Hace setenta años, a comienzos de 1939, cuando apenas faltaban meses para que se largara la 2da. Guerra, el Führer ya venía aplastando con la bota no sólo a Alemania, sino también a los países vecinos. En la Argentina gobernaba Roberto M. Ortiz, producto del “fraude patriótico”, y en la Pcia. de Bs. As., Manuel A. Fresco, un admirador de Mussolini. Sin embargo, los porteños, como de costumbre, miraban las nubes. Parece que el calor arreciaba y la sequía era prolongada.
Juan Baigorri Velar fue un ingeniero que en la década del 30 se proclamó inventor de una máquina para hacer llover. Según una nota pintoresquista de Clarín (ver), "el mago de Villa Luro", como se llamaba a Baigorri Velar, demostró la eficacia de su aparato el 2 de enero del 39. Sin embargo, otra nota, aparecida en Nro. 288 de la revista “Aquí está!”, poco después del supuesto éxito del ingeniero, el 20 de febrero del mismo año, y que me fuera gentilmente enviada por Luis Del Pópolo, contradice la versión:
“Lo profosore son do fonómonos!”, declara Don Nicola después del experimento de la lluvia.
Historia de un invento, de un concurso y de un éxito que fueron lo que debieron ser porque nunca dejaron de ser lo que habían sido.
El país y sus alrededores han vivido durante estos últimos días una emoción extraordinaria. Después del fracaso de Baigorri Velar, que apagó tantas esperanzas agrícola-ganaderas, que hizo sacar en vano a la intemperie las cubas de los viñateros y los tarros de leche de los tamberos, ya se daba por definitivamente acabada la posibilidad de un aparato para hacer llover. Pero surgió una voz:
- Nosotros, que somos los que debemos ser, pero podríamos haber sido diez veces más de lo que somos, si los que no fueran mucho menos de lo que parecen ser, hemos inventado un aparato que, ése sí, hará llover lo que debía haber llovido si el que quiso hacer llover hubiera podido hacer llover lo que esperaban que lloviera... (1)
- Lo profosore!... Lo profosore hano enventado l’aparato para hacerte caer lo choporrone!...- gritó don Nicola con extraordinario entusiasmo. Dio el grito en el conventillo de nuestra historieta. Gritar en un conventillo es difundirlo por el altoparlante de las vecinas a todo el barrio. El barrio se lo cuenta a la ciudad. La ciudad al país. El país al mundo. Y así supo todo el mundo que los profesores creados por la imaginación de nuestro dibujante Héctor L. Torino, habían realizado el milagro que el ingeniero del enchufe no había podido llevar a cabo: la máquina para hacer llover!
Pero nunca faltan espíritus descreídos o malintencionados que echan sombras sobre los más preclaros talentos. Lo mismo que dijo el mundo de Einstein, de Galileo, de Marconi y del doctor Giacobini (2), dijo también de los profesores: -Son unos macaneadores!
Y el mundo se lo dijo al país, el país a la ciudad, la ciudad al barrio, el barrio al conventillo, y el conventillo a don Nicola. Y enterado nuestro ilustre tano de aquella terrible injusticia que pesaba sobre el prestigio de sus dos hijos predilectos, los llamó una noche a su pieza de encargado, les sirvió de su vino favorito y les dijo:
-Mochachos: ostede se hano enterado de lo romore cercolante que cercola sobre lo asunto de lo aparato que te manda la yuvia de agua?
-No nos hemos enterado, pero nos podríamos haber enterado si hubiéramos querido enterarnos antes de que se enteraran los que no debieron enterarse...
-Boeno. De todo modo, tenemo que salvare lo prestiquio de lo conventiyo, de lo profosore, de don Necola e de lo aparato para hacerte abrire lo paragua. Semo lo tre moscotero: todo para uno e uno para todo! Vamo a lanzare lo reto a lo encrédolo. Vamo a pedire que te mándeno a decire lo día que quiere que llueva, e te le hacemo yovere. Ya va sapero lo mondo falace e descreído lo que somo capace nosotros, e que se yo!
Así, esa noche, con vino y misterio, surgió la idea del concurso. Torino recogió la sugestión, la llevó al director y el director la llevó a la revista, la revista la llevó al taller, el taller la llevó al canillita y el canillita la llevó al lector. Y el lector empezó a mandar cupones. Estaban en juego treinta y tres premios: un traje para hombre, de la casa Muñoz; un impermeable, un paraguas de fina seda y treinta originales de la historieta dedicados y firmados por su autor...
Fueron largos días de expectación. Los profesores dieron un plazo: entre el 15 de febrero y el 15 de marzo. Mientras los lectores votaban desesperadamente, los dos sabios aceitaban su complicado engranaje, probaban el pedal, observaban en la bóveda celeste las reacciones atmosféricas y sentían cada vez más confianza en sus medios. Las multitudes vivían pendientes de la nueva creación del talento científico de los dos colosos. Comenzó la lluvia..., pero era la lluvia de cupones, porque la otra estaba contenida por los sabios hasta el momento oportuno.
14 de febrero de 1938 (3). Día histórico si los hay. La humanidad estaba con sus ojos puestos en el cielo. Las nubes comenzaban a hacer sus dibujos amenazadores. Y el aparato funcionaba incesante. Los profesores se reemplazaban mutuamente en el pedal. Taca-taca, taca-taca, taca-taca...
En ese ruido palpitaba la esperanza de la humanidad, latía el corazón del mundo!
Tan, tan, tan. Las 24 del día 14, la hora 0 del día 15, la fecha reservada para el milagro!
Crecía la expectación, crecía la emoción. La máquina seguía su ruido monótono. Don Nicola, nervioso, se arrancaba los pelos del bigote. Paseándose inquieto ante la puerta de la pieza donde los profesores actuaban, echaba miradas angustiosas. Parecía que cuando alguien apareciera por ella iba a preguntar:
-E varoncito?
Así pasaron diez horas. Las nubes seguían amontonándose. Las diez y un minuto. Las diez y dos minutos. Las diez y tres minutos. Las diez y cuatro minutos. Las diez y cinco minutos (menos mal que no fue a las diez y cincuenta y nueve).
“A las diez horas y cinco minutos del día 15 de febrero comenzó la precipitación pluvial sobre la capital” - Afirma un certificado expedido por la Dirección de Meteorología a nuestra solicitud (4).
Este es el éxito definitivo, la consagración de los profesores, de su manager don Nicola y de su secretario Sansón! (5). Esto es asegurarle a la humanidad una vejez descansada y feliz!
Qué más podemos decir? En este momento nada. La emoción nos ahoga. La lluvia también. Pensar que estos dos beneméritos sabios han realizado lo que el ingeniero no pudo lograr con todo el apoyo del periodismo y del gobierno de Santiago del Estero! Y pensar que lo han hecho con un aparato a pedal, sin gastar corriente de la C.A.D.E. (6) ni nafta de Y.P.F.!
(1) Ya me he referido a esta curiosa forma de expresarse de Turbina y Lamparita (ver) .
(2) Médico de barrio, creador del Partido de Salud Pública por el que fue electo Concejal Metropolitano entre 1932 y 1935.
(3) Es sic de la revista: un error indubitable.
(4) En efecto, ilustra la nota una carta con membrete oficial -fechada en Febrero 16 de 1939- y dirigida a la redacción de la revista. Imagino que el Director de Meteorología habrá estado encantado de formar parte del juego, en tanto, como asevera Clarín, era acérrimo adversario del "mago de Villa Luro".
(5) Sansón es el enano que puede verse en la nota referenciada en la primera llamada.
(6) Compañía Argentina de Electricidad.
Me ha divertido mucho la controversia que descubrí a partir de esta nota, respecto a lo que realmente sucedió en el cielo de la Capital, el 2 de enero de 1939. Será tarea de algún historiador que la tome, pelear contra el periodista de Clarín y contra el inconciente colectivo, que seguramente no ha aceptado la derrota del mago. Supongo que a poco de cumplirse el plazo fijado sin noticias, alguien empezó a decir que en su barrio cayeron algunas gotas, y así el rumor, como se describe en la nota de “Aquí Está!”, fue creciendo hasta provocar un diluvio. Aclaro que la referencia a Santiago del Estero no se me pasó por alto y la he rastreado. Parece que el mismísimo gobernador de la provincia, le había encargado a Baigorri hacer funcionar su aparatito en una estancia suya, donde no llovía desde hacía tres años. Y como le dio resultado, se convirtió en su más ferviente creyente y patrocinador (Fuente: http://www.lagazeta.com.ar/). A eso se debe referir el escrito. No me cabe duda que el fracaso de Baigorri (y el consecuente triunfo del Director de Meteorología, que convengamos, resulta un personaje antipático, en esta historia, al lado del ingeniero) sucedió en Bs. As. En cuanto al titular de la quinta edición de “Crítica” del día 2 de enero, al que hace referencia el periodista de “Clarín”, que lo consiga y me lo muestre...
Pero si me he tomado la molestia de transcribir íntegra la nota no ha sido precisamente por esta cuestión accesoria. Toda ella destila un humor que aventuro es de cuño del propio Torino. Sino íntegramente, al menos en gran parte. También, sin duda, la idea del satírico y disparatado concurso ha sido suya. Pero la revista lo llevó a cabo con toda seriedad y tuvo mucho éxito. Se reseña que recibieron 37.480 cupones, de los cuales acertaron día y se aproximaron a la hora sólo once. Entre ellos se sortearon los premios que se describen. Pero, además, entre los que la pegaron únicamente con el día, se agregaron como premios 22 originales de “Conventillo”, con dedicatoria de Torino. En la nota se enumera a los agraciados. Ya estoy en la tarea de rastrear a sus herederos, pa’ ver si los guardaron y se los saco por unas chirolas. Esos eran premios! Ma que paraguas de fina seda ni que traje de Muñoz!
Luis Del Pópolo, a quien agradezco la oportunidad que me ha dado de escribir este post (y el que seguirá), me ha enviado además la página de Conventillo del Nro. 288 de “Aquí está!”, que más allá de estar dedicada al carnaval, hace referencia a la nota. Esta asociación es un motivo más para creer que fue el propio Torino quien la escribió. La viñeta... una gloria! Prohibido dejar de cliquear para agrandarla!
Como es harto evidente, mi ignorancia sobre historieta es enorme, como tantas otras. No obstante, un muy atractivo artículo (prefiero obviar el tema de "hacer llover" por razones identitarias...) que me deja pensando y volveré a leer. Y un comentario lateral: la última viñeta (o, mejor, cuadro) me evoca a Brueghel (y, quién le dice, el Bosco) transpuesto al lenguaje de la historieta y al Buenos Aires de los 30.
ResponderBorrarUn abrazo y mis deseos de (nuevos destellos de) lucidez para vos y para (casi) todos durante 2009.
Gran nota ,Dao,muy amena y llena de recuerdos,por lo menos los míos aparecen :de esas tardes de verano y gran calor de leer tirado en el piso del comedor que era de mosaicos fresquitos,las revistitas del Conventillo de Don Nicola con la característica que no tenían otras revistitas,ese delirio que rozaba el surrealismo y que siempre terminaban como empezaban ,en en conventillo .
ResponderBorrarGran blog tiene Dao,yo hago como usted en el mío,leo su blog y no dejo coment,eso por lo menos en mi caso se empieza a revertir,ya que su blog tiene cosas para hacer decir y comentar.Lo felicito,en serio y lo voy a poner en los links y enlaces recomendados,no por que le devuelva el favor ,ya que usted me ha puesto en los suyos,sino porque estoy seguro que la gente que lee en esos enlaces se llavará una grata sorpresa.
Una abrazo , felicidades y logros felices para el año entrante.
Walt-
Querido Cinzcéu: Estaba tentado de cerrar el post con alguna variante de "una fuerte lluvia está por caer", pero los límites entre influencia, guiño, o plagio hubieran quedado difusos.La última viñeta (o, mejor, cuadro, como bien decís) se podría asociar, en efecto, con Juegos de Niños, de Breughel, el Viejo. Ojala podamos seguir gozando de alguna lucidez, aunque sea esporádica, como en mi caso. Fuerte abrazo y lo mejor pa' vos!
ResponderBorrarQuerido Walter: Me hace enrojecer (aún más, dirían los que me acusan de rojo). Como le dije en la Argenta, si fuera dibujante dejaría muchos comentarios en su blog. Pero ahora mismo me voy a saludarlo allí.
En el "Don Nicola" que parece plantado con los dos científicos, hay una intencionalidad de imitar, en pose y rasgos, a Chaplin.
ResponderBorrarAtilio
No me cabe duda que Torino era fana de Carlitos. Fijáte acá, Atilio, que hago referencia a eso:
ResponderBorrarhttp://historietas---cine---teatro-por-dao.blogspot.com/2007/02/quien-te-gusta-mas.html
Ajá... sí, está el aire chaplinesco en la postura de Don Nicola, particularmente en ese plantado. El otro que publicaste es una tapa de Mazza, nunca me cerró su laburo, especialmente la forma en que hacía caminar a los personajes.
ResponderBorrarAtilio
En el segundo comentario de ese post que te referencié, doy las razones por las cuales subí esa tapa, a sabiendas que es de Mazza, que a mí tampoco me convence mucho.
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