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Mirtha Legrand relató ayer por primera vez, en su programa de almuerzos, la gestión que efectuó ante Harguindeguy para lograr la liberación de una sobrina suya, chupada durante la dictadura. Los represores le dijeron a María Fernanda Martínez Suárez, hija del hermano de la Legrand, que se salvaba justamente por la fama de su tía.Esta confesión pone de relieve no sólo los contactos de la diva con las cúpulas militares, sino además el silencio que guardó durante más tres décadas.
No se trata de recriminarle el no haber tenido un gesto heroico en la dictadura. Pero no bien reinstaurada la democracia, el deber moral y cívico de la señora era denunciar el hecho, de modo de aportar elementos al enjuiciamiento de los represores.
Sin embargo, hay que reconocerle coherencia a la conductora de almuerzos televisivos. Hace muy poco se "solidarizó" con Ernestina Herrera de Noble, otra buena amiga de los milicos, y con la que comparte también el nulo interés en que se aclare lo sucedido en los años oscuros de la Argentina.Asco, es la palabra.
Vieja cómplice.
ResponderBorrarEn plural, Fer.
ResponderBorrarASCO!!!!!!!
ResponderBorrarASCO!!!!!!!
ResponderBorrarEso. Asco por una vieja infame, y asco por la otra.
ResponderBorrarMiguel Dao sos como todos los Argentinos. UN REVERENDO HIPOCRITA ALCAHUETE DE TURNO !!!, me imagino que en el 76 fuiste un colaborador indirecto de la ditactura.
ResponderBorrarY... si vos lo decís, por algo será, no?
ResponderBorrarDe todos modos, me parece que la que se está acomodando a los vientos que soplan, es la señora. Yo sospecho que empieza a pensar que se las va a tener que ver con otro período de los Kirchner, y encima con nueva ley de medios, por lo que no le conviene demasiado la postura de feroz opositora, que venía ostentando.
ZURDITO ACOMODADO!!!!
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