Este blog supo tener picos de 500 vistas de páginas diarias (en épocas de puteríos, eso sí), y actualmente registra un promedio de algo más de 100. Constato, al menos, que la mayoría no provienen de pasajeros casuales, dado que el número de visitas es más o menos la mitad que el de las vistas de páginas. O sea que muchas de las personas que ingresan, hacen click dentro del blog. El tiempo que permanecen, que sería un índice para calcular el nivel de lectura, es difícil de determinar a través de los contadores, que no se preocupan mayormente por dicho ítem.
Porque los comentarios -principales indicadores de lectura- también han descendido. En la última semana, sólo tres gorilas -o uno sólo asumiendo distintas identidades- han opinado, y en el post de la Legrand y en el de Arispe (un excelente dibujante, y un tipo inteligente, sin duda, que ha ligado de rebote el encono que provoca en algunos mi tendencia política).
No es que aquí no se siga hablando principalmente de historieta, ni que la frecuencia de posteos se haya espaciado, al contrario. Asumido el costo en visitas de erradicar el puterío, el nivel de público había alcanzado un plafond aceptable para mí, lo mismo que la participación.
Está el mundial, y todo eso, pero el descenso lo vengo registrando como tendencia desde hace un tiempo. Tengo en cuenta, además, que he mudado mis otros sitios aquí, con lo que teóricamente tendría que darse el fenómeno inverso.
Si bien he constatado que algunos blogs de historieta que visitaba han quedado inactivos, otros no lo están, y supongo (no me pongo a revisar como les va a los demás) que siguen siendo concurridos. Cabe, claro, la posibilidad que mis posteos resulten cada vez menos interesantes y/o repetitivos, por más que yo crea que es al revés.
En la Argenta, el único grupo en el que permanezco, se registra, sí, una disminución de la participación, aunque algunos lo atribuyen a que allí se ha infiltrado lo político, imputación que me involucra.
Sin embargo, y sin datos estadísticos de ningún tipo, como se ha visto, sospecho que el mundo de la web está marchando hacia el Facebook.
Comentaba en un blog amigo, hace poco, que yo reniego incluso del chat, y siempre me aferré a la "vieja" costumbre del mail, que de algún modo conserva la tradición de la carta. Me pasa ahora que muchas veces no obtengo respuesta y tengo que irme al Facebook para encontrar a los destinatarios. Y continuaba diciendo: "Además está eso que suena a canario de historieta, en lo que ni siquiera me adentré, y que parece amenazar al propio Facebook. Creo que en estos espacios se recoge la corriente del Fotolog (una antiguedad!) y de los blogs confesionales, más chat, más grupos, con lo que se arma un verdadero conventillo. Dudo que ese tipo de comunicación caótica constituya un avance. De todos modos, ya las mudanzas me superan, y trato de resistir desde los espacios 'tradicionales'."
Y resistir es hacer lo que se puede en condiciones adversas. Lo que no implica, claro, que uno tenga siempre el espíritu en alto. Tampoco se trata de caer en amenazas histéricas, como la de algunos bloggers, que viven anunciando el cierre, para generar reacciones. Menos aún de coercionar comentarios.
Entonces, es posible que la resistencia se traduzca en escribir exclusivamente sobre aquello que individualmente me moviliza. Que no es lo mismo que hacerlo, además, en función de las provocaciones que puedan surgir, a partir de los lectores. Que no es lo mismo que complacerlos.
Se trata, quizá, y en definitiva, de hacer honor al mote de "loco" que me han puesto y asumo, para -en tanto tal- terminar hablando sólo, cuando (y de lo que) se me de la gana.