Muy azarosamente, en los Cayos, llegué a "Pueblo Las Dunas". Más que a un pueblo, se asemeja a uno de esos típicos paradores de ruta europeos (en Argentina rodean las estaciones de servicio), donde en medio de la nada te encontrás con un pequeño centro comercial de productos típicos, bar-comedor, y sobre todo baños. Acá hay que sumarle discoteca y la atracción de un galeón.
Miraba distraídamente las mismas artesanías que inundan La Habana, cuando en un puesto me llamó la atención un muchacho dibujando historieta con mucha habilidad. Me puse a conversar con él, obviamente.
Es autodidacta, aprendió rastreando en Internet y emulando a Manara, a Giménez, el de La casta de los Metabarones, y a distintos dibujantes de manga o de la Marvel.
En cuanto a lo técnico, gracias al envío de una amiga extranjera, puede digitalizar originales, continuando el proceso de planos, volumen y armado de página y hasta trabajar con lápiz óptico.
Crea sus propios guiones y en su trazo se nota el sincretismo de influencias que van desde el cómic erótico (el original que muestro e insistió en regalarme remite a Druuna, serie que admira), pasan por la ciencia-ficción y llegan hasta los superhéroes. No obstante eso, me contó de un proyecto relacionado a la historia de Cuba, línea temática sobre la que le aconsejé afirmarse.
Edys Pérez es un apasionado de la historieta, y persiste contra toda advertencia que le hacen de dejarse de pavadas y tomar otros rumbos, dado que en Cuba se torna prácticamente imposible hasta autoeditar un fanzine.
Quiere conseguir trabajo en Europa y está mandando material a editoriales.
Lo visité al día siguiente para seguir charlando, y me esperaba con una revista de historieta cubana actual de regalo.
Prometí retribuirle mandándole material argentino y publicitando su espacio.