Como habitualmente pasa en este blog, una cosa lleva a la otra.
Me han preguntado si las maravillosas portadas originales de Mazzone que publiqué están en mi poder y si las vendo, lo que me causó gracia.
Quizá la redacción del post de lugar a confusión. Cuando me refiero a un sitio, no se trata de uno real, sino de internet. Y jamás se me ocurriría pugnar en una subasta de ese tipo.
He escrito mucho acerca de coleccionistas de historietas. Generalmente, en joda. Ahora quiero abordar un aspecto del tema en serio.
Yo soy coleccionista y me comprenden las generales de la ley. Pero no tanto.
Por ejemplo, no pago fortunas por una revista (aunque -a veces- tenga la guita para hacerlo) y no me atraen los originales.
Aclaro: me atraen como creación, no para comprarlos.
Pero las revistas y los originales son cosas distintas.
No me parece demasiado criticable el que paga un precio muy alto por un ejemplar, más allá que eso genere una elevación irrazonable en la cotización de mercado.
Uno vive en una sociedad capitalista, y ésas son las reglas, aunque no le guste.
El coleccionista de revistas, aún cuando pueda ser egoísta, y aún contra sus propios designios, las está preservando para el futuro. Siempre cabe la posibilidad que su legado caiga en manos de alguien que termine difundiéndolo o donándolo a alguna biblioteca pública.
Esto último, que puede sonar disparatado hoy, quizá no lo sea el día de mañana. Hay un momento de transición entre lo antiguo y lo histórico, en el terreno de la historieta.
Cuando Quinterno, por ejemplo, se transforme definitivamente en historia, su valor artístico permanecerá, pero el económico, no.
Y eso se dará, justamente, por las leyes del mercado. No habrá ya quienes paguen fortunas por sus revistas.
El tema de los originales, en cambio, entra en una categoría por completo diferente.
A los originales se accede, en muchos casos, por izquierda.
Afanos de editoriales, quiero decir. Amparados por la desidia de quienes deberían custodiarlos celosamente.
O pícaros que piden material a la familia de un dibujante muerto para una exposición y jamás lo devuelven.
Estos ladrones, generalmente, son vendedores, no coleccionistas, aunque algunos declamen su admiración por la obra de aquellos con la que lucran vilmente.
Pero a los chorros no se les puede pedir que tengan respeto por nada.
A los coleccionistas, sí.
Y aquél que compra un original de una tapa o de una tira de un maestro que admira, está conspirando contra la posibilidad que algún día se pueda reeditar su obra.
Habría que hacer otra distinción entre tapa y tira. Lo segundo es más grave.
Me explico.
Actualmente se está reeditando en Francia “Arthur, le fantôme justicier”, historieta de la cual, como saben los lectores de este blog, soy fanático.
En el prólogo de uno de los tomos, se describe el trabajoso proceso que se debió realizar para poder rescatar los colores, a partir de las publicaciones en Vaillant, ya que se carecía de las planchas originales.
Los resultados son espectaculares. Pero esto sucede en Europa, claro.
En la Argentina, cuando ni siquiera existe el interés de rescatar algunas historietas de creadores como Torino o Mazzone (no me cansaré de repetir la preterición que hizo de ellos, como de otros, la Biblioteca Clarín), qué se puede esperar?
Si aún cuando se haya rescatado alguna cosa de Quinterno, por ejemplo, aún cuando no se presente allí el problema del color, aún en blanco y negro, el nivel gráfico es lamentable.Veamos, sino, las pocas tiras de “El gran duque de la mancha”, publicadas en “Releyendo Patoruzú”, de Muzio. Y hablo de una editorial como Espasa Calpe.
En la misma Biblioteca Clarín (que, además, adolece de gruesos errores de diagramación de los cuadros, al pretender meter todo en un mismo formato, como si el orden primigenio no integrara una narrativa) las imágenes suelen ser borrosas. Ni hablar de los globos de diálogo que lo dejan a uno a la par de Borges.
Y todo eso, a partir de originales, señores!!!
Se imaginan lo que podría llegar a ser, tomando como base la historieta editada?
Pero existe otro problema...
Supongamos que las tiras originales de una historieta completa caigan en manos de un coleccionista altruista. Que éste desee preservar el material para el día en que los derechos de quienes no se ocupan de difundir la obra de su autor, caduquen.
Pues bien... NO PUEDE SUCEDER!
Porque los ladrones, no venden originales de historietas completas, señores!
Ni siquiera a los que tienen la plata para pagarlas!
Las fraccionan en tiras para que el rastro de su rapiña se diluya, aparte de sacar así mayor rédito!
Y el coleccionista que compra una de esas tiras, a más de ser cómplice del delito, contribuye -conciente o inconcientemente- a la destrucción de la obra.
Un cuadro valioso, aún encerrado en la bóveda de cualquier multimillonario, sin que nadie lo pueda ver, queda a salvo para el futuro.
Una historieta original fragmentada en un centenar de tiras, en manos de distintos coleccionistas, no.
Esta ceguera, esta idiotez de la fauna, me recuerda -salvando las enormes distancias- una lúcida reflexión de mi amigo Alberto Wainer: Leo en “Clarín” que un empresario japonés pidió que a su muerte cremaran, junto a su cadáver, un cuadro de Van Gogh que le había costado ochenta y dos millones de dólares. ¿No termina esto con cualquier ilusión del arte como patrimonio de la humanidad?
YA NADIE LEE ESTE BLOG
ResponderBorrar...algún pelotudo todavía sigue cayendo...
ResponderBorrarMuy buena tu nota, muy seria y cierta. Ahora, te pregunto: ¿porqué nadie se interesa por publicar antologías de Mazzone, Torino, Ianiro, Battaglia, etc?, porqué sólo recuerdan a estos autores los fanáticos y los coleccionistas, cuando en otras artes, los viejos artistas son siempre tenidos en cuenta?, hay bibliotecas, aparte de las particulares donde el comun de la gente podamos disfrutar de las historietas de los autores nombrados?, porque lo que debería ser patrimonio de muchos lo es de unos pocos?, qué pensarían de todo esto los dibujantes nombrados?. Un abrazo.
ResponderBorrarGracias. Las respuestas a tus preguntas pueden ser muchas. Se me ocurre que la principal es que a aquellos que tienen en sus manos los derechos para difundirlas,sencillamente no les interesa, como es el caso de Quinterno hijo, que encima de no hacerlo, cuando podría perfectamente ya que maneja en la actualidad una editorial, permite por acción u omisión que los originales de su padre se comercialicen (descuartizados, encima). Un caso parecido, aunque sin poder de publicación propio, es el de la hija de Mazzone, que se dedica a venderlos personalmente, lo mismo que el que fue su último editor, Seijas. Y los coleccionistas, que no se plantean dilemas éticos de ningún tipo, se matan entre sí para conseguirlos y guardarlos celosamente. Ignoro, en cambio, que suerte han corrido los originales del genio de Torino. Por otra parte existe otra gente con poder(lo que se pueda llamar "poder" dentro del pobre mundillo del género), que ignora -porque son MUY ignorantes- el valor de estos grandes maestros nacionales, o si no -no existe otra explicación- los ningunea por estupidez. Es realmente incomprensible que Sasturain, x ej., llene páginas y páginas de la Fierro con inexcusables pelotudeces de pendejos idiotas de la generación procesista y no use al menos dos o tres para homenajear a alguno de estos grandes del pasado. Para él, el panteón se debe agotar en Oesterheld y Breccia. O que Accorsi no haya dedicado aunque sea un solo volumen compilatorio para todos los nacionales que quedaban afuera de la Biblioteca Clarín, prefiriendo en cambio el detestable -ideológica e historietísticamente- Stan Lee. Algunos -muy pocos- coleccionistas, nos preocupamos por scannear algo de lo que tenemos y difundirlo. La paradoja que planteás con tu pregunta final -que es retórica, en realidad- resulta muy cruel, cuando estos creadores dibujaban, precisamente, para la gente, y difundían su obra en medios inmensamente populares. Un abrazo.
ResponderBorrarPD: del tucumano con el que tanto me peleé reivindico que haya compilado las publicaciones de la Patoruzito semanal (Battaglia, Vito Nervio, Langostino, Pimentón, el mismo Patoruzito) y los haya puesto en venta en CD's de muy buena calidad, según me han dicho (yo no le puedo comprar porque lo mandé al carajo -a él no, al yerno). Esa es una labor suya (o encargada por él, que es lo mismo) para aplaudir. Cuando me peleé fue porque comercializaba, en cambio, cosas que cualquiera puede conseguir de la Mula.
ResponderBorrarBuena nota Miguel, que le vamos a hacer, hay que ponerse en el lugar de los coleccionistas... te aparece un original de x autor que tanto amas y lo queres tener aunque tal vez no sea honesto, pero si pensas un poco mejor no hay nadie que le importe eso ya que el material muchas veces es tirado a la basura por los mismo herededos, familiares, etc.
ResponderBorrarA mi la hija de mazzone me contacto con el fin de venderme cosas y claro no estaba a mi alcance.
despues me entere que le habia vendido muchas cosas a un local de antiguedades de su ciudad y esos me los ofrecieron a mi jejeje raro pero cierto!