Hoy me compré dos albums de la BeDé, editados por Norma, no porque me interesasen mucho, sino por otras razones.
La primera la podrán colegir por las etiquetas que lucen las tapas. Sí, un regalo.
Y demás está decirlo, son series y dibujantes de calidad.
Pero lo fundamental es que ambos me permiten atacar una idea que me ronda desde hace tiempo, y nunca me tomé el tiempo de exponer. Veamos si me sale...
Tanto Crisse como Fane son deudores de creadores de la escuela Franco-Belga clásica.
Crisse abreva en el Uderzo más cercano a la línea de animación de Disney. Y Fane (y también Debarre -"Bar2"-, autor de Joe Bar Team) tributa a Franquín.
Ambos llevan las respectivas influencias a su máximo desarrollo, la exacerbación, el non plus ultra.
Acá es donde empiezan a no gustarme tanto. Porque a mi parecer rizan el rizo y terminan recalando en una suerte de manierismo. Revelador, paradójicamente, en tanto supuesta culminación de un estilo, de la decadencia del mismo.
Estilo que a mí, al menos, me hace añorar su origen, su forma temprana, inacabada.
Porque también creo que el dibujo -el arte, en general- debe tener algo de inacabado, dejar un resquicio de imperfección, un hueco, para que sea completado por quien contempla.
Este tipo de dibujo que se mira el ombligo, que se regodea en sí mismo, que se masturba en la forma, deja afuera al espectador... o al menos a mí.
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