Hay en Youtube dos o tres videos que ejercen en mí una extraña fascinación y a los que vuelvo cada tanto. Son musicales, pero cifran extraordinarias cuestiones de actuación.
Uno de ellos es La bien pagá, canción que data de la década del '30. Resurgió a fines de los '80, merced a la película Las cosas del querer, donde Manuel Bandera interpreta apenas veladamente a Miguel de Molina. Pero la versión a la que me refiero es la del propio Miguel de Molina.
La escena -de poderosa teatralidad- transcurre en un salón de baile donde el cantante irrumpe a dirigirle a una mujer sentada a una mesa con otro señor (que permanece inmutable), terribles reproches a través de la letra del cuplé.
Aparte de su voz incomparable, es sorprendente la estilización que Miguel de Molina realiza de una virilidad que a todas luces no forma parte de su real personalidad.
Más sorprendente aun es la mirada y la sonrisa casi despectiva de la mujer. Se diría -en un plano de metalenguaje- que no cree en la hombría de quien la increpa. Siempre muda, sobre el final de la canción, muy sutilmente, parece acusar el impacto de las recriminaciones.
La belleza, la sensualidad, el erotismo que emanan de esa actriz son perturbadores. Para usar una frase clásica: una mujer así sería capaz de arrastrar a la perdición a cualquier hombre.
No sabía de quien se trataba, hasta que me encontré con esta nota, aparecida en Loco Lindo N° 9, de septiembre del '55 (sí, justo esa fecha).
Del nombre de la actriz, Maruja Montes, al título de la película en la que actuó con Miguel de Molina, de donde proviene la escena que describo, sólo había un paso. Se trata de Ésta es mi vida, estrenada en 1952 y dirigida por Román Viñoly Barreto.
Me digo que no debería verla, que podría resultar una decepción, que lo mejor sin duda debe estar en esa formidable escena de menos de cinco minutos, localizable en Youtube.
Pero quizá un día no me haga caso y la vea... sólo por esa mirada.