Me habían dado el dato de una librería en Santa Clara, enfrente de la plaza principal, donde podía conseguir historieta. No había.
Decidí seguir por la calle de la librería unas cuadras más. Cuando ya me volvía a la plaza, divisé en uno de los tantos negocios de souvenir algunos libros y revistas.
No bien entro, me voy de cabeza a dos tomos de una misma saga de un historietista italiano que parecía mezcla de Meglia con Pratt. La aventura acontecía en La Habana de la época pre-revolución y quizá por eso habría llegado a Cuba, pensé (luego me enteré que Stefano Casini había visitado más de una vez la isla).
Miro el precio escrito en lápiz en primer página y me infarto: 150 CUC c/u.
No podía dejar de preguntar la razón de tal desmesura.
-No, señó -ríe la cajera. Es un CUC con cincuenta.
Saqué de la galera un mal chiste sobre no ponerle la coma y hacerme entrar en coma, mientras embolsaba los tomitos y dejaba tres monedas en el mostrador.
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