Dos recuerdos.
1) “El show de los NN” titulaba una portada de Satiricón de
los ’80, segunda o tercer época, no se. El destape de los horrores de la
dictadura, un pozo séptico clausurado durante años que se abría ahora, daba
lugar a que el periodismo amarillista se solazara describiendo torturas,
desapariciones y muertes. De la mordaza al vómito cotidiano a toda hora.
2) Cuando algún descolgado, en los ’90, ante hechos
policiales, opinaba que era necesario instaurar la pena de muerte, yo respondía
que sí, que como no, que estaba de acuerdo, que empezáramos por Videla... El
tipo me miraba con cara de “qué tendrá que ver?”.
Visto a la luz de los ’90, aquel destape de los ’80, más que
un aprovechamiento de la prensa canalla, parecía tener un propósito sociológico:
digamos absolutamente todo lo más rápido posible, de modo que no haya tiempo de
procesar nada, y se olvide todo lo más rápido posible. Que, a lo sumo, si algo
tiene que quedar instalado en la memoria colectiva, que sea la teoría de los
dos demonios.
Y no sólo la prensa. El cine, la literatura, el teatro también
se ocuparon, a veces dignamente, otras de forma vil (habría que revisar ahora,
de todos modos, películas como “La historia oficial” para ver que calificativo
les caben en retrospectiva).
Entonces, la señora que en los ’80 seguía con fruición gran
guiñolesca disfrazada de indignación el Juicio a las Juntas, en los ’90, si
alguien sugería que había que empezar las condenas a muerte por los represores,
miraba con cara de “qué tendrá que ver?”. Además, en la iglesia, el cura había
hablado de Pacificación.
Y así estuvimos, hasta que llegó Kirchner.
La acción de “El
purpurado cuello”, de Jorge
Castelli transcurre en esa Argentina inmediatamente anterior al kirchnerismo,
donde la gente como uno sentía que la justicia era una farsa y la gente como
ellos también, porque no les bastaba con la impunidad, iban por más, querían la
reivindicación histórica. Y la otra gente, la que no era ni como uno ni como
ellos, vivía, como de costumbre, en una nube de pedos.
Castelli vuelve a todo
aquello que fuera tratado excesiva, prematura y livianamente, lo revisita y le
da una dimensión nueva. Enfoca un momento histórico que echa luz hacia atrás y
hacia adelante. Ese adelante es el que afortunadamente estamos viviendo.
Se lee de un tirón,
es altamente recomendable, busquenlán y comprenlàn...
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