Hace poco, un periodista afín a la historieta -y también a la Dictadura Militar-, publicó un artículo sobre Roberto Battaglia, el genial creador de Don Pascual y de Motín a Bordo, que tuvo bastante difusión. Ya desde el título alude al "misterio" del destino del dibujante, luego de su partida a EEUU.
No hay tal misterio.
En el 2010, en una entrevista que le realizara a Francho -quien tuvo que exiliarse en ese país en los albores de los '60, debido a quedar sin trabajo por su militancia peronista- se brindan detalles de la falta de adaptación de Battaglia al medio yankee.
Si bien la charla con Francho está íntegramente publicada en este blog (en dos partes), reproduzco los párrafos pertinentes:
El interés gremial que, como hemos visto, estuvo presente no bien llegó a NY, da lugar a una interesante anécdota. Enrolado en la asociación de dibujantes, Francho comenta que instó a otros compatriotas a imitarlo, y menciona el caso de Roberto Battaglia. La cita al autor de Don Pascual, inmediatamente despertó mi curiosidad, debido al mito que se creó en torno a su partida a los EEUU, con la consiguiente pérdida de su rastro, y se lo expreso. “Battaglia para mí no era un misterio, vivía en mi mismo edificio”, me contesta. Aunque acota que cierta dificultad que tenía con la pronunciación, agravada por el uso del idioma inglés, hizo que paulatinamente se enclaustrara, y delegara en su mujer el trato con editores y la representación en reuniones sindicales, a pesar del consejo en contrario de Francho.
Otra vez recurro a las palabras del entrevistado, para reseñar la relación que tuvo en EEUU con Battaglia, y que da cuenta del derrotero de éste:
“No lo conocí en Buenos Aires, sino recién en los primeros días en Nueva York, cuando con mi esposa Diana estábamos viviendo en el 1-2-3 , un hotel de la calle 44 Oeste donde paraban muchos argentinos. Cuando nos enteramos que Elba y Roberto se mudaban a Brooklyn, pasamos al mismo departamento que habían ocupado ellos, en el 426 Oeste de la 44, más cerca de donde estaba mi agencia de publicidad, en el 350 W de la 44 (como se ve, estaba señalado por ese número pues dos o tres años después nos mudábamos más al Oeste, en el 444 W de la misma 44... y ahí nos detuvimos porque ya estaba el río Hudson). En todo ese período nos veíamos muy a menudo con Roberto y Elba, que además eran muy amigos de los propietarios del 426 , una pareja piamontesa, de edad avanzada, que tenían familiares en Córdoba. Con Roberto y Elba seguimos en relaciones aún después que se mudaron a New Jersey, donde compraron una casa. Más tarde, nuestros distintos intereses y su alejamiento paulatino del dibujo humorístico fue poniendo una distancia natural, como pasa en todas las relaciones humanas”.
Por delicadeza hacia Francho y hacia la memoria de Battaglia no explicité -lo hago ahora, porque me cansa que los mismos de siempre repitan las mismas estupideces- que el problema de Battaglia consistía en un fuerte complejo originado en su tartamudez, que se agravaba con un idioma ajeno y que hacía que mandase a su esposa a intentar colocar sus trabajos en el mercado de los sindicatos.
Por otra parte, pude constatar la existencia de varias tapas del Patoruzú semanal muy posteriores a su partida del país. Este dato me fue corroborado por creativos de la editorial que recibían personalmente -por la década del '70- la correspondencia con sus colaboraciones. Hay que decir que fue perdiendo su habilidad para el dibujo, y que esa etapa suya resulta olvidable. Solo me permito subir una imagen -en original- de las varias que registro de dicha época, por el hecho que algún otro colega suyo ha puesto públicamente en duda su autoría. Seguida de la firma, se puede constatar la fecha, muy cercana al cierre definitivo de la publicación.
Entiendo que lo del "misterio" es más atractivo que la realidad, un tanto patética en el caso. Y sería preferible obviarla para quedarse con lo mejor de Battaglia, que son sus grandes creaciones de los '50 y los '60. Pero por elección, no por ignorancia como en el caso del periodista que decía que los argentinos éramos derechos y humanos...
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