SOBRE ESTE BLOG...

Vas a encontrar, básicamente, data sobre historieta cómica argentina clásica. Además, bastante de bande dessinée. Algunas reflexiones sobre el lenguaje historietístico, muchas polémicas y miles de imágenes, la mayoría de mis propios archivos. La forma más fácil de ubicar un material o autor es ir a "Etiquetas", revisar y hacer click en la pertinente. También podés escribir una palabra clave en "Buscar en este blog". Tenés mi contacto, encima, acá al lado → → →→ → →→ Suelo responder mails si la consulta es muy específica. En cuanto a enlaces que ya no funcan, lo siento, llegaste tarde. Podés tomar lo que quieras, en tanto cites la procedencia. Si no citás, y te ubico, te escracho públicamente, como he hecho en varias oportunidades. Enjoy
Mostrando las entradas con la etiqueta Varela. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Varela. Mostrar todas las entradas

jueves, octubre 23, 2008

6 MINI APOSTILLAS ILUSTRADAS

-Lucas Varela ya me gustaba por El Síndrome Guastavino, pero encima descubrí una joyita de él, en una de las últimas Fierro: Paolo Pinoccio. Me compré el librito de Estupefacto por eso. Lástima que sólo trae un episodio. Igual, el resto es muy recomendable.


-El que está (o estaba) de la nuca es Parés. El Sr. y la Sra. Rispo, que estoy leyendo, recoge lo más zarpado de la línea de Satiricón, aunque el dibujante haya laburado pa' Humor. Aparte de la obvia admiración por Crumb, que no creo que pueda marcarse como una influencia decisiva.

-Junen que tapita del gringo! Acabo de comprarla. La Barra de Pascualín es un fenómeno interesante en Ediciones Torino, que precedió a todos los demás títulos, y que algún día, analizaré con detenimiento.


-Una de cine: hace poco escribía que el género de la comedia negra se halla en vías de extinción. No es así, afortunadamente. Escondidos en Brujas, que acaba de estrenarse demuestra su lozanía. Códigos de ética entre asesinos, en una ciudad medieval. Imperdible!
-Dijo Leonardo Favio: "El secreto de mi poder de convocatoria está en que llevo en mi equipaje a la Biblia, a Borges y a Neruda, pero también a Patoruzú". Viene a cuento porque estoy elaborando una lista de admiradores del indio que no sean fachos.
-A propósito de la Biblia y de Patoruzú... Ojo! Su Eminencia Reverendísima, el Santísimo Padre Benedicto XVI, anda a la caza de quinternianos herejes, para mandarlos a la hoguera...

sábado, enero 26, 2008

NO PIERDAN EL TIEMPO... NO DISCUTO

Bien... he vuelto a La Plata. De mi segundo viaje a la Costa no me traje nada nuevo. Una porque no hay, otra porque no recorrí. Me quedé encerrado en el dpto., mirando el mar, y escribiendo una obra de teatro. Las pocas veces que salí, fue para varear a mi hija más chica y a una amiga, a las que llevé allá por unos días. Hoy anduve por Capital, y llamé a Alí Babá, pero tenía la cueva cerrada. Desde diciembre vengo pidiéndole que separe de sus tesoros un material que me interesa, pero no he tenido suerte hasta el momento. Ante el fracaso, pasé por el Club, y comprobé que El Tony sigue tan simpático como siempre, aunque sus precios lo sean cada vez menos. Me alcanzó para la Fierro Nº 100, que es de las pocas que me faltaban, y no la compraba porque -dada su escasa tirada- cotiza bastante más arriba que las otras, para una Capicúa Nº 28 (consigo de esa franja de numeración por una cuarta parte de lo que pagué hoy) y una Fabián Leyes, también cara. O sea, El Tony me agarró débil. O como dice mi amiga, la españolada Osa, tenía “un mono” de historietas antiguas. Aunque sumando en favor de El Tony hay que decir que me hizo el consabido descuento, que yo usé tontamente para traerme el último tomito de El Negro Blanco, que ya tenía (error de anotación en mis desordenadas listas). Así que si alguno quiere el 6, ya sabe: lo tengo repetido y lo cambio por otra cosita o lo vendo al costo. Esto por unos días, porque en mi próximo viaje, si no hay eco, lo devuelvo y hago valer ese crédito en el Club... En fin, verán que estoy de lo más coloquial. Es que, en serio, no tengo ganas de pelear al pedo este año con los woodianos, o los quinternianos, o los donaldistas, o como pareciera insinuarse ahora, con las nuevas generaciones que gustan de la línea de la actual Fierro. Si les gusta, muchachos, todo bien. Lo mío no es gusto, sino que se trata de real conocimiento de que Liniers, Quattordio, El Marinero Turco no hacen ni arte, ni historieta, ni un carajo. Lo de ellos es pelotudez pura y simple. Distinto es el caso de otros buenos dibujantes que no saben narrar y lo disimulan bajo el supuesto paraguas de narrativas experimentales. Yo algo se, creánme, de ese tipo de narrativas... Nada. No se trata de gustos, chicos. Ni de prejuicios. Lucas Varela, por ejemplo, me parece interesante haciendo “El Síndrome Guastavino”, que es lo mejor que trae la revista actualmente, lo cual no es demasiado decir (ya expresé mis reparos con respecto a cierto grado de delectación morbosa de Trillo en estos temas). Pero el guión ordena al dibujante y su estilo aliviana una historia que, expresada en otro trazo, sería insoportable. También tiene coherencia estética con el relato, desde el punto de vista de la afición del protagonista por las muñecas, como lo tenía el estilo usado por Grillo en la historieta que llevaba su nombre junto al del guionista (lo mejor de la nueva Fierro, hasta ahora), y que se adentraba en el mundo de las pesadillas de la infancia. Nadie puede decir que las dos citadas sean historietas “tradicionales”. O sea que ese argumento, en mi contra, tampoco vale. La mayor experimentación en la historieta argentina, la llevó a cabo, hasta ahora, el viejo Breccia -fallecido hace casi quince años- en su último período, adaptando a Lovecraft, Sábato, Quiroga. También en “Viajero de Gris”. Forzó los cuadritos hasta donde se le antojó... desde el collage, a la abstracción pura... Y los resultados son magistrales. Aparte de la razón que Breccia era un artista dedicado a un género que rara vez (sólo cuando lo agarran tipos como él) es arte, porque siempre tuvo en claro que había que narrar, sea en el estilo que fuera. Lo que no significa, como se me acuso en algún grupo, que yo defienda una narrativa convencional, aún cuando admita variantes expresivas en el dibujo. No. Reconozco que me gusta más Trillo que, por ejemplo, María Alcobre en su faz de guionista de “La Nena”. Pero otorgo valor a su variante impresionista de relato. O sea, repito, no se trata de gustos, muchachos. Se diferenciar cuando existe un código coherente, aunque a mí no me mueva un pelo, de cuando quieren encajarme cualquier verdura, so pretexto de la “experimentación”. Pero si a ustedes les gusta, insisto, está todo bien. Yo, de gustos, no discuto. No discuto de nada, en realidad. Tiro mis opiniones, las fundamento, exhibo mis avales (que me importa un carajo si creen suficientes o no) y los dejo que discutan ustedes. Si alguno aparece con un argumento sólido, de cualquier tema, que ponga en crisis los míos, entonces sí. Si ando con ganas y tiempo, me dedicaré a considerarlo y a debatir. Hubo demasiado debate estéril aquí el año pasado. Como respondí a un comentario del estimado Atilio: después no se dan por enterados. Quiero decir: cuando trato de ordenar los caóticos intentos de refutarme, y doy clases magistrales sobre el tema, como en el caso Quinterno, todos miran para otro lado. El larguísimo post que escribí a principios de diciembre ( ver ) dando pruebas de todas y cada una de mis afirmaciones anteriores respecto a la influencia de Disney en el creador de Patoruzú, sólo mereció 1 (un) comentario. Casi dos meses después. Y proveniente de alguien que no tuvo participación en el arduo debate que llenó casillas de furibundas críticas. Cuando ví que -una vez publicado- seguían chicaneando y pregunté si lo habían leído, se me respondió que era demasiado largo y aburrido y que yo terminaba ganando por cansancio. No es serio, convengamos... Ahora constato, por ejemplo, que un muchachito exitista e ignorante, titula en su página, respecto a Quinterno, “El Disney argentino”. Es el mismo muchachito exitista e ignorante que vino aquí a aplaudir a Amillan, en medio de la discusión. Supongo que sólo para joder, para meter la púa. O quizá con la vana esperanza de que alguien pueda llegar a ganarme una, cosa que él jamás podría hacer, y hasta ahora -modestia aparte- muy pocos lograron en los asuntos que nos ocupan. Sí en cuestión de datos, por supuesto, que puedo carecer de muchos. No en el plano reflexivo. Y no se trata de astucia para refutar, sino de capacidad analítica. Pero no me quiero ir de tema... A qué se debe el cambio del muchachito exitista e ignorante? Se convenció de todas las razones que expuse? No. El muchachito exitista e ignorante titula ahora “El Disney argentino”, porque lo dijo Sasturain en el prólogo del libro de Isidoro. Y él supone que Sasturain es una autoridad en la materia. Y encima, cree que calificar a Quinterno de “El Disney argentino”, es un enorme elogio. Por eso, muchachos: contra ese nivel de razonamiento no hay nada que hacer... Acostumbro a discutir con gente que tiene un mínimo de autoridad y honestidad intelectual. Lo otro que -mea culpa- hice, es una chiquilinada de mi parte. O tirar margaritas a los chanchos, como encabecé un editorial. O la utopía de pensar que puede llegar a primar el razonamiento por sobre envidias y revanchismos. Sigan creyendo en los nombres “prestigiosos”, en lo que les venden los medios... Yo jamás compré los valores del sistema. Sigan creyendo que lo de la Fierro es expresión de la “nueva historieta”... Para mí es basura seudo-experimental de la generación post-procesista. Seguí creyendo, mi querido Atilio, que Torino era un pobre tipo que no pegaba una en la animación, que Divito no está inflado y que Betty Boop no tiene nada que ver con el asunto... Yo, respetuosamente, disiento. Pero no discuto. Me dedico a contar que he vuelto a La Plata y que de mi segundo viaje a la Costa no me traje nada nuevo...