Por distintos lados, he leído, sin ver la película de Isidoro, que se discute si se ha respetado o no al personaje original. Y al mismo tiempo, eso genera dos bandos: los tradicionalistas y los partidarios del aggiornamiento.
Independientemente de lo que hayan hecho con la película, el acierto o no de actualizar al personaje, cabe preguntarse de qué se habla cuando se habla del Isidoro "original".
Hay un primer Isidoro, el de Quinterno, que tiene la misma personalidad tanto junto al indio, como en su vida con don Urbano Cañones (tiras de la Patoruzú semanal). Este es quien lo define con exactitud: "mequetrefe, tarambana, tirifilo". Un porteño que es la antítesis de las virtudes del interior y de la rancia prosapia militar. O sea, toda una concepción de la época en que se gestó, desde la mirada oligárquica, por supuesto. Un vivillo, un juerguista, un tipo de moral dudosa, que vive de los demás, y en peligrosa cuerda floja entre la legalidad y la ilegalidad. Es simpático, sin embargo. Y en definitiva, siempre termina ganando su lado bueno (que lo tiene, recordemos los dos ángeles). Isidoro, ya sea como coprotagonista o como protagonista, es necesariamente contracara.
En las primeras Locuras, este perfil se mantiene. Cuando Quinterno abandona el timón, aparece el segundo Isidoro. El play-boy, el rey de la noche porteña. Nunca lo había sido antes. Si bien lo pretendía , siempre terminaba ridiculizado, era un “quiero y no puedo”. O sea que, de perdedor pasa a ganador. Es protagonista y es cara. Y quien termina perdidoso frente a sus trapisondas, resulta ser el tío.
Pero esta caracterización también tiene un contexto: los setenta. Mientras el país se desangraba, una ínfima porción de la sociedad, que salía en revista Gente, vivía en la joda permanente. Un modelo cuyo último exponente en la realidad, podría ser... Cóppola (el del jarrón,claro)?
Acá, la concepción de la continuidad de Quinterno hacía agua en un punto insoslayable: el sexo. Isidoro seguía siendo tan pajero como antes. Jamás se animaron a traspasar ese límite, dado el público que lo consumía y la moral que sustentaba históricamente la editorial (que ya no era la vigente, recuérdese que estaba próxima a aparecer "Satiricón").
A mí, particularmente, esa etapa me resulta -ya lo he dicho-absolutamente desdeñable. La calidad argumental y de dibujo decae definitivamente y las historietas se limitan a reseñar las hazañas del protagonista, convirtiéndose así en una sucesión de gags, con un débil hilván narrativo.
Ahora bien, los contextos de cualquiera de los dos Isidoros se han perdido irremediablemente. Son historia (y sesgada, además). Entonces, cualquier remozamiento, necesariamente debe remitirse a ellos. Según advierto, la película no ha eludido esta cuestión. La música de los setenta, al menos, está presente. La cuestión es que con “movéte, chiquita, movéte”, no alcanza. O Isidoro vive en los setenta o viene de ahí, con lo cual es Cóppola. Así lo entienden los muchachos de El Cazador, por ejemplo, cuando lo ubican -decadente- en la época memenista.
Lo primero que me pregunté, cuando supe de esta película, es a quién iban a dirigirla. Para un público adolescente, Isidoro resulta totalmente naif e incomprensible. Y el público adulto, que -a diferencia mía- gustaba de las Locuras, es minoritario. Aún cuando hayan sido muchos los lectores, a cuántos la nostalgia puede moverlos -vergonzantemente- al cine?. Con lo cual, preví que era un disparate.
Eso no quiere decir que el personaje no se pueda reflotar. Pero el aggiornamiento apresurado y poco inteligente, de mezclar los ’70 con la actualidad, resulta fatalmente en fracaso.
La primer tarea sería definir el perfil al que va dirigido. Para el Isidoro de Locuras creo que necesariamente debe ser adulto. No existe chance de que enganche a otra franja de edad. Y también se debe traicionar a Quinterno. O se hace una comedia con actores, donde la picaresca es inevitable. O se va por el lado del dibujo animado, y entonces hay que pensar en Fritz, el Gato.
El Isidoro que acompaña al indio, en cambio, tendría que ser animado. Y respetando el original. Y la época del original. Existe un presupuesto de que todo debe ser actualizado. Por qué? Cualquier argumento de las antiguas andanzas, con una buena animación (ése es otro tema), daría una buena película. Disfrutable para los pibes y para los cincuentones. O no se puede ver más Chaplin, hoy en día? O hay que tirar a Disney por el inodoro? Es inevitable poner celulares e internet por todos lados? Es obligatorio que cualquier historia suceda en la actualidad?
La ceguera, la estupidez hace estragos. Aún en comerciantes que uno presupone hábiles.
Chau, me voy con mi hija a ver Ratatouille.
Independientemente de lo que hayan hecho con la película, el acierto o no de actualizar al personaje, cabe preguntarse de qué se habla cuando se habla del Isidoro "original".
Hay un primer Isidoro, el de Quinterno, que tiene la misma personalidad tanto junto al indio, como en su vida con don Urbano Cañones (tiras de la Patoruzú semanal). Este es quien lo define con exactitud: "mequetrefe, tarambana, tirifilo". Un porteño que es la antítesis de las virtudes del interior y de la rancia prosapia militar. O sea, toda una concepción de la época en que se gestó, desde la mirada oligárquica, por supuesto. Un vivillo, un juerguista, un tipo de moral dudosa, que vive de los demás, y en peligrosa cuerda floja entre la legalidad y la ilegalidad. Es simpático, sin embargo. Y en definitiva, siempre termina ganando su lado bueno (que lo tiene, recordemos los dos ángeles). Isidoro, ya sea como coprotagonista o como protagonista, es necesariamente contracara.
En las primeras Locuras, este perfil se mantiene. Cuando Quinterno abandona el timón, aparece el segundo Isidoro. El play-boy, el rey de la noche porteña. Nunca lo había sido antes. Si bien lo pretendía , siempre terminaba ridiculizado, era un “quiero y no puedo”. O sea que, de perdedor pasa a ganador. Es protagonista y es cara. Y quien termina perdidoso frente a sus trapisondas, resulta ser el tío.
Pero esta caracterización también tiene un contexto: los setenta. Mientras el país se desangraba, una ínfima porción de la sociedad, que salía en revista Gente, vivía en la joda permanente. Un modelo cuyo último exponente en la realidad, podría ser... Cóppola (el del jarrón,claro)?
Acá, la concepción de la continuidad de Quinterno hacía agua en un punto insoslayable: el sexo. Isidoro seguía siendo tan pajero como antes. Jamás se animaron a traspasar ese límite, dado el público que lo consumía y la moral que sustentaba históricamente la editorial (que ya no era la vigente, recuérdese que estaba próxima a aparecer "Satiricón").
A mí, particularmente, esa etapa me resulta -ya lo he dicho-absolutamente desdeñable. La calidad argumental y de dibujo decae definitivamente y las historietas se limitan a reseñar las hazañas del protagonista, convirtiéndose así en una sucesión de gags, con un débil hilván narrativo.
Ahora bien, los contextos de cualquiera de los dos Isidoros se han perdido irremediablemente. Son historia (y sesgada, además). Entonces, cualquier remozamiento, necesariamente debe remitirse a ellos. Según advierto, la película no ha eludido esta cuestión. La música de los setenta, al menos, está presente. La cuestión es que con “movéte, chiquita, movéte”, no alcanza. O Isidoro vive en los setenta o viene de ahí, con lo cual es Cóppola. Así lo entienden los muchachos de El Cazador, por ejemplo, cuando lo ubican -decadente- en la época memenista.
Lo primero que me pregunté, cuando supe de esta película, es a quién iban a dirigirla. Para un público adolescente, Isidoro resulta totalmente naif e incomprensible. Y el público adulto, que -a diferencia mía- gustaba de las Locuras, es minoritario. Aún cuando hayan sido muchos los lectores, a cuántos la nostalgia puede moverlos -vergonzantemente- al cine?. Con lo cual, preví que era un disparate.
Eso no quiere decir que el personaje no se pueda reflotar. Pero el aggiornamiento apresurado y poco inteligente, de mezclar los ’70 con la actualidad, resulta fatalmente en fracaso.
La primer tarea sería definir el perfil al que va dirigido. Para el Isidoro de Locuras creo que necesariamente debe ser adulto. No existe chance de que enganche a otra franja de edad. Y también se debe traicionar a Quinterno. O se hace una comedia con actores, donde la picaresca es inevitable. O se va por el lado del dibujo animado, y entonces hay que pensar en Fritz, el Gato.
El Isidoro que acompaña al indio, en cambio, tendría que ser animado. Y respetando el original. Y la época del original. Existe un presupuesto de que todo debe ser actualizado. Por qué? Cualquier argumento de las antiguas andanzas, con una buena animación (ése es otro tema), daría una buena película. Disfrutable para los pibes y para los cincuentones. O no se puede ver más Chaplin, hoy en día? O hay que tirar a Disney por el inodoro? Es inevitable poner celulares e internet por todos lados? Es obligatorio que cualquier historia suceda en la actualidad?
La ceguera, la estupidez hace estragos. Aún en comerciantes que uno presupone hábiles.
Chau, me voy con mi hija a ver Ratatouille.
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