Hace tiempo, reseñé un ejemplo de censura franquista sobre la historieta. Ahora, comparando "Sur la mer calmée", el segundo álbum francés de Arthur le Fantôme Justicier, con la edición española ("Piratas de la mar salada") reparo en que no sólo se sustituyó a un cardenal por un primer ministro (*), sino que también allí se redibujó un pecaminoso beso!
(*) Detalle que ya había señalado el amigo Santiago Ezpeleta, y que sin duda tiene su razón de ser en que no se podía mostrar conspirando a una alta autoridad eclesiástica.
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