En los '70 vi una película donde un panadero de pueblo cargaba un día a su madre en el sidecar de la moto y salía con ella a matar gente. No bien terminada la proyección, me quedaron ganas de volver a verla. Tuvieron que pasar casi cuarenta años para que cumpliera ese deseo. Durante décadas -habiendo olvidado director, actores y título-, pregunté muchas veces por ella a amigos cinéfilos dando detalles del argumento. Parecía que yo era el único que la había visto. Hace poco, volvió a mi memoria, y me dije que llegada la era de internet, todo era posible de hallar. No fue tan fácil como con otras. Poniendo palabras claves como "sidecar" y "panadero" en el google, después de varios infructuosos rastreos y de probar de diferentes formas, por fin apareció. Se trataba de un trabajo de dirección -el primero de dos, me entero ahora- de Jean Louis Trintignat: Une journée bien remplie (Un día bien aprovechado) y databa exactamente de 1972. Ya con estos datos, pude bajarla de la gloriosa Mula.
El afamado actor francés construyó -como guionista, además- una curiosa comedia de humor negro, género en vías de extinción hoy día. Casi carente de diálogos, y exenta de cualquier psicologismo, la linealidad del guión podría resultar en previsibilidad. Ese temor se desvanece inmediatamente. El atractivo radica no sólo en la modalidad de cada crimen, sino también en los vericuetos narrativos, en pequeñas trampas para despistar, en datos que van completándose de a poco, en los inconvenientes que van surgiendo en la empresa de liquidar a nueve personas en un mismo día.
El panadero está interpretado por un excelente comediante: Jacques Dufilho.
Exhibe impasible ante sus víctimas, antes de ultimarlas, la foto de un adolescente obeso, con anteojos y traje de marinero. Se sabrá después que es su hijo al que un jurado condenó, a los 22 años, a la pena de muerte. Y allí, en la venganza, está el móvil del asesino ya que los sentenciados han sido los miembros de ese jurado.
Lleva anotados escrupulosamente y de antemano en un cuadernito los siguientes ítems: localidades, lugares específicos (ruta, hospital, departamento, teatro, etc.), armas a utilizar (grúa, poleas, coche, flores, ballesta, etc.), nombre de las víctimas y horarios en que se debe consumar el asesinato.
Cuando algo falla en el plan, aún cuando ya es perseguido por la policía, se detiene, obsesivo, a realizar las correcciones necesarias: retrasos horarios; tacha caldera y anota gas; en lugar de electricidad, consigna revólver. Además, pone un signo de interrogación junto al anteúltimo nombre. Sucedió que por una confusión en la víctima se le hacía tarde para el siguiente crimen, y tuvo que dejar a su madre a cargo de la ejecución. En el momento de la anotación, no sabe aún si ella logró su cometido, y de allí el “?”.
La máscara de Dufilho remite a la brutalidad del mono, pero a la vez su comportamiento tiene mucho de liviandad chaplinesca. Las referencias a esa estética campean en toda la película. La secuencia de un batallón de soldados protegiendo a la última víctima, una anciana, en su granja, desde los preparativos iniciales hasta que -capturado el asesino, y creyendo finalizado el peligro- la despiden con sus pañuelos, denuncia abiertamente códigos cine mudo. También, por momentos, el film parece homenajear la vertiente francesa de Tati.
El panadero es reacio al revólver. Lo rechaza cuando su madre se lo ofrece como alternativa a una medieval ballesta. Pero, en otra ejecución, ante una emergencia, debe finalmente usarlo. De inmediato parte a su nuevo objetivo. Mientras transita en bicicleta, en un anuncio callejero se ve la figura de Lucky Luke. La película está llena de pequeños y deliciosos detalles como éste.
Otra perlita consiste en la fugaz aparición del propio Trintignat dirigiendo. Pero no su film, sino una puesta de Hamlet, al aire libre.
En el final, cuando un nuevo jurado condena al asesino, se ve a sus ancianos padres, con antiparras de motoristas, tomando fotos de los miembros.
Coincidentemente, en 1973, o sea un año después de estrenada la película de Trintignat, aparecen dos más con temáticas similares. La más recordada Theatre of blood, con el gran Vincent Price, a la que me referí en los inicios de este blog ( VER ) y la nacional Las venganzas de Beto Sánchez, dirigida por Héctor Olivera, con guión de Ricardo Talesnik, y protagonizada por Pepe Soriano.
El afamado actor francés construyó -como guionista, además- una curiosa comedia de humor negro, género en vías de extinción hoy día. Casi carente de diálogos, y exenta de cualquier psicologismo, la linealidad del guión podría resultar en previsibilidad. Ese temor se desvanece inmediatamente. El atractivo radica no sólo en la modalidad de cada crimen, sino también en los vericuetos narrativos, en pequeñas trampas para despistar, en datos que van completándose de a poco, en los inconvenientes que van surgiendo en la empresa de liquidar a nueve personas en un mismo día.
El panadero está interpretado por un excelente comediante: Jacques Dufilho.
Exhibe impasible ante sus víctimas, antes de ultimarlas, la foto de un adolescente obeso, con anteojos y traje de marinero. Se sabrá después que es su hijo al que un jurado condenó, a los 22 años, a la pena de muerte. Y allí, en la venganza, está el móvil del asesino ya que los sentenciados han sido los miembros de ese jurado.
Lleva anotados escrupulosamente y de antemano en un cuadernito los siguientes ítems: localidades, lugares específicos (ruta, hospital, departamento, teatro, etc.), armas a utilizar (grúa, poleas, coche, flores, ballesta, etc.), nombre de las víctimas y horarios en que se debe consumar el asesinato.
Cuando algo falla en el plan, aún cuando ya es perseguido por la policía, se detiene, obsesivo, a realizar las correcciones necesarias: retrasos horarios; tacha caldera y anota gas; en lugar de electricidad, consigna revólver. Además, pone un signo de interrogación junto al anteúltimo nombre. Sucedió que por una confusión en la víctima se le hacía tarde para el siguiente crimen, y tuvo que dejar a su madre a cargo de la ejecución. En el momento de la anotación, no sabe aún si ella logró su cometido, y de allí el “?”.
La máscara de Dufilho remite a la brutalidad del mono, pero a la vez su comportamiento tiene mucho de liviandad chaplinesca. Las referencias a esa estética campean en toda la película. La secuencia de un batallón de soldados protegiendo a la última víctima, una anciana, en su granja, desde los preparativos iniciales hasta que -capturado el asesino, y creyendo finalizado el peligro- la despiden con sus pañuelos, denuncia abiertamente códigos cine mudo. También, por momentos, el film parece homenajear la vertiente francesa de Tati.
El panadero es reacio al revólver. Lo rechaza cuando su madre se lo ofrece como alternativa a una medieval ballesta. Pero, en otra ejecución, ante una emergencia, debe finalmente usarlo. De inmediato parte a su nuevo objetivo. Mientras transita en bicicleta, en un anuncio callejero se ve la figura de Lucky Luke. La película está llena de pequeños y deliciosos detalles como éste.
Otra perlita consiste en la fugaz aparición del propio Trintignat dirigiendo. Pero no su film, sino una puesta de Hamlet, al aire libre.
En el final, cuando un nuevo jurado condena al asesino, se ve a sus ancianos padres, con antiparras de motoristas, tomando fotos de los miembros.
Coincidentemente, en 1973, o sea un año después de estrenada la película de Trintignat, aparecen dos más con temáticas similares. La más recordada Theatre of blood, con el gran Vincent Price, a la que me referí en los inicios de este blog ( VER ) y la nacional Las venganzas de Beto Sánchez, dirigida por Héctor Olivera, con guión de Ricardo Talesnik, y protagonizada por Pepe Soriano.
Vos sos hombre de teatro, no? La semana pasada vimos "No Man's Land" de Harold Pinter con Michael Gambon y David Bradley. Algo glorioso!! En momentos de suprema exageracion pienso que Londres debe ser el mejor lugar del mundo para ver teatro.. Puede que no sea una verdad absoluta pero le anda raspando.
ResponderBorrarLe gusta Pinter, maestro? Es uno de mis favoritos.
ResponderBorrarMe gusta la textura de sus dialogos y la oreja que tiene para entender el sistema de hablar de las clases inglesas...Viste "El Sirviente" de Losey?
ResponderBorrarEs un excepcional guionista cinematografico, y un tipo de gran decencia politica.
Hoy ha sido un gran día para mí. Charlando con otra de esas personas cinéfilas, hablándole del argumento de la dichose película, de la cual olvidé actores, director, etc etc, tan solo comentábale yo el argumento, cuando metímos en el Google palabras clave como panadero, sidecar, madre, jurado, condena, y ¡ZAS!, después de 16 años de búsqueda aparece la dichosa película, el dichoso título que tanto tiempo llevo esperando, "Une journée bien rempli", y perdonen mi expresión, pero exclamé en voz alta "HIJA DE PUTA, POR FÍN APARECES", con una enorme alegría. Al leer tu comentario al respecto me pareció estar leyéndome a mí mismo. La buscaré en la mula y si no la encuentro ya contactaremos.
ResponderBorrarSaludos y gracias.
Me alegra, Juanma, que mi post te haya servido. A mi vez, tomo estas cosas como una pequeña devolución a todo lo bueno que la internet me ha brindado. Los que pertenecemos a una generación que nació y se crió sin ella, supongo que la valoramos más. Saludos.
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