
Seguramente habrá muchos que responden a esa caracterología, pero lo divertido es que él hablaba desde el lugar de autor legitimado por el tipo de publicación que llama del “mundo real”. O sea que le otorgaba valor absoluto a las leyes del sistema.
Recientemente, a raíz de los posts donde defenestro a inventos como Liniers, Rep o Maitena, le escribía al amigo Rodríguez Van Rousselt (y no es infidencia, ya que no menciono lo que él me contesta):”...la crítica también es hacer, en tanto resulte fundamentada y genere dialéctica. Ese es mi propósito, no el de dar rienda suelta a mi egotismo, que lo tengo, reconozco, pero que aplico a la actuación, exclusivamente. He descubierto con el tiempo que mi malestar con la historieta es síntoma de un malestar generalizado con la sociedad que vivimos. Creo que está todo patas para arriba, que la cultura de asimilación del contrario que inició el menemismo se ha impuesto hasta el punto de erradicar toda posibilidad de confrontación. Parece que fuera de mal gusto, de desubicado, de resentido, de frustrado (son los argumentos que a menudo me oponen) señalar lo que a uno le parece equivocado. Si no te gusta, no lo consumas, y listo (también el adversario dixit). Todo pasa por una supuesta cuestión de gustos. Gracias a eso, pueden ocupar un lugar notorio tipos que no llegarían a figurar ni a los premios en otro modelo social. La paradoja es que el estado de cosas les permite alcanzar determinado estadio, y ese estadio ya los legitima de por sí. Y llegar, generalmente, no implica talento, sino habilidad para relacionarse y trepar. Publican, tienen un grupito de boludos que los aplauden, les dan bola algunos medios y listo... Ya tienen el kioskito armado, y para siempre. No se los puede cuestionar, son intocables!!! Tiene que pasar algo muuuuuuuuuuuyyy grave, como el affaire Bucay, para que te bajen. En mi generación, publicar, estrenar, era fundamentalmente exponerse a la crítica. Apenas el comienzo de un camino. Te podían destruir de un solo golpe. Y no sólo los críticos. La gente estaba entrenada para pensar por sí misma. Hoy en día, lo peor que te puede pasar es que te ignoren. Entonces, tomo la historieta como paradigma de un estado de cosas. Podría tranquilamente hablar de política, de literatura, de teatro, de fútbol, y la base del discurso no cambiaría demasiado. La pobreza conceptual en todos los terrenos es alarmante. No tengo esperanzas de cambiar nada, pero al menos pienso que puedo hincharles las pelotas a algunos. Que sepan que no es tan fácil, que no todo el mundo se la traga.”La autocita viene a cuento, en primer lugar, de que no me siento comprendido en las generales de la ley Birmajer. Ni siquiera con la novela que he escrito. Considero que, siendo mi primera experiencia en el género, debe haber gente que escribe mucho mejor que yo como para merecer premios, o ser publicada por editoriales. Por otra parte, la temática que abordo no entra dentro de lo que está de moda. Y además, no formo -ni quiero formar- parte de ninguna camarilla literaria, lo que quizá facilitaría las cosas. No niego que me gustaría verla impresa. El libro es un objeto cultural de larguísima data y prestigio, como para ser sustituido rápidamente, en términos de períodos históricos. Bello, además. Pero esa aspiración mía jamás me conduciría a costear una autoedición, por ejemplo, como hacen muchos. Considero que eso sí constituye una acabada muestra de mediocridad y de egotismo, que da de comer a los buitres de algunas editoriales. Dunken, sin ir más lejos, que anuncia profusamente sus servicios -nada es casual- en la revista “Ñ”, de Clarín. Después del circo de presentación en la Feria y de los ejemplares regalados a los amigos, les queda a los pretensos literatos una enorme pila de papeles que podrían haberse usado para fines más nobles (no me refiero a la viuda, aclaro, que ya se apropió de Papel Prensa, patrimonio de todos los argentinos). Prefiero que “Las claves del indio” esté en un blog o disponible en la Mula para aquellos a los que le interese. Y como autor de teatro, antepongo que me estrenen (cosa que ha ocurrido en algunas oportunidades, por suerte) a la edición.
Siguiendo con las razones de la autocita: considero, por el contrario, que Birmajer sí se halla comprendido en las generales de la ley Dao. Inmediatamente, junto con la risa, percibí que su diatriba ñoñesca respondía a la indignación del “inatacable”. La furia propia del que “ha llegado” al olimpo de la letra impresa, contra las críticas de los que nunca “llegarán” a ocuparlo. Y el ataque del que su nota era indirecta respuesta, no podía provenir de otro lugar que no fuera un blog. Acababa de presenciar el efecto, tenía que hallar la causa.
No se si está muy difundido un buscador específico de blogs de Google. Por las dudas, dejo el link (ver). Resulta bastante eficaz. Con él hallé rápidamente la punta de la madeja de este asunto.
Se trataba del blog “Juicio Final” (ver) , donde en el primer lugar figuraba un post firmado por “Secretario General”, pero “Dictado telepáticamente por Floreal Céspedes (h)”, titulado “Pasión por la alcahuetería”, y que databa del 05/09/07. Allí se ataca un artículo, también de “Ñ”, en el cual el mismo Birmajer defendía, al parecer, los intereses de las corporaciones, en lo que respecta al tema de la piratería. Se lo califica de alcahuete y de “empleado del mes” (brillante!). Ya no me cabía duda de la correspondencia de epítetos, en tanto Birmajer, tres meses después, replica en su nueva nota ñoña, refiriéndose a los blogistas, en general: “Son poetas malditos en el ciberespacio, pero los más correctos empleados si alguna vez se les brinda la oportunidad”.
Como me encanta el puterío, y habiendo ya tomado partido decididamente por el telépata del “Secretario General” (aparte, para alertarlo y avivar el fuego, en la duda de si sus poderes habrían captado la ira del empleado ejemplar), comenté en el blog: “Mi estimado: leí en la última "Ñ" (22/12/07) un furibundo artículo de este muchachito Birmajer, titulado "Contra la blogalización". Deduje inmediatamente que se trataba de una respuesta indirecta a un ataque a su ego, realizado en algún blog. Se me ocurrió rastrear, y me encuentro con tu post. JUUUUUUAAAA!!!”A los pocos días reiteré la visita, para consultar si el telépata había dictado respuesta para mí, y encontré: “Sr.Dao: Usted es muy perspicaz, pero creo que sobredimensiona la autonomía de nuestro esforzado amiguito. Yo creo que la génesis del artículo ha salido de alguna charla entre dos jefes de Birmajer (una asistente editorial y un cadete, por ejemplo) que habrán llegado a la conclusión que, por más cretinos y vulgares que sean los libros que ellos editan, no falta algún blog igualmente ordinario y chato. Por tanto, algún lector podía perderse. Y allí salió Birmajer a hacer el triste papel...”.Divertido por el guiño y por la consecuencia de Floreal Céspedes (h) en su discurso dictado, acerca del dictado discurso del historietista que posa de escritor célebre, me olvidé del asunto. Debo decir, sin embargo, que antes de hacerlo, no quedé muy convencido de la absoluta falta de autonomía del guionista de Fierro devenido en Borges redivivo. Grave error de mi parte, y contundente acierto del telépata. Tratándose de medios de comunicación, una vez puede ser casualidad. Dos, ya no.
Obligado a comprar la edición de martes y miércoles del pasquín de la viuda, por los “fascículos” de los que hablé (el segundo, al menos, es en color), y tratando de hacer rendir al máximo mi erogación, ayer -todavía en vacaciones, lo que me permite también escribir estos extensos posts- me puse a leerlo.
A poco andar me encuentro, en lugar destacado, con una nota firmada por el sociólogo y docente de la UBA Christian Ferrer. La foto lo muestra menos acartonado que el guionista de historietas, y más cercano al look de “intelectual progre”. Las apariencias me engañaron, en esta oportunidad. El libelo que firma, bajo el pomposo rótulo de “Debate”, se titula “Blogs o el espectáculo del yo” (ver), y va bastante más allá de nuestro Dostoievski. De nuevo la mira está puesta en los literatos virtuales, aunque por momentos se vuelve más abarcativa y ataca los intelectuales que elijen la web como medio de expresión de sus ideas. Desestima cualquier poder revolucionario de la Internet, y remite estos fenómenos a antecedentes históricos impresos, ya sea en revistas literarias o en “secciones concedidas por los diarios -el subrayado es mío- a las letras y a las bellas artes”. Esta curiosa visión de la cultura, dependiente de mecenazgos (que la viuda de Noble, por otra parte, gusta de ejercer autoritariamente -recordar el episodio de “El Anatomista”), se ratifica en el siguiente párrafo:
“No obstante, se sabe que de tales grupos literarios o intelectuales la posteridad picotea, a lo sumo, algún autor, algún título, si es que lo hace.”
De qué se trata exactamente, “el picoteo de la posteridad”? De qué depende? De suerte? De talento? De que la Fundación Noble premie a los que se portan bien? O se trata de un pícaro eufemismo alusivo a algún estertor erótico de la viuda con escritores jovenzuelos ansiosos por trepar?
Claro que todo el tiempo campea en el artículo -como ya dije- una deliberada confusión entre los blogs literarios y lo que el sociólogo llama blog "de ideas".
Vean como la maneja hábilmente en su discurso:“Ya es bastante difícil escribir dos o tres buenos ensayos o ficciones al año. La sola idea de publicarlos tres veces al día da vértigo, salvo que la opinión, por sí misma, haya devenido en género literario hegemónico, no menos que el carneo, el vómito y la maledicencia, juicios soeces que abundan en ese módico circo romano aunque sin el gracejo que el ingenio popular suele dejar en las paredes de los mingitorios públicos.”Casi inmediatamente, en abierta contradicción, se afirma:
“Y por cierto, que los matutinos debatan la naturaleza de estos sitios informáticos es algo muy natural, puesto que nada hay más parecido a un diario que un blog con pretensiones culturales. Ambos han de ser llenados todos los días.”
Según estos párrafos, primero parece que fuera imposible escribir diariamente con calidad (acoto: obviamente que no un cuento o novela, aunque sí opiniones), pero después es natural, puesto que los diarios lo hacen.
Por otra parte, resulta una falacia absoluta y una burda desacreditación afirmar que los bloggers “llenan espacios” compulsivamente cada día. Al contrario de los periodistas de un diario, ejercen su labor con absoluta libertad. Escriben cuando se les da la gana, cuando tienen algo para comunicar. Puede ser diez veces en un día, o una a la semana. Depende del blogger. También depende de las circunstancias, del tiempo que cada uno le pueda dedicar. Pero todo lo que se afirma en Clarín (e incluyo lo de Birmajer) combate esta anarquía y tiende a instalar la idea de la necesidad de una forma prefijada, de la que es imposible escapar. Y esa forma se presenta como una pirámide jerárquica: libros o diarios, en la cúspide; blogs, en la base. Hay en el escrito un denodado intento de “naturalizar” al blog, de despojarlo de su elemento más valioso: la imprevisibilidad. De neutralizar cualquier amenaza que pudiera llegar a provenir de él. El método consiste en ningunearlo, circunscribiéndolo a fenómenos actuales o del pasado, a lo ya conocido. Su ataque al yoísmo, desde el título mismo, es un ataque, por traslación, a la subjetividad. Por tanto, lleva un mensaje implícito: la reafirmación de la existencia de otro espacio, objetivo. El de los diarios, por supuesto. Extensible a los medios masivos de comunicación. Al Grupo Clarín, bah... Traducido en su totalidad sería: “No busquen nada nuevo en los blogs. Ese festival de la subjetividad ya lo tenemos manyado desde hace rato. Lo que realmente importa, lo que es serio y tratado objetivamente, lo encontrarán en lo que nosotros vendemos.” Lo nuevo, Ferrer, Birmajer, Clarín, es el alcance masivo que tienen los blogs. Eso es lo que los moviliza a ustedes -bajo las órdenes del Grupo- a escribir tanto sobre el tema. Y en cuanto a objetividad, les doy la razón. Nadie, objetivamente, defiende más ni mejor los intereses del sistema capitalista de producción que sus patrones, de los que ustedes son tristes voceros.
Como se verá, aquella teoría del telépata que relativicé, ahora se me aparece como absolutamente real y en una dimensión mucho más abarcativa. Ya no se trata del monopolio de la literatura, sino de la comunicación toda. Los blogs comienzan a ser una amenaza para el Grupo Clarín. “Cómo hacer para atacarlos sin darles prensa, y sin que se den cuenta de los verdaderos motivos que tenemos para combatirlos?”, se deben preguntar algunos con cargos jerárquicos un poco mas importantes que el de asistente editorial, como aventura el amigo telépata. La respuesta está en los escritos de los empleados del mes de diciembre (Birmajer) y de enero (Ferrer). Y revisando algunas “Ñ”, advierto que estos aplicadísimos siervos no son los únicos que han escrito al respecto. En la edición de la revista del 12/01/08, Nº 224, en la nota “El ensayo en tiempos del blog”, se afirma, desde el encabezamiento mismo: “Anfibios, se mueven entre la palabra impresa y la virtual, la erudición y la cultura pop. Sus escritos para los blogs han ido a parar a libros de éxito.” Aunque aquí es evidente que ha funcionado una estrategia temporaria de morigeración, se puede advertir que la línea sigue siendo la misma: no existe otro destino último de la escritura, ya sea literaria o de opinión, que el del papel impreso (“por nosotros”, tendrían que agregar).
Pero no se debe tratar, creo, de una cuestión de más o menos ventas. Intuyo que avizoran la posibilidad de que se ponga en crisis la credibilidad misma de los medios de comunicación, del intocable “cuarto poder”, en tanto sea la gente quien salga a opinar y esas opiniones sean leídas por gente que a su vez opine. Qué pasa si aparecen otros temas, diferentes a los que ellos acostumbran a imponer diariamente desde los titulares? Qué pasa si se dicen cosas que ellos necesitan tapar? Qué pasa si se ponen en crisis los valores consolidados del sistema? Podría llegar a ser el blog, o cualquier tipo de comunicación surgido de la web, una nueva forma de subversión? A esta altura, estoy convencido que lo están temiendo. Por más que Ferrer simule que se trata de un simple “barullo” cibernético, provocado por adultos que buscan ser incluidos socialmente, antes de que los terminen pasando por encima las nuevas generaciones. Sigue la falacia, el disfraz : Para ellos, la forma de inclusión es única y pasa por donde ya sabemos. En consecuencia, un tipo que opina o publica su obra en un blog, es (debería ser) un excluido social. Y nótese además, cuál es la franja generacional que más les preocupa: aquellos que por edad o formación puedan haber alcanzado un grado de solidez ideológica. O sea nosotros, los resabios setentistas que no alcanzaron a eliminar del todo.
Insisto, huelen el peligro... Existen blogs, por ejemplo, de economistas, con sólida formación -no en la escuela de Chicago, por supuesto-, que dan cuenta de una realidad muy distinta a la que conviene mostrar al sistema, y que suman infinidad de visitas diarias, incluso de periodistas profesionales. En otros sitios, se repudia libremente la brutal injerencia yankee en el planeta. Se reivindica el accionar de grupos como la FARC, u organizaciones musulmanas. Se elogia a Chávez, ese “morocho marginal, impresentable, al punto que el mismísimo rey de España tuvo que hacerlo callar”, como lo caracterizarían algunos de lo que escriben u opinan en el “mundo real”. En la web se puede, con un simple click, denunciar el hambre, la violencia cotidiana ejercida ya no por la delicuencia, sino por el poder, que es otra forma de la misma, las violaciones a los derechos humanos, la injusticia generalizada, los millonarios negociados, la hipocresía de la penalización del aborto o de las drogas. Este también es el “mundo real”, Birmajer. Y allí queda... para que millones puedan enterarse de su existencia.
Claro que la maravillosa herramienta es utilizada muy a menudo por otros chupaculos concientes del sistema, o por idiotas funcionales al mismo. Son los que siguen repitiendo el discurso exitista que tan bien aprendieron (y por eso saben disimularlo mejor) Birmajer o Ferrer: “no publicaste un libro, no estás en los diarios ni en la televisión... no sos nadie, no existís! CALLATE!!!”.
Y este grito, esta orden, en realidad, es cada vez más fuerte. Contrasten, si no, los artículos del historietista y del sociólogo y verán como sólo en un mes, con una simulada tregua de por medio, se redobló la virulencia contra los bloggers. Aparte del hecho de pasar de la “Ñoña” al cuerpo principal del diario.
Podrá parecer un poco extremista y hasta paranoico lo que afirmo. Pero el Grupo Clarín viene haciendo estragos con los contenidos de los medios que maneja. Un claro ejemplo es Radio Mitre, donde acaban de volar el último bastión de inteligencia, herencia de Castelo, y donde impera actualmente Daddy Brieva y otros de su calaña. Ni hablemos de Canal 13.
Un artículo que leí hace poco, y que inevitablemente asocio ahora, me termina de convencer de que no exagero. Está publicado en “El Amante” de diciembre (Nº 187), aunque también se puede bajar de aquí (ver). Es muy extenso, pero recomiendo leerlo completo. Está escrito nada más ni nada menos que hace catorce años, y conserva una increíble vigencia. Lleva la firma de Claudio Uriarte, un periodista recientemente fallecido, y que en su última etapa fue raleado de los medios de comunicación, por escribir cosas como ésta:“La resistencia es difícil, y probablemente sin esperanzas. Sin embargo, el sistema, por la misma lógica de su sobreextensión totalitaria ha dejado libre un espacio: la posición del disidente, única figura de oposición posible en una sociedad sin oposición. El disidente es el problemático opositor en sociedades de totalitarismo consensuado, sea en su vieja versión, policial y oscurantista (viejos regímenes del Este) o en su formato iluminista, progresista, reluciente y moderno. El disidente tiene fundamentalmente un “contra qué” estar, no necesariamente un “para qué”. El disidente correctamente carece de esperanzas en el “proletariado” o el “pueblo” (una manga de canallas con vocación de informantes policiales), pero no cede al consuelo del colaboracionismo progresista y se mantiene en su reflexión crítica solo, estoicamente, le cueste lo que sea, como si fuera un iluminista de nuevo tipo; quizás (para parafrasear libremente a Adorno) como un iluminista negativo.
Ya no es posible reeduitar el Iskra, pero sí consumar una modesta proposición: el “diario” aperiódico, que debería salir sólo de vez en cuando (cuando hubiera novedades, cuando hubiera algo nuevo que decir), que resistiera toda lógica y presentación de mercado, renunciara a toda homogeneidad ideológica y se propusiera y circulara como consigna y como forma de reconocimiento y supervivencia de una diáspora de individuos anónimos, asilados y dispersos. El “diario” aperiódico, periódico del antiperiodismo, quizá ni siquiera debería tener nombre.”No hay que esforzarse mucho para entender que ese “diario aperiódico” que proponía Uriarte, hace catorce años -propuesta por la que, entre otras cosas, lo hicieran desaparecer de los medios-, está representado hoy en día por muchos blogs. Y que éstos generan, en los factores de poder, el mismo temor que generaba el discurso visionario del periodista fallecido. Aunque ahora, por suerte, les va a resultar un poquito más difícil sacarlos de circulación.