En diciembre del año pasado salió a la venta un libraco de 920 páginas titulado “El navegante de la imaginación. Vida y trayectoria de Héctor Locurátolo Torino”, por el personaje del título.
Obviamente no me sorprendió. Del Pópolo venía amenazando desde hacía años con publicarlo y había realizado para ello numerosas entrevistas (alguna paga, me enteré) a dibujantes que conocieron tangencialmente a Torino. Quién sabe por qué razón él los tenía como fuentes autorizadas.
Incluso más... me pidió cita a mí y un día se apareció por casa con una bolsa de revistas "El Conventillo de Don Nicola" en una mano y con un paquete de masitas secas en la otra, tal si fuese una invitación entre señoras para la hora del té.
Pretendía que le identificase –él tiene una grave dificultad para reconocer trazos- a los autores de las portadas, la mayoría de ellos mancos de las dos manos. A poco andar, fastidiado, alegué que flaco favor le iba a hacer a quien se proponía homenajear mostrando en su libro esas tapas. Es bien sabido que Torino, genio como historietista, resultaba un tiro al aire como editor. Así que lo mandé de vuelta con sus masitas y sus revistas.
No obstante estos antecedentes, a más del reciente enojo de Del Pópolo conmigo por los "Grafodaos" y de tratarse de una edición de autor (es decir sin supervisión editorial ni comercial alguna) que desde su precio mismo -$ 15.000- renunciaba a cualquier pretensión de masividad, la aparición del libro me pareció digna de ser saludada en mi muro de Face. En definitiva uno ha peleado mucho para que se revalorice a Torino.
Le di la bienvenida con imagen y todo, sin hacer mención alguna al collage con estrellitas de fondo que tampoco invita a comprarlo, ni que el tomo se muestra inmanejable (dos resmas A4 con tapa blanda), tipo guía telefónica, ni algún que otro cotilleo desfavorable que me llegaba sobre la edición. Me porté como un duque.
En días posteriores veía aparecer a Del Pópolo en fotos con distintos especímenes de la fauna historietística a los que les regalaba el libro a cambio de esa publicidad un tanto inocente y de dudosa eficacia. Calculé que si seguía así, en tren de despilfarro, los ejemplares que le quedasen, ni aun vendiéndolos en su totalidad (algo bastante improbable dado el precio), le iban a alcanzar para cubrir la inversión en la módica -aunque millonaria- tirada. Tirada, sí... la plata y la oportunidad de homenajear a Torino.
Porque de pronto entendí que en realidad el objetivo de Del Pópolo consistía en homenajearse a sí mismo.
Aun así estaba en su derecho. Era su plata y con ella se daba el gusto de comprar fotos con aquellos que él suele llamar "grandes" (adjetivo que le endilga a cualquiera, hay que decirlo), para tener su minuto de fama y sumarse al panteón de la "grandeza" de la historieta argenta.
Hasta ahí me causaba un poco de gracia. Sobre todo conociendo a Del Pópolo, que siempre se mostró humildito y que de pronto estallaba de fatuidad en las redes posando como escritor consagrado.
También me daba un poco de lástima que haya sido víctima de la codicia de un imprentero bruto... pero bueno, rehusó asesoramientos, me consta.
Luego, empezaron a llegarme noticias de lo mucho que había tomado de este blog, que visitó varios años, hasta crear el suyo propio.
Además parecía haber extractado otro tanto del sitio de Facebook dedicado a Torino, un trabajo de elaboración colectiva, con Berni Torre a la cabeza, en el que participé activamente junto a otros coleccionistas. Allí se pudo rescatar y editar todo "Conventillo" en "¡Aquí Está!", gracias al consentimiento otorgado por Gustavo Middelhoff, sobrino nieto (y ahijado) del creador de Don Nicola y gran amigo mío desde hace más de una década.
Largué unas pullas privadas en Facebook, que sirvieron para que inmediatamente Del Pópolo se victimizara buscando adhesiones.
Ante mis chicanas en la red social, le brotaron defensores alegando que en el libro se me cita, reiterada y respetuosamente.
Repliqué con una pregunta: habiendo tantas referencias a mi blog -incluidas imágenes, hasta una mía que no es pública-, y además material del grupo torinense, ¿dónde se ubicaría la elaboración propia? ¿En la consulta a una "fuente autorizada" que después de leer el libro me confesó que le hubiera gustado conocer más a Torino, ya que lo frecuentó breve y ocasionalmente en su vejez? ¿O a otra que cuenta, como valioso retrato del dibujante, que saludaba imitando a Mussolini? ¿O el rescate, en una charla casual que tuvo con mi amigo Gustavo, del detalle que a su tío abuelo le encantaba tomar sopa de verduras? Si incluso delega la atribución de autoría de todo un capítulo al mismo Gustavo (literal en el índice: "por Gustavo Middelhoff"), a partir de la desgrabación de otra conversación informal.
Todo indicaba un fenomenal desconocimiento de cómo se maneja el material de investigación en cualquier campo, cómo se lo presenta, cuál es el lugar que ocupan las fuentes a las que se recurre y cuál –fundamentalmente- es la mirada personal del autor sobre el asunto a tratar.
Seguía divirtiéndome y sin hacer pública ninguna crítica. Esperé a que algún contacto –del grupo de los obsequiados- me mostrase un ejemplar para corroborar los rumores y ver si ameritaba o no algo más que un poco de puterío.
Ahora, una vez ojeado el bodoque, ya no me divierte. Y sí amerita este posteo público.
Porque la cuestión no pasa solamente porque Del Pópolo es más un compilador de trabajos ajenos que el autor que se pretende. Lo que enoja es que destroza esos trabajos sin criterio alguno, tomando frases descontextuadas, a veces solo adjetivos.
Cita, claro. Pero cita mal.
Si de citas hablamos, cabría aquí citar a Shakespeare con aquello de "un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido".
Ni de lejos resulta honorífico para mí que me cite Del Pópolo, que a lo sumo puede tener habilidad de bibliotecario para la cronología y el orden del material (más de una vez le he reconocido esa virtud de la que carezco), pero ningún criterio para distinguir lo accesorio de lo fundamental; lo anecdótico, en tanto cifra de algo más profundo, de la liviandad del chisme retro; lo medular de un creador, de sus barquinazos para ganarse la vida; la Biblia del calefón y varios etcéteras.
A más, este es un blog que se nutre de hallazgos que producen hipótesis temporarias, las que luego son engrosadas o desmentidas a través de nuevos hallazgos, un work in progress permanente. No se puede extractar de acá y de allá como si tratase de asertos pensados para un libro. Y de forma abusiva e inconsulta como lo hace Del Pópolo en "El Navegante de la imaginación" (yo hablé de Torino como "El cronista delirante", de Quinterno como "El urdidor de vínculos" y de Mazzone como "El creador de tipos" y él tuvo que exprimirse la sesera para emularme... le salió algo más afín a Colón que al creador de Don Nicola).
El colmo es que no le alcanza con tomar mi blog como fuente, también recurre a comentarios hechos por mí en el grupo de Facebook de Torino. O sea, al equivalente a una charla de bar, donde uno opina desde la inmediatez, despreocupado de redacción, estilo, correcciones. Desde un lugar relajado que no me permito nunca en otro tipo de publicaciones. Y Del Pópolo recopila mis dichos y los reproduce, tal si ostentasen rango de disertaciones en un claustro universitario.
¿A alguien le cabe alguna duda que si yo hubiera querido escribir un libro sobre historieta cómica argentina lo hubiese hecho? ¿Y mejorándome a mí mismo en calidad de escritura y profundidad de investigación?
¿Por qué tendría entonces que soportar que otro venga a ponerme en letra impresa? ¿Y de una forma tan arbitraria, tan torpe, tan burda? Y abusiva e inconsulta, repito.
El trabajo de décadas, tanto mío como de otras personas, convertido en una enciclopedia boba, un Libro Gordo de Petete, un Reader´s Digest de Navidad.
Por supuesto que si se tratara de algunas imágenes con la pertinente cita o de unas cuantas frases aisladas tomadas de aquí y allá, no hubiese expresado el más mínimo reparo. Pero ojeando el libro me tropezaba a cada paso conmigo mismo. O lo que es peor: conmigo según Del Pópolo.
Lo perpetrado por este sujeto ameritaría inclusive una acción legal.
"Lo que se suele tener en cuenta es que la cita no exceda los mil caracteres y que se incluya en el texto solamente para explicar o desarrollar alguna cuestión puntual en relación al tema del texto. De otro modo, si bien el fragmento puede mencionar la fuente y no constituir plagio, lo que se está haciendo es darle a leer a un lector el trabajo de otro, de alguien que previamente trabajó para que ese texto o idea o razonamiento exista, sin pagarle por el trabajo que desempeñó". Este texto es del Dr. Pablo Slonimsqui, abogado especialista en derechos de autor. Explica exactamente lo que ha hecho Del Pópolo en el mamotreto de referencia y me habilitaría a presentarme ante la Justicia demandándolo.
Lo pensaré... no sé si da para gastar tiempo y energía. Aparte, no creo que en el fondo haya existido mala fe. Solo el ansia de protagonismo de un hombrecito gris. Y una ignorancia supina para discernir entre las facultades de autor y las de un mero compilador, que eso es Del Pópolo. Un pésimo compilador, de paso sea dicho.
Tampoco es que me proponga desalentar la compra del libro. Ni siquiera me voy a meter con la diagramación, la calidad de impresión y varios otros tópicos criticables. Es más, les informo el lugar donde lo venden: la comiquería de Tony Alfil. Lo da en tres cuotas sin interés y hace envíos a todo el país.
Son dueños, si se quieren solazar con un mamotreto lleno de citas sin contexto, anécdotas fútiles redactadas como para nenes de jardín de infantes y montones de dibujitos que ya figuraban en la web (están las tapas de los mancos de las dos manos; no me hizo caso, por supuesto, la tozudez es otra de sus características). Seguramente habrá muchas personas a las que eso les gusta. Lo único original son las fotos familiares de Torino, que le confió mi amigo Gustavo.
Lo que sí pido encarecidamente es que si deciden invertir quince lucas en las dos resmas A4, pasen de largo cuando me encuentren citado.
Ahora los que de verdad quieran conocer mis reflexiones sobre Torino, cliqueen en este blog a la derecha en la etiqueta con su nombre, y vayan recorriendo los posteos desde los más antiguos a los más nuevos. No necesitan leer todo. Con una simple mirada a vuelo de pájaro entenderán de qué se trata el work in progress del que hablo y la razón de mi queja. También pueden repasar en YouTube los capítulos de "El Altillo Recargado", aquellos en los cuales Torino confluye con Mazzone. Allí verán por ejemplo que lo de "Torinín" es algo más que el rumor de un préstamo impago, como interpreta el remero de lo prosaico.
Y por último... ruego que a nadie se le ocurra nunca hacerme figurar en el podio de los "grandes".
Dejémosle ese lugar a gente como Luisito, que tanto lo anhela.