Revisar Súperman a lo largo de su historia, desde una lectura crítica, es un ejercicio fascinante. Umberto Ecco no se sustrajo a ello. Fue uno de los primeros en advertir la carga de significaciones que conllevaba esta historieta, y fueron muchos los que lo siguieron.
Yo -repito una vez mas: sin la idoneidad de mis predecesores- intentaré aportar algo.
No es que la saga del kryptoniano sea gran exponente del género. Por el contrario, en las distintas épocas, encontramos argumentos mediocres y dibujos rutinarios...
Pero que personajes y situaciones para leer el imperio!!!
Arranquemos con la prehistoria...
En la etapa mas arcaica del volador, salvo su origen extraterrestre, todo es realismo puro. O sea que el único detalle fantástico resulta el protagonista mismo, con sus extraordinarios poderes.
Eso es lo que se cuenta en los primeros números de Action Cómics. Las tapas muestran a Súperman parando coches, trenes, tanques, submarinos o aviones.
Y todo sucede en el excluyente escenario “real” de Metrópolis, que sin duda y confesamente, es Nueva York.
Nótese la apropiación del término para denominar el naciente centro del planeta, nombre nada casual, además, del diario donde el “real” Clark Kent oficia de reportero.
Pero rápidamente estos superpoderes son puestos al servicio de los aliados en la 2da. Guerra Mundial. Así, las portadas de principios de los ’40, muestran al Hombre de Acero haciendo trizas artillería y submarinos nazis o parando misiles enemigos con las manos.
Es decir que la historieta se vuelve mas realista todavía. Porque hay que destacar que Súperman no gana la guerra, lo cual podría suponerse que podría llegar a hacer por sí mismo. Sólo ayuda a su ejército, cosa de no opacar demasiado el "real" desempeño de éste. Así, en una tapa, entrega municiones a las tropas yankees en medio del fuego cruzado, y en otra enarbola una enorme bandera estadounidense, que se funde con los colores de su traje.
O sea: la relativamente cercana victoria (la revista es del '43) no será de Súperman, sino de todo el pueblo americano, del cual él es adalid. O dando aún un paso más: uno y otro se identifican, son la misma cosa.
Podría suponerse que esta pretensión realista respondía a la línea de la revista en que se publicaban las aventuras. Nada de eso, Action Comics estaba plagada de malas historietas fantásticas, con seres de otros mundos, monstruos, aparecidos y demás yerbas. El código estético de Súperman era absolutamente deliberado.
También Lex Luthor, el mayor villano de la época (y hasta la actualidad, ya nos hemos ocupado de la película) era "real".
Bastante posteriores a él, y con un tono humorístico, aunque también "reales", aparecieron otros villanos menores como The Prankster (El Bromista,1942) y The Toyman (El Juguetero,1943).
Recién sobre el final de la guerra, surge Mr. Mxyzptlx (o como mierda se escriba), con características de humor, pero decididamente fantástico: un duende de la quinta dimensión, al que se derrotaba solamente, pronunciando su nombre al revés. Quizá el villano más original de la saga, aunque al principio sus intenciones eran traviesas mas que malévolas.
La primer etapa de posguerra se caracteriza, sin embargo, por guiones poco imaginativos sobre los estúpidos amoríos del Súperhombre con las estúpidas Lois Lane o Lana Lang, o su amistad con el estúpido Jimmy Olsen. Las tímidas incursiones en lo fantástico se limitan al enfrentamiento del protagonista con héroes mitológicos o criaturas de leyenda.
Pero en el '51, Action cómics (Nº 158) vuelve al origen sobrenatural del hombre de Krypton, sentado en el Nº 1, reformulando y ampliándolo.
Y es aquí cuando la idea central de Súperman se revela en toda su dimensión: el Redentor, instalado en el "pueblo elegido".
Así, el abandono del realismo y la definitiva incursión en lo fantástico, que se instala definitivamente a finales de los '50, convierte a la historieta en mas "real" que nunca. Sólo que ahora, esa "realidad" no se expresa en la estética, sino a través del lenguaje metafórico.
Están dadas, entonces, las condiciones para que nazca un nuevo archivillano, acorde a los tiempos de la Guerra Fría. En Action Cómics Nº 242 (1958), hace su estelar aparición Brainiac.
Este verdoso personaje es un científico extraterrestre que envasa ciudades enteras en botellas, para estudiarlas desaprensivamente.
Súperman descubre que entre su colección de botellones, se encontraba una de su Krypton natal.
Una vez derrotado Brainiac, la rescata y no pudiendo reintegrar esta ciudad a su medio natural -ya destruído- la lleva a la Fortaleza de la Soledad en el Polo Norte, para protejerla, pensando que quizá, algún día, se den las condiciones para sacarla del frasco y restituírla a su tamaño natural, o sea: devolverle la libertad.
Hasta acá llega mi rastreo, pero me parece recordar de mis lejanísimas lecturas de la infancia, que otras ciudades fueron a parar allí.
Sería de una obviedad ofensiva a la inteligencia de mis lectores, ponerme a explicar la metáfora.
Todos sabemos que, a partir de la segunda mitad de los '70, la Argentina (y buena parte del continente) estuvo encerrada en un botellón, en la Fortaleza del Artico, custodiada por Súperman, para salvarnos de la amenaza verde... o era roja???.
Y el que no lo sabe o no lo crea, que recuerde los vientos helados que corrieron por estos pagos, en aquellos entonces.
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