Y POR EL MISMO PRECIO...

lunes, noviembre 29, 2010

TOPICOS RECURRENTES EN MAZZONE, QUINTERNO Y TORINO (4)

VIAJES: MUELLES, BARCOS, SUBMARINOS, AVIONES (Y PIRATAS)
Los vehículos utilizados para viajar, los momentos de tránsito, han sido elegidos en múltiples tapas. Mientras que Mazzone se solazaba en uno de los puntos de partida, el puerto, a más del interior de los barcos, EDQ prefería los aviones, pretexto ideal para las hazañas del indio. Y en los tres -sumando a Torino- aparecían, de tanto en tanto, los piratas. Anacrónicamente, sin duda, pero no era cosa de perdérselos, cuando su sola mención anunciaba la aventura. Tampoco faltaba el submarino, resabio de la guerra y de “las de guerra”, cuyo mecanismo de aparecer y desaparecer de los mares, aportaba misterio.
Esta portada se la robé a Sergio Maganás
































domingo, noviembre 28, 2010

POR QUE TORINO ERA UN GENIO

Resulta increíble la riqueza conceptual del episodio de la máquina de la lluvia, en Conventillo. Ahora, gracias a Releyendo Historietas, podemos verificar que abarcó una docena de entregas, desde el 16-01-39 al 23-02-39, en Aquí Está! (de frecuencia bisemanal). Aparte, claro, de las publicidades del concurso, y la nota con los resultados del mismo.
La estructura responde más a una secuencia de gags eslabonados por una misma temática, que a la de historieta propiamente dicha. Pero el valor no radica allí, sino en la permanente intertextualidad con la realidad, a lo que me he referido en múltiples oportunidades (ver), (ver), (ver).
El corolario es esta página que Hernán Schneider acaba de subir, y que no sólo corrobora lo expuesto, sino que también lo multiplica exponencialmente.
Partiendo de la popularidad del ingeniero Baigorri Velar, Torino había parodiado su invento en Conventillo, a través de Don Nicola y los dos profesores. Pero, además, lo convirtió en una nueva realidad con la promoción del concurso, interactuando con la revista y sus lectores.
No se queda allí. El remate con esta extraordinaria viñeta de página entera, implica la ruptura de la historieta, para que tras ella irrumpa una vez más, en fotomontaje, la realidad. Allí se ve centralmente a tres personas disfrazadas de los personajes de la tira, anunciando que la misma se suspende, porque concurrirán al corso. Y en el epígrafe se lee: “Nuestro profesores y Don Nicola, su manager, han sido las máscaras predilectas del público porteño. El sábado y el domingo próximos volverán a desfilar por el corso de la Avenida de Mayo. ¡Vea, en carne y hueso, a los magos de la lluvia!”.
Así, la secuencia realidad/Baigorri Velar - parodia/historieta - realidad/concurso - ruptura/historieta, termina en la nueva y tangible realidad de las cuadras de Avenida de Mayo. Donde por supuesto, a cada paso, también campería la fantasía, porque el "carne y hueso" anunciado resulta relativo.
Un delirante recorrido, dable sólo en un tiempo en que la historieta tenía enorme arraigo popular. No me cabe duda que pocos años después también las mascaritas de Patoruzú desfilaron por los corsos de todo el país. Pero mientras Quinterno limitaba esas circunstancias a las páginas de sociales o de publicidad de su revista, Torino tuvo la audacia de mezclar todo. Y más que tomar sus tipos de la realidad, como él mismo declaró, su potencia creativa hacía que se generasen nuevas realidades.
A esta altura, no me cabe duda que si algún genio hubo en la historieta cómica argentina, ése fue Torino.

sábado, noviembre 27, 2010

PI-PIO, EL POLLITO QUE IMPONIA EL ORDEN (4b)

b) PACO-PUM EMPERADOR
Vuelto a casa, Paco-Pum logra aquello de lo que había desistido en el último episodio: convertirse en emperador. Dicho éxito, contrastado con las circunstancias precedentes y las actuales, resulta desconcertante a primera vista, dado que en Groenlandia el panorama se le presentaba mucho más favorable. Recordemos que allá podía llegar a discutir la victoria pugilística impuesta como condición, y tenía además una fracción del pueblo a favor suyo. Sin embargo, abandona su pretensión inexplicablemente. En cambio, en Villa Leoncia, donde todos los habitantes están dispuestos a hacerle frente, arremete decidido, resultándole la toma del poder de lo más sencilla.
Hay otro elemento asociado a destacar. Mientras como extranjero Paco-Pum anunciaba a viva voz su ambición en Groenlandia, en su propio pueblo entra con disimulo. “Como si viniéramos con buenas intenciones”, adoctrina a sus secuaces, y todos meten mano a sus bolsillos y comienzan a silbar. Paradójica actitud: donde ignoran su condición de bandido, necesita proclamarla, para después regenerarse, porque ni él mismo se convence. Donde están de sobra advertidos, la oculta, con el objeto de pegar el zarpazo a posteriori. La estrategia no es nueva, le dio antes resultado en varias ocasiones en Villa Leoncia. Ahora, resultará inútil.

A más de la íntima asociación entre malhechor y antagonista, los elementos expuestos dan cuenta del vínculo que se genera con el espacio propio. Este resulta a tal punto determinante para la conducta de Paco-Pum, que al alejarse de él, llega a perder su esencia. Al retornar, la recupera, junto con el pelo, que también había perdido en el episodio anterior.
Pero veamos, paso a paso, el desarrollo argumental.

Doña Ursula, en función de la delegación de mando que le hizo Pi-Pío al partir, y alertada de la llegada del bandido, decide convocar para la lucha a un fornido albañil. Este, a su vez, propone la ayuda de sus “patronos”, tres curiosos arquitectos con cabezas que hacen honor a sus nombres: Don Dórico, Don Jónico y Don Corintio.
Rápidamente, la enérgica señora los incorpora como asesores, anunciando -de forma nada democrática, como es costumbre en la Villa- a una población atemorizada: “¡Atención, pueblo: se acaba de constituir un triunvirato aquí presente y un poder ejecutivo que recae en mi digna persona, o séase yo! ¡Todos los sucesos y acciones de guerra tendrán que ser consultados a nosotros y si así obran ganaremos a los invasores, y si no, que el pueblo les demande!”. Más allá del absurdo que el pueblo llegase a demandarse a sí mismo, queda claro que los dirigentes ninguna responsabilidad asumirían en caso de derrota.
La defensa es efectiva respecto a Pepe el Largo y Toto, a quienes se da captura. Doña Ursula los enfrenta triunfante, diciéndoles: “Así que ustedes querían quitarme el poder? ¿¡Eh!?”. De la frase se desprenden dos cosas: una, la señora presumía las intenciones de los bandidos, dado que en ningún momento éstos las habían declarado públicamente; dos, la disputa por el poder es concebida en el estricto plano de los liderazgos personales.
Pero la alegría de la victoria es breve. La huída de Paco-Pum genera una inexplicada anarquía, y los ciudadanos -en el rol siempre de simple espectadores pasivos del accionar de la dirigencia- comienzan a cuestionar a Doña Ursula: “¡...es muy buena mujer, pero no sabe gobernar!”, opina un señor. “¡Siempre lo dije yo! ¡Para gobernar, hay que saber gobernar!”, remata tautológicamente una señora.

Así, Paco-Pum, aprovechando el revuelo, con unas cuantas trompadas, patadas y cabezazos a la matrona y al digno triunvirato, da un golpe de estado. Reza la didascalia: “El coraje y la decisión de Paco-Pum hace que éste le gane a los capiteles”. Es inédito hasta el momento el hecho que, objetivamente, se ensalce al denostadísimo archivillano de la serie. Por otra parte, contrario sensu, se sugiere que los derrotados carecieron de las virtudes del pillo.
A Paco-Pum le llega el turno de la proclama, en idéntica tesitura que la anterior de Doña Ursula: “¡Súbditos de Villa Leoncia y ciudadanos de la patria: ahora el que manda aquí soy yo! ¡Entienden?”. En cuanto al pueblo “desfila resignado y en silencio”. Maravillosa clase de instrucción cívica para niños.
El flamante emperador da rienda suelta a sus delirios de grandeza, y entre las leyes que dicta figura la del impuesto al boleto capicúa. O sea que la diferenciación entre gobernantes se daría únicamente por la forma de ejercer el poder, y no por el método utilizado para alcanzarlo.
En tanto, se observa a unos honestos ciudadanos alcanzando comida a la cárcel a la dirigencia depuesta. Los alimentan, para que puedan resistir, según se declara. Lo que denota que siguen procurando en ellos la lucha contra el tirano.
Con la llegada de Pi-Pío, por fin, “el pueblo entero, que había llevado unos días de cruel sometimiento, tiene ahora una esperanza”. Y el emperador, por primera vez, tiembla.
Por supuesto, el pollito no defrauda. A más de sus proezas físicas, enfrentando sólo a los adláteres del emperador, cuenta nuevamente con el ingenio de Calculín. Este monta sobre Ovidio un “cañón sonoro”. Los habitantes del “palacio” terminan huyendo por la cocina, lo que no les evita ser alcanzados por el temible artefacto y capturados por las fuerzas del orden, que queda así debimente restaurado.
Así, con la nueva derrota de Paco-Pum, se refuerzan y extienden algunos puntos que veníamos señalando desde episodios anteriores. Más allá de cualquier circunstancia, la disputa por el poder sólo tiene sabor en Villa Leoncia. Arrebatarlo a cualquiera que no sea Pi-Pío (sin entrar en las consideraciones sexistas que aparecen en este tramo, entendibles en el contexto de la época) resulta fácil. El pueblo está pintado, los dirigentes sustitutos son buenos, aunque inútiles, Paco-Pum es valiente y decidido, pero malo y tiránico. Consecuencia: el único habilitado para mandar es el pollito, que reúne todas las condiciones de un justo gobernante.
A través de esta sumatoria de conceptos subyacentes en la serie, Ferré intenta legitimar -y logra naturalizar, sin duda- su curiosa concepción acerca de la construcción y sostenimiento de un estado.

viernes, noviembre 26, 2010

MIRTHA LEGRAND Y ASTIZ

A raíz de los dichos (benévolos) de Federico Luppi sobre la diva de los almuerzos, seguí las reacciones de ésta a través de los diarios. Me encuentro así, lateralmente, con que en el sitio web de La Nación, se sube un tramo de su programa, donde Mirtha se refiere a una foto aparecida (por los '90, de acuerdo a lo que ella misma dice y no durante la dictadura, como afirma La Nación) en la revista Gente. Allí se la mostraba junto al genocida Alfredo Astiz. Luego de ver el video, rastreé la foto, que tampoco conocía. Dicha foto -me enteré a través de la búsqueda- fue difundida recientemente en 6-7-8, por lo que deduzco que la señora se vio obligada a excusarse, aún cuando lo disfrace de confesión espontánea. Recomiendo a los que estén en la misma situación en que estaba yo, es decir de ignorancia absoluta del tema, que hagan idéntico recorrido (inverso, en realidad, al que se dio en los medios): 1) ver y escuchar atentamente la explicación de la Legrand, acerca de las circunstancias que rodearon la foto; 2) recorrer luego la foto -que reproduzco abajo- y detenerse en la expresión del rostro de la señora. No parece haber coincidencia entre su versión de los hechos y lo que muestra la imagen, no?...


Post scriptum:
el PIRULO DE TAPA de hoy, en Página 12, ubica temporalmente la foto -dato que anoche no había encontrado- desmintiendo así la forma en que La Nación presentó el tema:

EXPLICACION

“Una vez fui al cumpleaños de la dueña de una confitería que estaba en la esquina de mi casa. Cuando estaba allí, lo vi a Massera. Entonces vino la mujer a saludarme. Al rato lo vi a Astiz y veo que se me acerca y me dice que era un gran admirador mío. En ese momento me tendió la mano, y cuando se la di, apareció un fotógrafo.” La revista Gente publicó esas fotos hace quince años, cuando ya se sabían los horrores que habían cometido Massera y Astiz. Recién ayer Mirtha Legrand intentó una explicación.

jueves, noviembre 25, 2010

UN “PEQUEÑO” GUION DE GOSCINNY

Entre los tantos guiones poco citados del prolífico Goscinny, acabo de descubrir Pantoufle, una historieta de corta vida -apenas 19 planchas- publicada en 1966 por la revista Spirou (nros. 1459 a 1468). El dibujante es Raymond Macherot, de la clásica escuela franco-belga, conocido por Chlorophylle (en Tintin) y Sybilline (en Spirou). Ambas series son de animales, y las tenía vistas de mis rastreos en la BeDé, pero a través del Foro Goscinny me entero que el gato Pantoufle ya había hecho apariciones en ellas, aunque como personaje secundario.
Aquí, en tanto protagónico, tiene nombre y apellido (Amadeo Pantufla). La acción comienza cuando lo echan de su casa por inútil. Se encuentra con un perro llamado 22 (“se escribe como se pronuncia, con dos 2”, aclara él mismo). El can fue exonerado de la policía por haber sucumbido a la tentación de dejarse sobornar con un hueso, por un delincuente. Finalmente, aparece un pajarito evadido de una jaula, en la que se hallaba preso “por error judicial”. Venciendo las tentaciones del instinto, ni el perro ataca al gato, ni éste al pajarito, y se conforma un trío de amigos, que intentan convencerse entre sí de las bondades de la libertad. Sin embargo terminan empleándose con Bombón, un gato que vive en una gran mansión, y que se convertirá en heredero de su patrón (tal como sucede en “La herencia de Ran Tan Plan”), para gozar de las migajas de sus comodidades. Así, el pajarito canta cuando al gato se le ocurre, Pantufla se convierte en su bufón y 22 está para todo servicio. Pronto el trío se cansa de la situación, y decide raptar al gato rico. Luego indican el paradero al dueño, con el objeto de ganarse directamente los favores de éste, y librarse en consecuencia de la tiranía de Bombón. Pero la servidumbre humana, que ha quedado mal parada por su desempeño en la búsqueda, contrastado con la supuesta eficacia del trío de animales, acaba arrojándolos a la calle. Nuevamente, entonces, buscan convencerse de los beneficios de ser libres.
El objeto de haberme tomado el trabajo de resumir este argumento (la historieta se puede hallar en la web, pero en francés) es dar cuenta del ingenio permanente con que se movía el guionista de Asterix, aún en trabajos “menores”.

martes, noviembre 23, 2010

PI-PIO, EL POLLITO QUE IMPONIA EL ORDEN (4a)

4- ENEMIGOS INTIMOS
Los tres episodios que suceden a la partida al exilio de Paco-Pum, pueden clasificarse de la siguiente manera: “Groenlandia” (Billiken 1799-1827, 07.06.54 al 20.12.54, 28 páginas), “Paco-Pum Emperador” (1828-1839, 27.12.54 al 14.03.55, 11 páginas), “El Puente” (1840-1857, 21.03.55 al 18.07.55, 18 páginas). Sin embargo, pese a transitarse en ellos distintas temáticas, están atravesados por una única unidad de acción, que desarrolla y profundiza el planteo del orden establecido y los intentos de subvertirlo. Lo ideológico prima sobre el delirio, de modo que determinados giros narrativos que hasta el momento podían calificarse de surrealistas, terminan siendo abortados en función de los sentidos.
a) GROENLANDIA
La primera audacia comprobable es que quince entregas consecutivas de la historieta (es decir, casi cuatro meses de publicación) transcurren fuera de Villa Leoncia, y sin que aparezca el protagonista.

Paco-Pum y sus secuaces llegan a Groenlandia, y son liberados por el heredero del trono, al que inmediatamente secuestran, exigiendo a cambio el poder. “(Bla, bla, blaa... Príncipe, poder, mando, audacia, dictadura... Bla, blaa...)”, especula Paco-Pum. En la negociación por el rescate, se le impone la condición de triunfar en un match de box, para ser coronado. La pelea finaliza con el knock-out simultáneo de ambos contendientes, y una enfervorizada discusión del público acerca de quien debería ser proclamado vencedor. Las opiniones están divididas entre platea y popular, siendo la última la que hincha por el visitante. Pepe el Largo arroja un balde de agua a su jefe, despertándolo, y lo insta a escapar. Ya lejos del tumulto, Paco-Pum se siente humillado y fracasado, y emprende camino hacia otras tierras.

He aquí el primer ejemplo de lo antedicho. Mientras que Ferré vuelve a instalar de entrada la condición de subversivo del villano, insólitamente lo hace desistir de su propósito, cuando las condiciones parecían estar dadas para lograrlo. Esto así, porque Paco-Pum es el primero en recuperarse de la contienda pugilística, y porque además, cuenta con apoyo popular. Por el contrario, se proclama derrotado. Cabe preguntarse si la única disputa válida por el poder debe darse con Pi-Pío como antagonista, y en el territorio de Villa Leoncia.
Acto seguido, el príncipe se apiada de la desazón de Paco-Pum, e interpreta que no es malo, sino incomprendido. Y para enmendarlo, lo embarca -literalmente- en una tarea lícita: la caza de ballenas, para la comercialización del aceite.
La empresa se ve coronada por el éxito, pero el bandido, que estuvo a punto de ahogarse durante la cacería, y superó el percance, se agrava imprevistamente. Un veterinario le diagnostica “colitis encefálica”.
Siendo consecuentes con la caracterización que Ferré hizo hasta ahora del bandido, cabría la suposición que no le venía mal una diarrea que limpiase definitivamente su cabeza. Pero al armado de la historieta no le conviene que Paco-Pum se regenere, por lo tanto, el único que podrá “curarlo” (es decir, devolverle su idiosincrasia) es Calculín, aliado de su archienemigo.
Así, el tramo argumental, que parecía conducir a la consolidación del aspecto bueno del villano, vuelve a torcerse con un giro caprichoso, para retomar los cauces habituales. Daría la impresión que la historia, por momentos, guiada por su propia lógica absurda, sigue un curso autónomo de las intenciones del autor, y éste debe intervenir cada tanto para enderezarla.
El requerimiento al niño sabio, vía radial, llega de inmediato a una tranquila Villa Leoncia, pero sin revelar la identidad del enfermo. La necesidad de transportarse urgentemente al Polo lleva al diseño y construcción del segundo ingenio estrafalario de la serie, el “Frigidaire II”, mucho más sofisticado que los “cañones de engrudo”, del episodio de “Los piratas...”. El aparato se lanza con éxito al espacio alcanzando con rapidez la línea de puntos marcada en la viñeta final de la página como “límite máximo para dibujar”. Un personaje que observa el lanzamiento, comenta admirado: “Por poco se salen del límite de la historieta”... Quiénes? Los héroes, o el villano principal?

Un pequeño paréntesis en el largo y estrafalario trayecto del “cohete-heladera”: los héroes, al sobrevolar Andalucía, señalan la casa de su artífice. Resulta conmovedor que un García Ferré, nostálgico del lugar que había abandonado hacía siete años, regrese allí a través de su creación. También es de destacar la audacia y sobriedad -al mismo tiempo- de la autocita, que da cuenta una vez más de la libertad creativa con que se movía en Pi-Pío, muy lejos de las especulaciones sensibleras con que se manejó posteriormente, aún cuando anide en estos cuadros un incipiente anhelo de posteridad (*). Pero no se puede obviar, en la dirección que venimos analizando, el propósito de retornar a las fuentes ideológicas y fácticas de la historieta.
Sorteados los delirantes peligros del aterrizaje, Pi-Pío, Calculín y Ovidio, llegan a tiempo para “salvar” a un camuflado Paco-Pum. El sabio pone en marcha un imposible “sistema centrífugo-descongestionador para sacar pajaritos de la cabeza” (= ideas de regenerarse?).
Cumplido el tratamiento, se descubre la verdadera identidad del paciente. Pepe el Largo y Toto se apoderan del “Frigidaire”, para llevar a su jefe de retorno a Villa Leoncia, colaborando así en el encauzamiento de la serie. Han recorrido otras latitudes, tomado un poco de aire fresco... es hora de volver a casa.
Paco-Pum “recupera el conocimiento y a pesar de su estado de convalecencia ya se encuentra con ánimos de seguir haciendo de las suyas”, reza una didascalia. Y ya próximos a destino, el bandido -repuesto físicamente, y también en condición de tal- dice: “Ahora que Pi-Pío no está y yo me siento curado, nos haremos los amos de este pueblo”. Queda claro que la enfermedad no radicaba en su cuerpo, sino en haber perdido tanto su esencia como su espacio.
Los héroes, aunque demorados, se lanzan a la persecución a bordo de la rudimentaria “Cacerola” (trineo a motor, ideado por Calculín). Antes, habían advertido al pueblo del “Fart-West” del inminente peligro.
Doña Ursula, “autoridad máxima”, en ausencia de Pi-Pío, arenga a los habitantes para combatir contra el sempiterno enemigo.
Todo ha vuelto a la “normalidad”.
(*) Cuando esa posteridad comenzó a gestarse, en la etapa de Anteojito, G.F. opta por la modestia, y en la reedición de la página se lee: "la casa donde nació García Lorca".