Sobre la importancia que ha tenido el número 1 de Action Comics se debe haber escrito mucho. Quiero dejar acá, entonces, apenas un breve apunte.
Si bien tenía bajados todos los primeros ejemplares, recién ahora, en el tomito de Clarín, me dediqué a leerlo con atención. Al igual que en el comienzo del universo, en esas poquísimas páginas se encuentra concentrado todo lo que se desarrollará durante décadas en la historieta: la saga de Krypton, los padres adoptivos, la doble identidad, el rol de periodista, la ambigua relación con Luisa Lane, los poderes... e incluso la pretensión de verosimilitud, expuesta en la última viñeta doble de la primera página.
Siegel y Shuster dejan plantado al personaje de forma extraordinaria, alcanzando una potencia y redondez desde el inicio mismo, que debe tener pocos parangones en la historia de la historieta. Pero además, condensan allí tal grado de riqueza narrativa que alcanzó para que decenas de guionistas vivieran luego de dichos elementos.
Por si fuera poco, en el nro. 6, en la redacción del diario, aparece un cadete que es el proto Jimmy Olsen.
Muchos grandes personajes tuvieron un comienzo pobre y casual, y sus autores se vieron obligados a irlos modificando y enriqueciendo, a través del ensayo y error. No es el caso de Súperman.
Le vendría muy bien, a los historietistas que han abandonado las nociones de personaje y de aventura, repasar estas reediciones.
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