Y POR EL MISMO PRECIO...

miércoles, mayo 31, 2017

APOLLINAIRE - GRILLO (o GRILLINAIRE)

A uno, que leyó de muy pendejo Edipo Rey y que apenas un poco más tarde se enteró de la transmutación de Tiresias, le costaba -impresionado por la solemnidad con que Sófocles trató a dicho personaje- imaginarlo con tetas. Apollinaire, en cambio, mucho más irrespetuoso -y talentoso- que uno, no tuvo ningún problema y hasta las usó (las tetas) para inaugurar el surrealismo. Porque de muy joven ya se cagaba de risa de todo y de todos, cosa que uno recién con los años ha aprendido. Grillo también sabe hacerlo, y de manera exquisita. Con el virtuosismo que ya se le conoce, pero que no deja de sorprender, con camaleónica variedad de estilos, uno mejor que otro, va desgranando en genuina historieta los padeceres de Croniamantal, el protagonista de El poeta Asesinado. Grillo no se deja amedrentar por la prosa. Ahí cuando cree necesario que fluya sin interferencias, la exhibe en estado puro. También puede resolver toda una pieza teatral en un único cuadro. Y detenerse en puntuales pasajes a jugar, a divertirse, a explorar a fondo sus posibilidades expresivas. Así el episodio de los alemanes chupando cerveza, el idilio del poeta con la fuente, su encuentro con el saltarín Paponat, por poner unos pocos ejemplos. No contento con esas proezas, contribuye además a resaltar gráficamente ciertos juegos de palabras, aunque aclara que no es su rol explicar cada alusión -la novela está plagada de ellas- e insta al lector que se ocupe de investigar. Es como Los Simpsons, cuanto más guiños cazás, más te divertís. A mí particularmente, el central de la página que muestro, en la que se juega con el Escriba sentado del Louvre y con Eugéne Escribe (que también inauguró una forma de escribir teatro, "la pièce bien faite"), me parece brillante. Bravo, Grillo, una vez más!



viernes, mayo 05, 2017

CIENGRAMOS Y VIOLA EN SU ENVASE ORIGINAL

Así como existió aquí Mundo Argentino, en el paisito se editaba Mundo Uruguayo. Donde aparecía Ciengramos y Viola -nuestros Pelopincho y Cachirula, claro-, del inefable urugua/brita/argento Geoffrey Edward Foladori... o más sintéticamente Fola. También Don Tranquilo y Familia, otra genialidad de su autoría. Y ambas tiras fueron publicadas en esa revista al menos durante veinte años, si juzgamos por los ejemplares de entre mediados del '40 y mediados del '60 que me trajo como obsequio el amigo de la vecina orilla, Nelson Acosta En la foto se nos ve en un bar del microcentro, donde nos reunimos este mediodía y charlamos tupido...