Ya que empezamos a hablar de coleccionistas de revistas...
En mi búsqueda por décadas de aquéllas de la infancia, me he topado con todo tipo de material.
En cuevas, ferias, parques, casas, siempre aparecía algo, aunque no fuera exactamente lo que yo ansiaba encontrar.
Al principio, le daba bola exclusivamente a lo que me seguía interesando de adulto.
Después, me dí cuenta que por ese camino iba muerto. Que siempre iba a ser punto. Presa fácil de los mercaderes.
Entonces, si encontraba repetidas a bajo precio o una oportunidad que pudiera interesarle a otros, empecé a aprovecharlas, para un canje o venta posterior.
Lúpin es uno de ésos casos.
En la época dorada de los '60, donde se editaban carradas de títulos de historietas cómicas, un día (de 1966, para ser preciso y que no me jodan con las fechas), me llamó la atención en el kiosco la número 1. Los números 1, ya desde entonces, me atraían, dado que ansiaba tener los de Andanzas y Correrías. De ese modo, compré todos mis contemporáneos: Locuras -por supuesto-, Antifaz y Lúpin, entre las que más cotizan hoy en el mercado.
A Lúpin la seguí comprando durante diez o doce números.
Las historietas, si bien no me deslumbraban, me parecían entretenidas. Pero había demasiadas páginas de cosas para armar, que no me interesaban en absoluto.
Así que esos números quedaron por ahí, y desaparecieron posteriormente con el resto de las revistas que componían mi amplia colección infanto-juvenil, cuando regalé todo creyéndome definitivamente adulto y no estar ya para esas pavadas (...aaaayyyyy, que boludoooooo!!!).
Volviendo al principio... Cuando encontré varios lotes de Lúpin y los compré para negociar, por supuesto que antes los hojeé.
La impresión sobre las historietas fue parecida a la que tuve en mi infancia.
Guerrero me resulta demasiado esquemático en personajes, argumentos y dibujos.
Dol me parece un poco mejor. Su estilo es más suelto y personal. Y debo reconocer que tiene apuntes humorísticos interesantes en Bicho y Gordi o en Saltapones. Y algunos argumentos de ciencia ficción -dentro del género cómico, por supuesto- en Resorte, resultan ingeniosos.
O sea que no dió para integrarlas a mi colección (cosa que a veces me pasa con lo que en un principio adquiero con la idea de negociar) y las puse en venta.
Ahí me dí cuenta que los fánaticos de la revista lo son tanto como los de Quinterno o Ferré, pero de una categoría aparte.
Me volvían loco preguntándome por Feria Franca o Te bajo el Martillo, si tal o cual número traía el plano del avión aerodinámico, del radiotransistor o de la lanchita a pilas.
Ya con las bolas llenas, le contesté a uno : "Mirá... yo entiendo de historietas, no de planitos".
Aparte, este tipo de coleccionista, anda rastreando por cualquier tipo de producto. Puede haber un tipo vendiendo "La Chacra", que siempre aparece uno en preguntas al vendedor, con la clásica "Tenés Lúpin???", que terminamos convirtiendo en chascarrillo con algunos amigos del bando patoruzesco .
Uno de los compradores del lote, fue un ingeniero electrónico. Cuando se presenta, me dice: "Te imaginarás, a esta altura, que estos planitos para mí son como el libro de lectura de primer grado...".
En mi búsqueda por décadas de aquéllas de la infancia, me he topado con todo tipo de material.
En cuevas, ferias, parques, casas, siempre aparecía algo, aunque no fuera exactamente lo que yo ansiaba encontrar.
Al principio, le daba bola exclusivamente a lo que me seguía interesando de adulto.
Después, me dí cuenta que por ese camino iba muerto. Que siempre iba a ser punto. Presa fácil de los mercaderes.
Entonces, si encontraba repetidas a bajo precio o una oportunidad que pudiera interesarle a otros, empecé a aprovecharlas, para un canje o venta posterior.
Lúpin es uno de ésos casos.
En la época dorada de los '60, donde se editaban carradas de títulos de historietas cómicas, un día (de 1966, para ser preciso y que no me jodan con las fechas), me llamó la atención en el kiosco la número 1. Los números 1, ya desde entonces, me atraían, dado que ansiaba tener los de Andanzas y Correrías. De ese modo, compré todos mis contemporáneos: Locuras -por supuesto-, Antifaz y Lúpin, entre las que más cotizan hoy en el mercado.
A Lúpin la seguí comprando durante diez o doce números.
Las historietas, si bien no me deslumbraban, me parecían entretenidas. Pero había demasiadas páginas de cosas para armar, que no me interesaban en absoluto.
Así que esos números quedaron por ahí, y desaparecieron posteriormente con el resto de las revistas que componían mi amplia colección infanto-juvenil, cuando regalé todo creyéndome definitivamente adulto y no estar ya para esas pavadas (...aaaayyyyy, que boludoooooo!!!).
Volviendo al principio... Cuando encontré varios lotes de Lúpin y los compré para negociar, por supuesto que antes los hojeé.
La impresión sobre las historietas fue parecida a la que tuve en mi infancia.
Guerrero me resulta demasiado esquemático en personajes, argumentos y dibujos.
Dol me parece un poco mejor. Su estilo es más suelto y personal. Y debo reconocer que tiene apuntes humorísticos interesantes en Bicho y Gordi o en Saltapones. Y algunos argumentos de ciencia ficción -dentro del género cómico, por supuesto- en Resorte, resultan ingeniosos.
O sea que no dió para integrarlas a mi colección (cosa que a veces me pasa con lo que en un principio adquiero con la idea de negociar) y las puse en venta.
Ahí me dí cuenta que los fánaticos de la revista lo son tanto como los de Quinterno o Ferré, pero de una categoría aparte.
Me volvían loco preguntándome por Feria Franca o Te bajo el Martillo, si tal o cual número traía el plano del avión aerodinámico, del radiotransistor o de la lanchita a pilas.
Ya con las bolas llenas, le contesté a uno : "Mirá... yo entiendo de historietas, no de planitos".
Aparte, este tipo de coleccionista, anda rastreando por cualquier tipo de producto. Puede haber un tipo vendiendo "La Chacra", que siempre aparece uno en preguntas al vendedor, con la clásica "Tenés Lúpin???", que terminamos convirtiendo en chascarrillo con algunos amigos del bando patoruzesco .
Uno de los compradores del lote, fue un ingeniero electrónico. Cuando se presenta, me dice: "Te imaginarás, a esta altura, que estos planitos para mí son como el libro de lectura de primer grado...".
Con lo cual se corrobora que todos andamos atrás del objeto perdido de la infancia, no por el objeto en sí, sino por la fantasía de recuperar la infancia misma.
Yo, al menos, tengo claro que, si bien mi interés en la historieta como género es fuerte, mi principal motor de búsqueda ha sido ése.
Yo, al menos, tengo claro que, si bien mi interés en la historieta como género es fuerte, mi principal motor de búsqueda ha sido ése.
Pero con respecto a los coleccionistas de Lúpin, comprobé que son pocos los que se interesan por las historietas. La mayoría han sido estudiantes del "Industrial", que se apasionaban por esos mismos planitos que yo desdeñaba.
Para los pocos que, aparte de los planos, gustan de las historietas, va entonces esta nota, que tiene un prólogo largo y un desarrollo muy corto, ya que no tengo mucho para decir del tema.
Sólo estos datos que siguen, como curiosidades.
Lúpin (derivado de castellanizar looping, que según mi querida Osa, experta en inglés, quiere decir "dando vueltas") no nace en la revista del mismo nombre, sino en la Capicúa Nº 1, de octubre del '59 (no me vengan a discutir la fecha, que está absolutamente corroborada en el ejemplar de mi colección, que exhibo!!!)...
Allí el personaje no bien recibe su brevet de vuelo, corre inmediatamente al banco a retirar los ahorros que le permitirán comprar el viejo aeroplano, con el que de ahí en más, correrá todas sus aventuras. Otra curiosidad: quien se lo vende es Gafas, personaje que tendrá continuidad a lo largo de la serie.
Podrán advertir que con el correr del tiempo la nariz de Lúpin se fue modelando un poco, hasta llegar a parecerse a la de Kichner.
Durante los números siguientes, en Capicúa, también aparecen el padre y el abuelo del personaje. Idénticos a él, con la única diferencia de bigote y canas.
El Nº 160 de "Capicúa", de enero del '66, es la última aparición que registro de Lúpin allí. El 161 no lo tengo, y en el 162 ya no está (quedó claro???: "la última que registro", "el 161 no lo tengo"!!!).
Lo mismo sucede con Resorte, el ayudante del profe, de Dol, que también venía publicándose regularmente en Capicúa, desde el Nº 9 (abril del '60).
O sea que Guerrero y Sidoli (Dol) llegan prácticamente juntos a la editorial de Mazzone, y se van al unísono para fundar su propia revista. Al igual que lo había hecho Mazzone en su momento, respecto a la editorial de Quinterno, lo que será motivo de otra nota.
A diferencia de las otras editoriales, Guerrero y Sidoli fueron conservadores y no se diversificaron en muchas publicaciones (claro que la época ya había empezado a cambiar). Apenas los Suplementos, que cotizan muy bien hoy día.
Como última curiosidad... Tengo una aparición de Dol, inmediatamente anterior a su ingreso a Capicúa. Se trata de Manija (el cameraman) publicada en La Barra de Pascualín Nº 19, de enero del '60...
Supongo que este pasaje del club de Torino al de Mazzone, no ha sido traumático dada la excelente relación que siempre he notado entre las dos editoriales. A menudo, en las revistas, se intercambiaban publicidades y cuadros humorísticos.
Para concluír quiero destacar que Lúpin es la única revista de aquélla época que sigue publicando material nuevo. Además continúa con los mismos directores, que permanentemente se han preocupado por cultivar una relación cordial y cercana con sus fans. Prueba de ello es que en las revistas se ofrecían los números atrasados disponibles. Y también la sección del correo de lectores. Además, la página web de la editorial (http://www.revista-lupin.com.ar/) ofrece hoy en día todas las primeras tapas y tiene a la venta CD's de ésos números.
Digo yo... Editorial Universo... para cuándo???
Hola queria saber si tenias algun ejemplar de lupin a la venta?.
ResponderBorrarNo. Pero te puedo pasar la dirección de un blogger tailandés, por si querés preguntarle...
ResponderBorrarLupin es una garcha y se acabo.
ResponderBorrarYo leía las Lupin de mi hermano mayor, y que lindo que fué ver esos "planitos" años después, entendiendo al fin qué eran (bah...entendiendo más o menos, no vaya a creer)
ResponderBorrarPor lo menos, usted, Checha, entendió algo...
ResponderBorrarLa revista Lúpin le encantaba a mi hermano mayor, al que le gustaba armar cosas. A mí... mmmm... me iban las empanadas de la Chacha, como a Isidorito. Con respecto a la palabra looping, me explico con otro ejemplo primero. Muchos verbos ingleses (como loop) al recibir la terminación "ing", aparte de dar otra forma verbal (equivalente a nuestro gerundio: amando, temiendo y partiendo, en los verbos modelos), dan también un sustantivo. Así, "swim" (nadar) da "swimming", que tanto puede ser "nadando" (I'm swimming: estoy nadando), como "natación", o "nadar" usado como sustantivo (nosotros diríamos "el nadar"). En el caso de looping, es tanto girando, dando una vuelta (completa, en forma de bucle), como ese bucle en sí. Y el looping es esa figura típica de las exhibiciones aeronáuticas que consiste en dibujar un bucle en el aire, poniendo por un momento el avión invertido para luego retomar el rumbo que se traía. Una especie de "vuelta carnero hacia atrás" con el avión, no sé si soy claro. Creo que ése fue el sentido del nombre del personaje y de la revista. Muy grande tu blog. Enorme trabajo, de agradecer.
ResponderBorrarGracias a vos por la data del origen del nombre!
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