
DANTE
QUINTERNO
24 tiras (de la 49 a la 72),
publicadas en el diario
"El Mundo",
durante febrero de 1936
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(para más información VER)
Uno de los gags, el de la vinería, es versión de una entrega de Ocalita y Tumbita, publicada muchos años antes en Billiken, que casualmente también había subido en este blog, para ilustrar un post (
VER).MONICO
“EI dibujo de un monigote"
Se podría decir que todas las historietas están protagonizadas por dibujos que representan personajes inspirados en la vida real. En ese sentido, Mónico constituye una curiosidad: se trata de una tira cuyo personaje principal es el dibujo de un monigote que representa exactamente eso, el dibujo de un monigote.
Creada por Vidal Dávila y publicada en la revista "Don Fulgencio" a partir del 9 de enero de 1946, Mónico es un graffiti que cualquier chico pudo haber estampado en una pared con pintura en aerosol o -como se hacía en la época en que apareció la historieta- con tiza o carbón. Lo que convierte a Mónico en un dibujo extravagante es que, de repente, cobra vida. Su cara inexpresiva muestra -de golpe- sentimientos: sus piernas y brazos se quiebran a la altura de codos y rodillas y hasta se escapa cuando un pintor de brocha gorda quiere blanquear la pared que lo alberga.
El monigote no habla, sólo escucha y observa lo que sucede en la vereda. Pero reacciona: tiembla ante un tiroteo, saca el paraguas si llueve y se le pone un ojo en compota cuando recibe un pelotazo.
Mónico aparece estampado, inclinado, sobre una pared, próximo a una esquina y cerca de una ventana que tiene una maceta. Está dibujado con trazos elementales y esquemáticos: dos círculos (uno chiquito y otro grande) unidos por una línea que hacen las veces de cabeza y panza, y cuatro palitos que simbolizan los brazos y las piernas. Los ojos son dos pequeños redondeles y la nariz y la boca están dibujadas con un par de rayitas. Una galera, tres puntitos a manera de botones y un par de flecos como dedos completan su figura. Después, por supuesto, está su vida interior.
Ahora se recomendaba en la portada: “Despegue el suplemento cómico central y entrégueselo a sus niños”. O sea, se remarcaba el perfil de una publicación para adultos -o adolescentes-, con un segmento infantil muy circunscrito. Muy distinto al de la etapa anterior, donde desde la tapa misma se llamaba la atención de los pibes, y donde se esparcían a lo largo de las páginas, a más de la doble central de Patoruzito, contenidos para ellos. Además, esas páginas eran a color, lujo que pronto perderá el “suplemento cómico” (dicho sea de paso, la leyenda fue retirada a partir del Nº 660, de agosto del ’58).
Idéntico proceso se había dado doce años antes con Patoruzú, que cedió el material infantil a la naciente Patoruzito. Una nueva muestra del criterio editorial de Quinterno, preocupado por dotar a sus publicaciones, en la medida que iba sumando nuevas, de características marcadamente diferenciadas.
Hasta en la decadencia misma de Patoruzito - mensual y con numeración reiniciada a partir de 1963, hasta ...?- se siguieron publicando episodios completos, de pocas páginas, del personaje que le daba nombre. Pero calculo -a la espera que algún coleccionista proporcione el dato cierto- que para 1960, ya la habían abandonado Langostino y El Gnomo Pimentón.
Lo que explicaría que Quinterno haya dado licencia a Ferro y a Blotta para explotar a dichos personajes en revista propia. Lo cierto es que en octubre de 1960 aparece 2 Campeones, que recopila completas las primeras aventuras del marino y el enano, aparecidas en Patoruzito.
Supe poseer unos quince ejemplares de esta publicación (los canjeé hace años, y tiempo después pude volver a conseguir los cuatro primeros) y no creo que hayan salido muchos más. A más de la dupla estelar, a partir del número especial de 1961, se incorpora a La Vaca Aurora, de Repetto y algunas tiras de Chapaleo.
Sin desdeñar la imaginería de Blotta recreando cuentos infantiles, y su innegable maestría como dibujante (sobre todo a la hora de ocuparse de animales), no hay duda que el plato fuerte es Langostino. En el Nº 1 de 2 Campeones, el navegante arranca con la compra de Corina y termina con el hallazgo del tesoro. Estos episodios siguen el esquema clásico de la aventura cómica, con los elementos de exotismo que le eran propios. Aunque se observa un grado de disparate más acentuado que el de Patoruzú, por ejemplo (Quinterno nunca se animó de lleno al humor surrealista), todavía no aparece a pleno el delirio metafórico del que Ferro hará gala poco después. Pareciera explorar, en estas aventuras iniciales, hasta donde podía llegar con su marino.
Como de costumbre, uno no se explica que no haya una puta editorial a la que se le ocurra publicar una recopilación de Langostino. Sobre todo, no siendo Ferrito un ovidado... se la pasan dándole premios y haciéndole homenajes!
Y como de costumbre también, pa’ paliar esa espera -que ojalá no sea eterna-, ahí les dejé en La Colección de Dao -aunque en blanco y negro, y para lectura en pantalla- el histórico inicio de Langostino. En realidad, les escanneé la 2 Campeones Nº 1 completita, ya que -como dije- Blotta no es para nada desdeñable. En todo caso, “despeguen” al Gnomo “y entréguenselo a sus niños”. Se los van a agradecer...