Pasemos a la otra página que fotografié de la edición nacional de "El Gran Visir Iznogud".
Segundo episodio que tanto Grijalbo como Del Zorzal coinciden en intitular "Viaje oficial", ya que mucho misterio en la traslación no había.
El problema empieza con la didascalia de la viñeta inaugural.
El juego de palabras que asocia los tres caballos con el servicio postal, es intraducible. Sólo los franceses pueden entender la referencia: el "tri" se vincula a sus propias, distintas etapas, del proceso de "clasificación" de la correspondencia... que además son tres.
La solución que encuentran los zorzaletes a "ces messagers a trois chevaux, appartenaient au service du tri-postal" es "estos mensajeros de tres caballos pertenecían al servicio trifecta-postal".
"Trifecta" es un término que sólo conocen los burreros y que nada tiene que ver con el correo.
O se quisieron sacar de encima el problema con lo primero que se les ocurrió o ni siquiera llegaron a entenderlo.
Vayamos ahora a los -tan criticados siempre- traductores españoles.
Mientras que Del Zorzal es fiel al final del párrafo anterior ("al galope de su triple montura"), Grijalbo abandona la literalidad y formula: "gracias a la fuerza de sus 3 caballos". Inmediatamente entendemos el por qué: "Más tarde bastará la fuerza de un 'dos caballos' para distribuir, mucho más de prisa, el correo...".
No cabe duda que aquí está entendida la dificultad y se buscó una solución que incluyese el tema postal, como en origen. O sea, por si no quedase claro: se pasa de la fuerza de tres caballos a los dos caballos de fuerza, es decir a un vehículo automotor, para el reparto de las cartas.
Y si hilamos más fino, descubrimos que el trabajo del traductor español resultó realmente exquisito, puesto que la primera furgoneta de correo utilizada en Francia, era de la marca Citroën, y tenía un aire de parentesco con el mundialmente conocido 2 CV (sigla que responde, claro, a "chevaux vapeur" = "caballos de vapor").
Resumiendo: las denostadas traducciones galaicas que Del Zorzal prometió erradicar definitivamente de la memoria de los cultores de la bande dessinée argentinos, para inaugurar una nueva manera de leer a Goscinny, respetándolo tanto en letra como en espíritu... esos viles traductores españoles, decía, le pasan el trapo a los zorzaletes no bien se analiza un ínfimo cuadrito.
No quiero ni imaginarme que podría encontrar de ponerme a cotejar el álbum íntegro.