1- LOS INICIOS: EPISODIOS AUTOCONCLUSIVOS
García Ferré es un caso curioso en la historieta de nuestro país. Ha alcanzado gran notoriedad como editor y responsable de numerosas películas de dibujos animados, y a raíz de ello tiene innumerables seguidores que incluso llegan a la veneración por él. Pero es muy raro encontrar alguno que destaque su única obra integral y personal como creador. Me refiero, claro, a Las Aventuras de Pi-Pío. Las pocas menciones que existían, hasta hace poco, no iban más allá de la nostalgia y el señalamiento de la aparición allí de personajes que luego tuvieron carrera propia. Pero varios coleccionistas han asomado últimamente a la web, como consecuencia de algunas notas y archivos fragmentarios que he publicado, compartiendo el material que atesoraban. A partir de este hecho, el análisis integral de la historieta se hizo posible y es lo que intentaré a partir de ahora, y a lo largo de varios capítulos. Creo que esta creación de García Ferré lo merece, dado que ofrece matices por demás singulares en el panorama de la historieta cómica argentina, y que los méritos que posee superan ampliamente a los que se le atribuyen por su posterior labor, casi exclusivamente empresarial.
Publicada en Billiken durante casi una década, Las Aventuras de Pi-Pío se reeditó en sinfín durante toda la existencia de Anteojito, lo que causaba la sensación, a los que la conocieron en dicha revista, de un cuento de nunca acabar.
No es así.
García Ferré es un caso curioso en la historieta de nuestro país. Ha alcanzado gran notoriedad como editor y responsable de numerosas películas de dibujos animados, y a raíz de ello tiene innumerables seguidores que incluso llegan a la veneración por él. Pero es muy raro encontrar alguno que destaque su única obra integral y personal como creador. Me refiero, claro, a Las Aventuras de Pi-Pío. Las pocas menciones que existían, hasta hace poco, no iban más allá de la nostalgia y el señalamiento de la aparición allí de personajes que luego tuvieron carrera propia. Pero varios coleccionistas han asomado últimamente a la web, como consecuencia de algunas notas y archivos fragmentarios que he publicado, compartiendo el material que atesoraban. A partir de este hecho, el análisis integral de la historieta se hizo posible y es lo que intentaré a partir de ahora, y a lo largo de varios capítulos. Creo que esta creación de García Ferré lo merece, dado que ofrece matices por demás singulares en el panorama de la historieta cómica argentina, y que los méritos que posee superan ampliamente a los que se le atribuyen por su posterior labor, casi exclusivamente empresarial.
Publicada en Billiken durante casi una década, Las Aventuras de Pi-Pío se reeditó en sinfín durante toda la existencia de Anteojito, lo que causaba la sensación, a los que la conocieron en dicha revista, de un cuento de nunca acabar.
No es así.
García Ferré contaba con 18 años cuando llegó a la Argentina desde su España natal, en 1947. Cuatro años más tarde, a los 22, presentó en Editorial Atlántida un proyecto de historieta que incluía fotomontaje, y que narraba las peripecias de “Chango” un chico “sencillo, bueno, simpático”. En la tercera viñeta, éste se encuentra con “Muchi”, un pollito linyera cuya vestimenta consiste en los restos del cascarón del que todavía no ha terminado de salir. Los villanos a los que se tendrán que enfrentar ambos son los integrantes de “La Pandilla ‘Trompeta’”: el “Jefe”, que lleva un parche en el ojo, “Estampilla”, “Bono” y “Anselmo”. Con el último, Ferré inicia la larga serie de autocaricaturas mediante las cuales se incluirá en sus historias.
El planteo argumental de las dos páginas que se conservan, si bien no concluye, se adivina como de escasa extensión y dirigido a lectores muy pequeños.
El proyecto no prosperó, al parecer por las dificultades que ofrecía el fotomontaje. No obstante, García Ferré entra a colaborar en la editorial de Vigil, con una historieta enteramente dibujada: Pi-Pío.
El primer episodio que se ha podido rastrear, data de principios de 1952, consta de dos páginas, es autoconclusivo y lleva didascalias en verso. Hasta diciembre de ese año, prosigue publicándose con dicho formato, aunque incorporando en algunos casos globos de diálogo. Allí el protagonista es un pollito idéntico a “Muchi” (la única variante gráfica consiste en la incorporación de un echarpe atado al cuello), portando inclusive la linyera -de hecho en el título se lo identifica así-, y relacionándose en sus primeras apariciones exclusivamente con otros animales (“Sus andanzas en Villa Plumita”, “Pi-Pío y la ardillita”). Sin embargo, prontamente, los humanos se hacen presentes en la historieta. En “Lustrabotas”, por ejemplo, reaparece “La Pandilla ‘Trompeta’”, que intervendrá en algún otro episodio. Es de destacar el del Nº 1740 de Billiken (20/04/53, sin título e íntegramente dialogado), en que G.F. juega con el lenguaje metahistorietístico, al ocultar a Pi-Pío tras un pliegue del cuadro, para observar el comportamiento de la Pandilla, que acababa de engañarlo. Desde allí aparece y les hace una zancadilla, utilizando plano y contraplano. Un antecedente de esta verdadera audacia para la época, lo constituye el anteúltimo cuadro de “Villa Plumita”, donde se utiliza el borde superior de la viñeta como soga de colgar ropa.
El proceso de “humanización” del pollito avanza con “Pi-Pío pasó de grado”, donde se lo muestra concurriendo a la escuela, y se lo dota por primera vez -y única, hasta donde conozco- de una familia: la abuela Cocoró. Hay un sutil efecto de comicidad en el hecho que a Pi-Pío se lo discrimine en la escuela por linyera, y no por pollo.
Otra curiosidad de estos episodios: al igual que en “Muchi”, la lectura se organiza en forma horizontal, a lo largo de ambas páginas. Dado que la secuencia podía desorientar al lector, Ferré termina incorporando numeración en cada viñeta.
Las historias siguen siendo elementales y encierran moralejas aleccionadoras, relacionadas con el estudio, las buenas acciones y un discurso en contra de la discriminación que, como se desarrollará más adelante, parece haber sido padecida en carne propia por el autor.
A fines de 1952 comienza una nueva etapa de la historieta con episodios continuados. No obstante ello, durante el año 1953, coexistieron de forma esporádica con los autoconclusivos.
"Se reeditó en sinfín durante toda la existencia de Anteojito, lo que causaba la sensación, a los que la conocieron en dicha revista, de un cuento de nunca acabar". Es mi caso. Leeré los siguientes capítulos que éste promete a fin de aprender sobre la historia de Pi-Pío. Que naciera como Muchi, en ese loco cruce de fotos de niño + dibujo de pollo, es para mí un hallazgo, una noticia y una sorpresa. Yo sólo lo conocí en su vertiente western moralista y un poco surrealista (casi un Kung-fu) de los 60. Saludos.
ResponderBorrarPerdón, pero el proceso de humanización ya estaría en el primer boceto: Un Chango fotográfico ve un pollo dibujado caminando por el riel y dice "¡oh! un linyerita" (???). Muy loco el pibe que "detecta" antes que la diferencia de lenguajes y de especies... ¡el carácter humano-linyera!
ResponderBorrarCoincido en todo lo que decís de Ferré como historietista pero veo que usas la palabra "empresario y empresarial" como algo peyorativo.Creo yo que Ferré se realizó como un empresario con los años debido primero a su inteligencia y segundo a que es un artista enorme.Creo que ya lo hablamos esto, si fuera facil y oportunista ser empresario, la Argentina estaría llena de revistas,peliculas y libros gordos para niños con sus propios personajes.Creo que su labor como "empresario" supera ampliamente a sus dotes como historietista, algo parecido y salvando las distancias sucedió con Walt Disney.
ResponderBorrarAbrazo grande.
Es muy cierto lo que decís, Cinzcéu. Con lo del proceso de humanización me refería exclusivamente a Pi-Pío como historieta autónoma del antecedente de Chango.
ResponderBorrarNo, querido Adrián, intento acá un abordaje serio de Ferré y no uso peyorativamente la palabra "empresario". Opino, sí, disintiendo con vos, que su labor en ese rubro no me parece tan brillante -desde el punto de vista creativo, no comercial- como la de historietista. En cambio, pienso que en Quinterno pueden equipararse. Y hago la comparación, simplemente para que quede claro lo primero. Abrazo
Me acuerdo de varios personajes de Pi-Pio como el caballo y Paco Pum. Pero lo mas llamativo es que siempre se repetían la historia en la Revista Anteojito como si no tuviera fin. En el último número de Anteojito esa historieta era como si continuara.
ResponderBorrarSí, Sergio, pero como habían repetido los episodios unas cuantas veces, se podía completar con números antiguos. Donde verdaderamente quedó inconclusa es en Billiken, pero para que me ocupe de eso falta bastante.
ResponderBorrar(...me alegro que hayas dejado un comentario normalito)
Miguel, voy a seguir tus notas sobre este GRAN personaje devotamente. ¡Bravo por la idea!
ResponderBorrarCaramba, con lectores tan calificados como los que aquí comentan -exceptuando a Orellana, claro-, deberé esmerarme! Abrazo, Quique.
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