El anuncio de la publicación de un Quijote en español en China suena un tanto extraña si uno no conoce la historia de la "traducción" de Lin Shu, que la acompañará.
El mundo de las traducciones siempre me resulta fascinante.
Acabo de leer "Florencio y los gauchos", comprado en Barcelona (VER) va a hacer casi dos años, en un afortunado viaje, teniendo en cuenta que muy poco tiempo después ya no se pudo viajar más (al menos como acostumbrábamos a hacerlo).
Diez años antes del posteo referenciado, había leído “Strapontin chez les gauchos” (VER), su original.
El desafío para el traductor español, en este caso, consistía en que el protagonista llegaba a Argentina, donde se hablaba un idioma que no entendía, que resultaba ser el mismo idioma en que el traductor debía hacer hablar al protagonista.
Para colmo de males, dentro de la historieta misma, un personaje, el gauchito del segundo posteo, oficia de intérprete.
De tratarse de novela o cuento para adultos la cuestión se solucionaría con una simple llamada: "en español en el original"... pero eso no vale en la historieta, claro.
El truco que encuentran en la edición de Jaimes pasa por la tercerización del idioma: el hacendado argentino, resulta ser allí un italiano que se afincó en nuestro país.
Así Julio Ramírez, propietario de una gran estancia en Argentina (según el original) se convierte en Tino Sarto, siciliano que vino a probar suerte aquí.
Esto habilita que sus empleados, e incluso otros terratenientes, hablen una lengua que Florencio – Strapontin no comprende y que el gauchito bilingüe (también rebautizado) le traduce.
A primera impresión el recurso me resultó forzado, pero a medida que pasaba las páginas, veía que funcionaba, por más que no solucione todos los problemas que presenta el guión de Goscinny, que como de costumbre no son pocos. Basta remitirse a la delirante secuencia del diccionario, que como se observará ha salido airosa...
Y al fin y al cabo, la inmigración italiana en el país resultó mayoritaria en relación a otras comunidades europeas. A más, terratenientes italianos tenemos de sobra... Macri y su amiguito Benetton, sin ir más lejos.
Volviendo al inicio, y parangonando los diccionarios a los que acuden los gauchos con Lin Shu, éste "tradujo" el Quijote al chino oyendo a un ayudante que le leía una versión en inglés de la obra de Cervantes.
Un tipo de audacia, como la restauración del Ecce Homo de Borja, que suele generar hechos artísticos nuevos y discutibles (aunque por suerte, el Quijote original no fue sobrescrito).
"Florencio y los gauchos" no es exactamente “Strapontin chez les gauchos”, pero conserva el aire de familia. Me alegra incorporarlo a mi colección.