Si bien el eje principal de la entrevista con Francho pasó por su producción nacional y el vínculo con la política, hubo también espacio para apuntes de lo que significó su brillante y extensa carrera en el exterior. Da cuenta de ella la impresionante galería de imágenes que acompaña esta segunda parte de la nota y que su autor tuvo la gentileza de facilitarme.
Llegado a Nueva York, sólo conservó Carita Dulce, para Familia Cristiana, ya que su editor de Arte, Carlos Quiroga, lo seguía sosteniendo contra viento y marea. Pero al tiempo Francho la abandona ya que su verdadero esfuerzo en ese momento estaba concentrado en “hacer pie” en el nuevo medio. No fue fácil, claro. Cuenta que estudiaba en la entrada de los edificios la lista de oficinas, y allí donde figurara algo relacionado a la gráfica se presentaba.
En una de esas oportunidades conoció al Jefe de Arte de Countrywide, Carl Burgos (de El hombre antorcha o Torchman). Allí se desempeñaba como publisher Marion Fass, quien tenía la astucia de hacer el seguimiento de la caducidad de derechos de los personajes de historietas. Si alguno de sus propietarios se olvidaba de renovarlos, él inmediatamente los inscribía a su nombre. Tuvo la suerte que pasara con el Capitán Marvel y se abocó a editar sus aventuras. Así que Burgos plantaba rápidamente los sketches y Francho les daba forma, los enriquecía y entintaba, figurando con exclusividad en los créditos. Hoy sospecha que Burgos se los concedió sólo a él para distanciarse de los negocios de Fass. Fue una de las pocas oportunidades que incursionó en la historieta seria, aunque por poco tiempo (después de un libro y medio), dado que la empresa, como se habrá advertido, no tenía mucha seriedad.
El mismo Francho, en primera persona, aporta un relato plagado de interesantes detalles acerca de su trayectoria en EEUU:
“Con respecto a mi carrera en NY, después del ruinoso primer negocio con una agencia de publicidad para el mercado hispano, por desmanejo de cálculos de uno de nuestros socios, "sacudí el polvo" y me compré un par de zapatos nuevos reforzados para dedicarme de ahí en mas a ser vendedor de dibujos de puerta en puerta. En las revistas me encontré con colegas, que caminaban también con sus dibujitos bajo el brazo, pero con costumbres bien reguladas, puesto que las revistas eran un gran mercado donde los dibujitos humorísticos eran tomados muy en serio. Todas, las grandes y las chicas, tenían un Cartoon Editor designado, quien nos recibía un día fijo de la semana. El primero en llegar era el primero en ser atendido, siempre había donde anotarse para establecer prioridades de llegada y salas de espera con una cafetera y bollitos esperándonos. Así comencé a relacionarme con mis colegas, todos muchachos muy macanudos y serviciales, y algunos veteranos, claro. Hablábamos de todo y por supuesto de temas profesionales. Muy casualmente me participaron de la idea de formar una organización profesional, y me preguntaron cual era mi opinión al respecto. Les cayó bien comprobar que yo compartía la iniciativa, pero con una inclinación más hacia lo sindical, para crear un factor de cierto "poder". Esa distinción, probablemente, estaba basada en la muy corta experiencia que había tenido en Bs. As. con la Asociación de Dibujantes, que se dedicaba solo a lo social, exhibiciones, etc., y rechazaban de plano toda propuesta que oliera a sindicalismo ("- No, aquí política no, che !"). Así, naturalmente fui uno de los socios fundadores de lo que se llamó " Magazines Cartoonists Guild " (MCG) y casi todos los períodos tenía un puesto en las Comisiones Directivas . En general me ubicaban en las áreas de Relaciones, Marketing, Organización, etc. Era en el período que va entre la lucha por los Derechos Civiles de las minorías (principalmente Afro-Americanas) y las primeras protestas contra la guerra de Vietnam, de lo cual se hablaba mucho. Participé en algunas manifestaciones, tanto en Washington como en NY. En cuanto al Guild, contrató un Secretario Ejecutivo profesional, Ron Wolin (quien en su vida particular era un activista de izquierda), que hizo un trabajo extraordinario en codificar e imponer con los publishers un prolijo Código de Ética, reglamentando tarifas por dibujos y la recepción y devolución de originales, tanto de los aceptados (y su pago), como de los originales rechazados , en afianzamiento de un verdadero mercado que por su volumen debía ser tratado con la debida seriedad. Por ese entonces, propuse asociar el MCG a un sindicato formal, cosa muy común en EEUU. Me aceptaron la idea y me designaron con otros dos miembros para negociar un acuerdo con el New York Newspaper Guild, al que la idea le resultó potable. Pero fallamos en el área de Relación de Dependencia, ya que en nuestro gremio éramos todos artistas free-lance. Aún así todo marcho muy bien por unos cuantos años, coincidentemente con el país. Las cosas comenzaron a cambiar para nosotros en los 80s. Con las distintas crisis que provocó el reaganismo, comenzó a decaer nuestro mercado y el MCG sufrió las consecuencias. Es bueno tener en cuenta, además, que la nueva tecnología estaba cambiando radicalmente el estilo de vida , especialmente en el área de entretenimiento de la gente joven. En ese periodo de mercado en caída constante perdimos muchos miembros y el MCG finalmente colapsó en 1986. Durante todos esos años se produjeron varias crisis económicas y cada una de ellas significaba un enorme mordisco al nivel de vida de la clase media, y como consecuencia su cambio de prioridades en cuanto a entretenimientos. Por fortuna, en mi caso, como en el de muchos otros colegas, que eran artistas muy dedicados y con capacidad para encarar una variedad de tareas, el "cartoon" se nos presentaba solo como una fase - probablemente la mas divertida- del trabajo. Estaban las revistas de sexo, generalmente bien impresas en papel de buena calidad, y donde se aprovechaba la chance de usar el color en los chistes; otros ramos del negocio, como tapas de disco, ilustraciones de libritos infantiles, tarjetas de Navidad , etc. Todo lo cual me afirmaba en la lista de los llamados "versátiles". Hablé sobre esto con uno de mis editores, Bernard Bailey (veterano dibujante, que había ilustrado Cisco Kid antes que nuestro José Luis Salinas) y ahí mismo me pidió que junto con cartoons le llevara ilustraciones, en especulación ("on speculation" ): él no me daba el texto a ilustrar, sino que me proponía usar una de las doce o mas variantes que -decía- hay en teatro sobre las relaciones hombre-mujer. Las ubicaría en su revista en algunos de los artículos, cuentos o relatos que estaban esperando su turno en el archivo (se proveía de material de agencias literarias). También me conecté con el nuevo director de arte de la sección editorial del New York Times. Se trataba de Jean Claude Suares, hombre adscripto a las ideas liberales de esos tiempos, quien empezó a utilizar a los cartoonists para alivianar la primera impresión de cierta "masiva pesadez" que podría recibir el lector desde el titulo de los editoriales. Nos daba la lista y algunos avances de los temas de la semana. Usaba los primeros sketches, sin ninguna corrección, y a veces me daba sorpresones como cuando un rapidísimo sketch / colllage sin terminar (papel ordinario en tamaño carta) entregado el sábado al mediodía -yo vivía a cuadra y media del NYT- salió publicado en la tapa de la edición extra del domingo, en la sección Week Review, a todo lo ancho del diario. En ese entonces la relación que yo tenia con Mad era como escritor, y la incluía en mi recorrido de los miércoles, vendiéndole ideas de tapas y algún material muy especial para artistas muy especiales: Don Martin, Jack Rickard, Norman Mingo, etc. Mi editor allí era Jerry de Fuccio, quien seguía con interés mis collages en el NYT. Me pidió entonces que les llevara también a ellos ideas de ese tipo, y así empezó mi carrera en Mad. Como consecuencia, vino el resto de los mercados grandes. La conexión con el mercado japonés se originó en una de las convenciones del Guild, donde Ron Wolin me presentó a Reie Uematsu, una botanicista y editora de esos temas en las revistas Quark y Terra, cuyos lectores principales eran jóvenes universitarios y activistas por la preservación del medio ambiente , y a su esposo, Jun Yamasaki, quienes me pidieron ilustraciones editoriales para dichas publicaciones. Naturalmente me pasaban por teléfono el contenido de los editoriales a ilustrar, muy tarde en la noche o tempranísimo en la madrugada. Mi trabajo se completaba con material de sexo para revistas tipo Playboy, cuyos lectores principales eran los viejos "voyeuristas" de siempre y la juventud fantasiosa, y publicaciones de todo tipo.”
Volviendo a Carlos Quiroga, cabe destacar que además de sostener a Francho en la tira, le había dado algunas cartas de presentación y mantuvieron continuo contacto hasta su fallecimiento. En los viajes que el dibujante hacía a Bs.As. le gestionaba notas en algunos medios como Crónica, Cambio y La Opinión. En ésta última, Aníbal Vinelli - a quien Quiroga le había presentado- le realizó una nota muy simpática en contratapa, incluyendo una tira de Cándido y un par de sus trabajos en Mad, obviamente antes de la incautación del periódico a manos de la dictadura militar.
La relación entre sus colaboraciones para Mad, las visitas de Francho al país, y el momento social y político, da lugar a otro interesante testimonio, que nuevamente transcribo tal como él lo relata:
“Cuando comencé en Mad, en vísperas de uno de mis viajes, me preguntaron si la revista se vendía en Argentina y me encargaron que sondeara la probabilidad de una edición local. Para mi sorpresa los canillitas que consulté en Bs. As. me dijeron que siendo antes muy pocos los que la compraban, últimamente la venta había aumentado. Honestamente lo atribuí a mis amigos, que sabían que publicaba allí muy a menudo. Consulté a Aníbal Vinelli, y éste organizo una reunión con gente que podría llegar a interesarse en el proyecto de edición local- entre ellos Sábat , a quien ya conocía y que sólo había ido para verme -. Estaba también un periodista de Clarín, de apellido Gallegos o algo así. Les dejé los datos de contacto, aclarándoles que para el caso que se concretara la publicación, contaran conmigo. Un par de meses después, en NY, me llamo Bill Gaines, el Publisher de Mad, para preguntarme si conocía a Jorge Ripol, quien los había contactado, y si era enviado mío. Y además -en todo caso-, si podía hacer de intérprete, pues no hablaba inglés. Yo no lo conocía pero accedí al pedido. Con Ripol nos llevamos muy bien. Lo invite a casa, donde le planteé mi propia propuesta, que teníamos elaborada desde antes con mi esposa Diana: además de los collages que publicaba regularmente en la edición USA, le agregaría temas argentinos y le adelanté a Ripol que yo arreglaría esto con Gaines, a quien la idea le pareció muy buena. Acordamos que seguiría en NY con Mad, y paralelamente enviaría mis trabajos especiales para la edición de acá. Esta era una oportunidad para dar, cuando llegara el momento oportuno, el salto de retorno a la Argentina. Al tiempo- era 1977-, recibí cartas de amigos y colegas, con recortes de un aviso que salió en diarios y revistas de Bs.As., donde se anunciaba la próxima aparición de la Mad argentina, figurando mi nombre y apellido, en orden alfabético, entre la lista de colaboradores. Allí, el staff original se alternaban con dibujantes nacionales de primera línea (en general artistas de Satiricón , Humor, etc). Pero ya transcurridos algunos números, mis amigos me empiezan a preguntar qué pasaba que mis dibujos no aparecían publicados. Meses después, Ripol reapareció de improviso en mi casa en NY. Había estado encanado por la dictadura durante tres meses. A boca de jarro me dijo: "Disculpáme, Francho, no pude publicar nada tuyo, si lo hago me matan". Le contesté, con toda honestidad que hizo bien. Había sido arrestado durante tres meses sin explicaciones. Me contó que tuvo suerte, pues lo pusieron a compartir celda con Timmerman, cuya liberación era demandada por grupos pro-derechos humanos VIP’s de Europa. Cuando éstos aparecieron para liberar a Timmerman, vieron que no lo habían tenido en cuenta a él, y encontraron que esa situación era absolutamente absurda e inhumana. Así que después de un forcejeo no muy diplomático, los milicos lo tuvieron que soltar también, para evitar un escándalo internacional. Con Ripol quedamos en buenas relaciones, lo visité en viajes posteriores, pero claro... las cosas no fueron lo mismo desde entonces. El único perdedor había sido yo, al quedarme sin chances de volver "enancado" en la edición argentina de Mad. En Bs. As. circulaban varias versiones sobre las causas de todo esto, pero yo nunca creí , ni creo, ninguna de ellas. Mis relaciones con Gaines comenzaron a deteriorarse a partir de ese episodio y, seguramente por miedo, me hacía preguntas acusatorias, mezclando referencias políticas absurdas. Le terminé haciendo juicio por guita que me debía -y que se llevó a la tumba, porque lo perdí-. Por suerte la mufa no se extendió a mis editores, colegas y amigos, aunque muy a mi pesar se había filtrado el dato de que en ese entonces yo estaba envuelto en cuestiones de Derechos Humanos en NY.”
Efectivamente, militó en SCAP (organización Pro- Derechos Humanos), en contra de la dictadura argentina, en tiempos de la presidencia de Jimmy Carter, quien le daba mucha importancia al tema, siendo la ejecutiva principal para estos asuntos Patricia Derian. Se ocupaban, entre otras cosas, de la reubicación de argentinos exilados. Uno de ellos fue Norman Briski, a quien Francho recuerda como “un artista indoblegable y austero que pacientemente dedicaba su tiempo a enseñar teatro a los chicos de los barrios pobres, especie de cinturón proletario de las minorías, del que los grandes medios nunca hablan”. Otros notorios exiliados, activistas de esa causa, eran Nacha Guevara, Mercedes Sosa (quien al ir a Miami a cumplir un contrato fue salvajemente saboteada por la comunidad anticastrista), Pérez Esquivel e Hipólito Solari Irigoyen. Claro que con tantas tendencias ideológicas, se hacía muy dificultoso, llevar adelante las iniciativas. Además, se trataba de un ambiente donde la única presencia peronista era la de Francho, por lo que el dibujante propuso aunar todas las tendencias alrededor de unos pocos principios básicos, con la base de lo Nacional y Popular. Así, se llegó a formar la “Agrupación Argentina 29 de Mayo”, de la cual fue nombrado Secretario General, asumiendo bajo el pseudónimo de " Carlos Pereda". Relata que por esa época, los grupos latinoamericanos eran muchos, se mantenían en contacto y colaboraban unos con otros en las protestas. De esta manera, una agrupación como la argentina, que escasamente sumaba una veintena de miembros activos, podía organizar protestas con centenares de participantes. Solo había que activar la libreta de teléfonos. Esta colaboración solidaria se expresó ampliamente una noche, ya tarde, cuando un militante hondureño que trabajaba en un consulado pasó el dato (secreto diplomático) que en la mañana del día siguiente, el mismísimo Videla, aparecería abordando una de las fragatas argentinas amarradas en el río Hudson, a solo dos cuadras de donde vivía el dibujante. Recuerda que la fue la protesta más numerosa y animada de las muchas que realizaron.
Durante la dictadura genocida se tildaba de “traidores a la patria” a quienes tenían activa militancia desde el exterior en el terreno de Derechos Humanos. De modo que, pese a recaudos como el del seudónimo, la filtración del dato, a la que antes se refería Francho, significó un nuevo estigma para él. Sin embargo continuó siempre fiel a su ideario, tanto en sus creaciones, de una mirada constantemente crítica hacia la realidad, como en su práctica social cotidiana.
El interés gremial que, como hemos visto, estuvo presente no bien llegó a NY, da lugar a una interesante anécdota. Enrolado en la asociación de dibujantes, Francho comenta que instó a otros compatriotas a imitarlo, y menciona el caso de Roberto Battaglia. La cita al autor de Don Pascual, inmediatamente despertó mi curiosidad, debido al mito que se creó en torno a su partida a los EEUU, con la consiguiente pérdida de su rastro, y se lo expreso. “Battaglia para mí no era un misterio, vivía en mi mismo edificio”, me contesta. Aunque acota que cierta dificultad que tenía con la pronunciación, agravada por el uso del idioma inglés, hizo que paulatinamente se enclaustrara, y delegara en su mujer el trato con editores y la representación en reuniones sindicales, a pesar del consejo en contrario de Francho.
Otra vez recurro a las palabras del entrevistado, para reseñar la relación que tuvo en EEUU con Battaglia, y que da cuenta del derrotero de éste:
“No lo conocí en Buenos Aires, sino recién en los primeros días en Nueva York, cuando con mi esposa Diana estábamos viviendo en el 1-2-3 , un hotel de la calle 44 Oeste donde paraban muchos argentinos. Cuando nos enteramos que Elba y Roberto se mudaban a Brooklyn, pasamos al mismo departamento que habían ocupado ellos, en el 426 Oeste de la 44, más cerca de donde estaba mi agencia de publicidad, en el 350 W de la 44 (como se ve, estaba señalado por ese número pues dos o tres años después nos mudábamos más al Oeste, en el 444 W de la misma 44... y ahí nos detuvimos porque ya estaba el río Hudson). En todo ese período nos veíamos muy a menudo con Roberto y Elba, que además eran muy amigos de los propietarios del 426 , una pareja piamontesa, de edad avanzada, que tenían familiares en Córdoba. Con Roberto y Elba seguimos en relaciones aún después que se mudaron a New Jersey, donde compraron una casa. Más tarde, nuestros distintos intereses y su alejamiento paulatino del dibujo humorístico fue poniendo una distancia natural, como pasa en todas las relaciones humanas”.
La firma de Arnoldo Franchioni, tanto haciendo humor como ilustrando notas y editoriales, apareció en prestigiosos medios de los EEUU. Algunos de ellos ya fueron mencionados. Otros son: Saturday Evening Post, Oui, Look, The New Yorker, Bostonia, Nickelodeon, Sick, Cracked, Bananas, Crazy, Yell y Laff, etc.
De retorno al país, se encuentra con la estrechez del mercado editorial en el rubro. Así y todo, publica en Caras y Caretas y en la desaparecida Jíbaro.
Cuando nos estamos despidiendo, le comento a Francho sobre la curiosidad del latiguillo que coronaba las Aventuras de los Tres Malditos (“-Ud. es un genio, jefe!” “-Todos los jefes son genios”). Me cuenta que proviene de su experiencia radial (sí, también hizo radio!), donde todos los gags debían rematar verbalmente. Y hace referencia a un proyecto de remozar la historieta, lo que obviamente despierta mi interés. En su momento se lo presentó a Andrés Cascioli, y todavía no ha encontrado cauce. Lo merecería, porque la trama argumental suena muy atractiva, con un mecanismo delirante de relato dentro del relato, que incluye referencias constantes a la actualidad.
Arnoldo Franchioni vive en Bs. As., está más joven que nunca, y conserva intacta su enorme capacidad como dibujante, su lucidez y su talento. Sería bueno que los editores locales se enteraran.
(Nota: Trato, generalmente, que las imágenes coincidan con el texto. Me fue imposible, en este caso, dada la gran cantidad de material gráfico, la extensión del post, y la endiablada diagramación de blogger, donde no queda otra que el método de ensayo y error. Si alguien conoce alguna forma efectiva de ir subiendo imágenes y texto, y que después, en la edición final, queden tal como uno los ve cuando está armando, por favor que me lo informe)
Muy bueno el artículo, y se agradece también el haber incluido tantas ilustraciones.
ResponderBorrarEl editor/publisher que mencionas al principio es Myron Fass, y el personaje de Carl Burgos se llamaba Human Torch. Sabía de la existencia del "Captain Marvel" trucho que hicieron en 1966, pero no tenía idea que el dibujante era Franchione.
Interesante la anécdota sobre Gaines y la revista "Mad"; se sabe que Gaines tenía ideas políticas bastante conservadoras (a diferencia del editor de "Mad", Albert Feldstein, y gran parte del equipo de la revista), quién sabe qué fue lo que lo molestó sobre Franchione.
Excelentes ambas partes de esta entrevista. Si toda su labor se hubiese desarrollado en Argentina, hoy Francho sería considerado aquí por el público a la altura de los mejores.
ResponderBorrarSu capacidad es ampliamente reconocida por sus pares y sería justo que a través de este blog y este artículo tengo un mayor reconocimiento popular.
Felicitaciones Miguel por este aporte, una joya para la historia de nuestro humor gráfico.
Luis
Realmente, un laburo maravilloso en ambos aspectos: el entrevistado mostrando su calidad artística (que es indudable), y el enorme trabajo del entrevistador (horas de grabar, desgrabar, redactar, armar y editar el post, etc) poniendo al alcance de todos este documento de enorme valor histórico para el género, y que le hace mucha justicia a don Francho.
ResponderBorrarUn abrazo grande, Miguel!!
Cesar.-
Muy bueno, Dao!!
ResponderBorrarAgradecido por los comentarios. Para mí fue un gusto hacer este trabajo, por los valores artísticos, humanos y sociales del entrevistado. Abrazo
ResponderBorrarTio! me encanto ver algunos de tus dibujos aca y el merecido reconocimiento a tu talento... para mi antes q un genial dibujante sos una gran persona!
ResponderBorrarEn Octubre de 1998 llegué a Nueva York a buscar trabajo de entintador (inker) en Marvel Comics, en Marzo de 1999 una señora portorriqueña (que era amiga de la esposa de Francho) me dijo que ella conocía a un argentino que era dibujante de cartoons y que le iba a hablar de mí (un argentino que quería entrar en Marvel) así lo hizo y Francho quiso conocerme y me invitó a su casa y allí estuve charlando unas cuantas horas con él en el N° 444 de la 44 Oeste de Manhattan entre la Avenida Amsterdam y la Avenida Columbus, o en 444 W 44th St Times Square New York (a dos o tres cuadras del edificio "One Times Square") Francho era una de las personas más amables que he conocido en mi vida, muy bondadoso y re-re-humilde. Francho querido tuve el privilegio inesperado de conocerte ¡GRACIAS!
ResponderBorrarEn efecto, así era, un gran tipo
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