Anduve entreteniéndome con dos sitios que abrieron en el Face, dedicado uno a Torino y otro a las comiquitas en general, pero con predomino de las que en mi infancia llamábamos "mejicanas". Eso renovó un rato mi alicaído entusiasmo por el coleccionismo (en realidad no me entusiasma nada, últimamente) y me aboqué a pavonear viejas y nuevas adquisiciones, ya que también obró como estímulo para salir de cacería.
Cumplo ahora con el blog exhibiendo algo de las últimas compras. Entre las más fresquitas (de esta misma mañana) están el Rocambole, La Muerte de Súperman, y los ejemplares de Torino y Mazzone.
Resulta que hace un tiempo le obsequié a un amigo un Rocambole flamante, que encontré en uno de mis cueveros de confianza. Un par de días atrás volví al mismo lugar buscando un tomito más de Tor para otro amigo y creí llevarme el último. Pero mientras hoy revolvía allí unas Columba para regalarle a mi yerno -que tiene ese tipo de gusto lamentable, quéselevacer-, apareció un folletín más y me dije que debía ser para mí.
La Muerte de Súperman la tuve en su momento y la vendí a muy buen precio para financiar otras compras. La acabo de recuperar por una bicoca.
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