Y para terminar este recuento de adquisiciones pandémicas, apareció en el marketplace del Facebook un bonito anuncio de revistas ubicadas en Wilde. Me quedaba de camino para la grabación del radioteatro, así que arreglé un precio más que razonable y las pasé a buscar.
No podía dejar de tener la Dibujantes dedicada a Mazzone, de la que tanta data había sacado para mis videos a través de fotos. Una Figuritas completa es un milagro... acá se ofrecían tres. Destaco la portada de Martínez Parma, un olvidado maestro argentino...
Y La Pluma Cucharita, una tira de Linares Quintana original por donde la mires...
De yapa -amorosa la vendedora- una Pobre Diablo y un Libro de Oro sin tapa en cuya última página tenemos a un Montag premonitorio.
Mencioné más de una vez el aprovechamiento de viajar a Capital por trabajo para hacer adquisiciones historietísticas. Debo confesar una debilidad...
En la esquina del estudio donde grabé el radioteatro se emplaza una especie de juguetería / regalería / cambalachería, en cuya vidriera lucía un muñequito de Pantriste marcado a un precio irrisorio en relación a lo que por él se pide en ML.
Sabida es mi aversión por toda la ñoñería ferretiana.
Sin embargo, este muñequito ejercía sobre mí un extraño influjo.
Había ido a observarlo varias veces, tentado de comprarlo.
La terrible disyuntiva subsistió hasta que claudiqué finalmente.
Me consuela pensar que su modelo es Pinchapúa, de la etapa donde el gallego Ferré era aún un prometedor talento y no el empresario de sensiblerías baratas en que se convirtió después.
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