISTORIETA SE VUELVE PELIGROSA (11): EL IDIOTA DE LA FAMILIA

Hace décadas, conocí a un pibe macanudo, de buena familia, que de forma esporádica, sin que nadie lo pudiese prever y totalmente fuera de contexto, te largaba una sarta de las peores guarradas, y después seguía hablando lo más normalito. No era conciente el pobre, dado que padecía del  síndrome de Gilles de la Tourette. Se trata de un trastorno neurológico, que consiste en tics, tanto gestuales como verbales, que pueden resultar de lo más inapropiados para los ocasionales contertulios, como en el caso.
Me vino a la memoria por el asunto Sala. He leído aquí y allá distintas opiniones defendiendo el trabajo del dibujante, y en general, se centran en dos líneas argumentales. Una, la de los límites del humor; la otra, las motivaciones y/o intenciones del autor al realizar la tira.
Ambos aspectos están ligados, desde mi punto de vista. Es decir, el humor no tendría que tener límites para quien lo ejerce, pero sí los suele tener para -distintos sectores de- los destinatarios, y el humorista debería ser conciente de ello. En todo caso, asumiría el riesgo -aún no estando escritos, aún siendo difusos- de transgredirlos. Sencillito.
A Sala se lo ha tratado, en la supuesta defensa que de él hace el mundo comiquero, poco menos como si padeciera el  síndrome de Gilles de la Tourette. Que es un tipo que acostumbra a reírse de cualquier cosa, que su humor es negro, que es surrealista, que no anda midiendo las consecuencias al hacer cada tira, que eso sería responsabilidad del medio en que publica y que patatín y que patatán... Pero más allá del ambiente comiqueril (que no se caracteriza por su lucidez, hay que decirlo), lo peor es que Sala mismo se trata de igual manera, al declarar que el motor de la sátira cuestionada fue David Guetta, y que no pretendía ir más allá de reírse de la filosofía del “pum, para arriba!” permanente. Yo -como muchos que leyeron la tira, supongo- no tenía la más puta idea de la existencia del disc jockey, pero sin duda todos manejamos alguna referencia de lo que sucedió en los campos de concentración nazis. Incluido Sala, por supuesto. Que además pone en boca de las víctimas el parlamento “Sí, señor Hitler”, en una actitud totalmente servil ante el victimario. No podés entonces, por más tributo que le rindas al automatismo del inconciente, no darte cuenta que esos elementos van pesar más dentro de la tira -estructural e ideológicamente- que la burla a Guetta. No podés, tampoco, desconocer la particular sensibilidad de la comunidad judía con el tema del Holocausto. Y no podés,  finalmente, hacerte el boludo frente a las consecuencias. Querés transgredir, Sala? Fenómeno, te aplaudo! Me cago de risa con tus ocurrencias, incluida ésta. Pero si pretendés aparecer como el idiota de la familia, título que sí les cabe con propiedad a otros dibujantes... ahí no te sigo, hermano, ahí me decepcionás.

martes, enero 24, 2012

EL LIBRO DE ORO NEGRO

Le echaba una ojeada a las excelentes imágenes de los Libro de Oro Patoruzú, que ha subido Hernán Schneider a su nuevo blog Mundo Quinterno, y de pronto descubrí algo que la costumbre de haber visto una y mil veces esas portadas había tapado. La edición de 1976 -año nefasto en la historia argentina- es la única que expresa violencia. Y encima, de un modo forzado, porque resulta inverosímil -dentro del verosímil quinterniano, claro- que un simple corcho le deje un ojo en compota al indio. Sumado esto a que se ha elegido transmitir el mensaje  por la negativa, a diferencia de las demás portadas. Si bien en el año anterior se partía de un 1975 negro, que Patoruzú se encargaba de ir coloreando, el mensaje ahora aparece mucho más explícito, tanto haya sido hecho de forma conciente o inconciente. Si alguien quisiera hilar más fino, podría dedicarse a analizar el rebote del corchazo, que se dirige hacia a la izquierda. Y junto con eso, el equipo para el que juega el personaje...

CACHITO Y TITO - 2DO. EPISODIO - 51

viernes, enero 20, 2012

CACHITO Y TITO - 2DO. EPISODIO - 48

RESUMEN DE LO PUBLICADO:
El Dr. Peterete ha sido encerrado en un manicomio por sostener que el mundo en que viven es de historieta. Esta idea, sin embargo, obsesiona a Cachito, que viaja junto a Tito a los EEUU, para averiguar si Roberto Battaglia es el autor de Agustín, interno del mismo hospicio donde se halla recluído el Dr. Peterete, y que junto al Guasón, han convertido a éste en el Súper Ratón, con el objeto de fugarse. Mientras tanto, durante la travesía en el barco, Cachito y Tito conocen a un matrimonio que viaja al país del norte para adoptar un chico. Así, en tanto ellos dan con el domicilio de Battaglia, la pareja se encuentra con Dennis. 

miércoles, enero 18, 2012

TREINTA Y CINCO AÑOS TARDE (2)

Cuando comenté en el Face mi visita a Tristán Narvaja, Mariano Chinelli se lamentó de no haberme pasado su lista de números de El Pingüino, revista chilena que se distribuía en Argentina y también en Uruguay, de la cual se pueden encontrar múltiples referencias en este blog, y que el amigo Chinelli busca por las colaboraciones que Oesterheld hizo allí (ver) (ver). Le contesté que estaba a tiempo, porque pensaba hacerme otra recorrida por la feria. Así que lista en mano, el domingo siguiente me lancé a una revisión más específica. En un localcito ínfimo y mugroso, casi milagrosamente, apareció uno de los números anhelados por Chinelli. Antes de canjeárselo por una Gatito que hace tiempo me tiene reservada, lo aprovecho para reproducir dos tiras de Héctor Adolfo Urtiaga, y una página del Quino de los inicios.
 

martes, enero 17, 2012

TREINTA Y CINCO AÑOS TARDE

Varias veces en este blog me he referido a los sellos estampados en revistas antiguas. En su mayoría, provienen de casas de canje presumiblemente desaparecidas, pero nunca se sabe...
En un antiguo post (y perdóneseme la autocita), escribía : "Los sellos son una información vital para el coleccionista. Muchos pelotudos puristas desdeñan los ejemplares con sellos. Gracias a ellos he conseguido gangas increíbles. Mientras todos creían que el kiosco de Alberdi no funcionaba más, y apartaban con asco cualquier revista donde estuviera estampada su dirección, yo me apersoné hasta allí y lo encontré más lozano que nunca. Durante años, hasta su cierre definitivo, periódicamente volvía de la excursión con joyitas a precios irrisorios. Lo mismo hacían los puesteros de Parque Rivadavia, que revendían a coleccionistas no tan exigentes lo que compraban allí, a veinte veces lo que habían pagado, con el único valor agregado de una bolsita de celofán"
Un sello que se repite en mi colección es el de locales de la calle Tristán Narvaja, en Montevideo. Cuando indagué al respecto, me hablaron de una fabulosa feria de libros y revistas usadas, donde en una época se conseguía lo que uno quisiese de Quinterno y demás, y que era la meca de coleccionistas y mercaderes argentinos.
Si bien había estado en Uruguay un par de veces, los proyectos de correrme hasta Montevideo, por una u otra razón siempre se frustraban. Este verano elegí la ciudad para vacacionar. Sabiendo que la feria funcionaba los domingos,  ese día me levanté bien temprano  para visitarla. Preveía que la encontraría tan despojada de las preciadas revistas como el Parque Rivadavia, pero no podía dejar de corroborarlo in situ. Tristán Narvaja es una calle céntrica que abarca unas siete cuadras, donde tradicionalmente se aglutinan librerías de viejo y revisterías de canje. La feria comenzó sacando a la calle los tablones con esos rubros, y paulatinamente se fueron agregando otros. Hoy en día, se pueden encontrar allí desde verduras y frutas hasta pajaritos. El sector librero y revistero se ha replegado sobre una de las transversales, Paysandú, donde -en efecto- hay poco para ver de lo que a uno le interesa. En los locales de canje, al menos, se siguen conservando los sectores para historietas, como se muestra en la foto, que corresponde a la casa "Rubén", fundada en 1940. Los estantes donde otrora han estado seguramente los primeros números de Andanzas y Correrías, a precios irrisorios, se llenan ahora con reediciones de los '90. Porque veinte años es el término para encontrar material fácilmente, y fuera del ámbito del coleccionismo. O sea que hasta pasada la mitad de los '70, Tristán Narvaja era la gloria. Yo llegué treinta y cinco años tarde.