Una persona allegada viajó a Brasil y le encargué que buscase en algún local de saldos, Mónica, una historieta que mis hijas leían en la infancia en edición nacional y que me parecía buena.
La sorpresa fue que en un quiosco cualquiera encontró la revista tradicional, una versión en inglés y un libro.
Hasta hace poco, los chilenos inundaban toda América Latina con esa bazofia de Condorito.
Los argentinos aventajamos en calidad a todos, pero no salimos de unas pocas comiquerías.
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