A mí me
dicen biografía en historieta y saco el revólver. Me suena a colegio
primario, a Felipe Pigna con ilustraciones
de algún admirador de Lucho Olivera.
Por eso
le di tanta vuelta a comprar la de El Bosco, en El Prado. Aparte, ya tenía El
Tríptico de los Encantados, de Max, que era edición oficial del Museo. Del
libro de Marcel Ruijters no me había llegado
noticia previa alguna, tampoco de su autor. Lo encontré en la tienda, ya
yéndome. Lo ojeé veinte veces antes de oblar lo que lucía la estampilla agregada. Incluso la
conminé a la chica de la caja a que me confesase si no se vendía más barato
fuera de El Prado, dado que lo del V Centenario les podía dar patente de corso
para chorearte. Ella me aseguró que era el precio de editorial. Lo compruebo
ahora (no lo ví en ninguna comiquería durante el resto del viaje) en internet, aunque un sitio lo ofrece con
descuento de un euro.
Pero
más allá de mis miserias de regateador compulsivo, vamos a lo importante: es
una historieta excepcional. Y haberla leído en paralelo con el catálogo de la
Muestra, fue una experiencia apasionante. De El Bosco en directo se sabe poco y
nada, de modo que para investigar sobre
él, se ha debido abordar la periferia, el contexto, la época, el
socio-histórico, la cultura de la que surgió semejante y único monstruo. Así y
todo hay enormes divergencias entre los estudiosos de su obra y sigue
sabiéndose más nada que poco.
Marcel
Ruijters siguió el mismo camino -estudiar
a El Bosco desde las fuentes que se pudiese-, pero completó los huecos con una
imaginería formidable y coherente. Y sin
la más mínima concesión a la obviedad. Y sin marcarte todo el tiempo su
erudición sobre el tema, que surge por sí misma. Al punto que leer las notas que
agrega al final del libro resulta casi superfluo. Te llega a convencer que la
vida del pintor brabanzón podía ser perfectamente como él te la cuenta. Y con un final tan poético, como sobrecogedor.
Y con un estilo de dibujo de una armonía absoluta y de una belleza extraña, que
–salvando las distancias- se emparenta con el Bosco. Hacía mucho tiempo que no
disfrutaba tanto una historieta.
Acá les
regalo unas páginas (de enorme actualidad, notarán) de este laburo excepcional
que recomiendo sobre todos a los admiradores de Hieronymus Bosch. Pero que no
vendría mal que leyesen muchos historietistas e historietófilos, aunque más no
sea como ejercicio de reeducación del gusto estético, que tan atrofiado vengo
notando en los últimos tiempos, entre la gente del ghetto.
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