Seguramente, dentro de un mes, extrañaré recorrer kioscos, los sábados al mediodía, buscando el Patoruzito de Perfil y la Ñ con el Corto Maltés. Hoy anduve más que de costumbre, ya que en La Plata el Corto había desaparecido. En cambio de la otra había en todos lados. Habla del buen gusto de los lectores platenses, claro. Acabo de releer, después de muchísimo tiempo, la primera historia de la décima entrega de Clarín, Concierto en do menor para arpa y nitroglicerina. El cambio de roles entre el héroe instituido y el supuesto traidor, es una idea extraordinaria, digna de Oesterheld. Apenas la empaña esa obsesión historicista de Pratt, que lo lleva, por ejemplo, a cometer la gaffe de hacer decir a un personaje “la sublevación del 16 en Dublín”, cuando la acción transcurre apenas un año después de ese episodio. En cuanto a Patoruzito, hay que reconocer que este título, Autocine, y el anterior, Las Bodas de Ñancul, no están tan mal. Claro que ambos son cercanos a la numeración del 200, en la que los guiones y dibujos de EDQ no habían entrado aún en la absoluta decadencia. No tengo en mi colección el Nº 218, en el que originariamente se publicó Autocine, pero mucho me sospecho que ocurrió aquí una mutilación similar a la que comenté respecto a ¡Guardaespaldas! (ver). Entre la página 16 y 17 de la edición de hoy de Perfil hay un salto narrativo, que parece producto de haberse omitido un par de viñetas.
Por otra parte, le eché un vistazo a la nota de la Ñ referida a un libro de Laura Vázquez, sobre la historieta argentina a partir de los ’40, que habrá que leer, para ver de qué se trata, porque el cronista no esclarece mucho que digamos. No se termina de entender si algún que otro disparate le pertenece a él o a la autora del libro. Pero rescato un párrafo, con opiniones de Breccia y de Pratt: “Mientras Marta Minujin generaba escandaletes con sus happenings en la calle Florida, el semiólogo y psicoanalista Oscar Masotta logró convencer a Jorge Romero Brest, director del Di Tella, de la necesidad de realizar una Bienal Internacional de Historieta en la que se diera testimonio del alto valor "artístico" alcanzado por el lenguaje de los cómics. La bienal se realizó entre septiembre y octubre de 1968, y fue la primera vez que las tiras de historietas fueron exhibidas como obras de arte, colgadas en paneles como si fueran cuadros, un gesto que graficaba cabalmente la intención de los impulsores del evento. Aunque fue un éxito de público, la bienal recibió críticas lapidarias de parte de los propios autores, que veían en toda aquella "pompa artística" la desnaturalización de un género que tenía sus propias reglas de legitimación y consumo. "Cuando Masotta comenzó a analizar la historieta desde la semiología se pudrió todo. Una vez fui a una charla de la bienal. ¡Se hablaron tantas boludeces! Todo verso", bramaba Alberto Breccia. Con su estilo directo, típicamente italiano, Hugo Pratt resolvió la cuestión con una frase mucho más tajante: "Ese Lichtenstein es un ladri "." Aplausos.
También hay un recuadro de opinión, firmado por Trillo. Celebro frases suyas como: “Cuando estas revistas decayeron dejé de leer historietas: las de Columba nunca las soporté” o “...nunca fui colaborador de Columba, editorial que tenía la palabra "autor" como la más ofensiva del diccionario”. Pero me desconcierta lo que escribe al final: “...en la Argentina sigue pasando algo raro: la historieta no termina de desembarcar en las librerías, su lugar de pertenencia en estos tiempos, y se aferra al kiosco que, me parece, ya no la quiere esperando lectores en la vereda”. Por el contrario, pienso -y peleo desde este blog por eso- que el lugar de la Historieta debe seguir siendo el kiosco, donde nació, consolidó su destino popular, de cultura marginal, y donde tímidamente parece empezar a volver. Porque resulta indubitable que en la Argentina de los últimos tiempos, a la Historieta se la encontraba sólo en librerías, aunque no fueran las tradicionales. Qué otra cosa son las comiquerías, sino librerías especializadas? Trillo debe salir poco a la calle, supongo.
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sábado, marzo 27, 2010
EXTRAÑARE LOS SABADOS
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Coincido en muchos puntos de vistas que aquí se mencionan.
ResponderBorrarPero hay algo que vos pasas por alto Miguel y es que lo que llega a los kioscos son la mayoría recopilaciones,refritos de viejas revistas y autores ya consagrados que poco espacio deja a nuevas publicaciones.
A mi parecer sigue habiendo una hegemonía del poder editorial de diarios y editoras y poco margen para nuevas propuestas.
En todo caso una comiquería podes dejar en consignación si te dedicas a la auto publicación,algún que otra convención,pero en si lo masivo y las grandes apuestas de las editoriales solo esta restringida a 2 o tres publicaciones con cierta periodicidad,ya medio como que fue ese auge.
Lo de las librerías que menciona Trillo por lo que leí se hizo realidad porque el Gob de la ciudad de BsAs parece que esta promoviendo se abra un poco el juego para los productos culturales de este pais y ya es posible ver en lugares como el Ateneo publicaciones de Quino,Fontanarrosa,Liniers,Breccia,etc.
Pero es inevitable no seguir observando esto,la falta de apoyo y promoción a las nuevas generaciones,que todo ese camino trazado debe seguir y de algun modo los artistas del presentes merecen y deben tener su espacio bin ganado por cierto.
No ignoro que los kioscos son difíciles para los emprendimientos chicos, por la tajada que se llevan los distribuidores y el kiosquero. Pero si los periódicos tienen repercusión con estos lanzamientos de reediciones de Superhéroes, o de Pratt, o de Patoruzito, cabría la posibilidad que amplíen el negocio y se larguen a editar revistas de historietas nuevas, como lo hace Página con Fierro. Eso le daría cabida a muchos historietistas en el mercado local, y repercusión masiva. Me gustaría que si alguien tiene algún dato sobre ventas de las ediciones de historieta de Clarín o Perfil, lo aportara.
ResponderBorrarUn comentario acerca de la nota de Ñ: una vez más (y van...) el periodismo aborda un fenómeno centrado en su discursividad sin mención a los rasgos discursivos en cuestión. Paso a explicarme y aclaro que no puedo hablar del libro de Vázquez, que no leí, y hablo de la nota de Marinelli, que acabo de leer.
ResponderBorrarDejemos, además, de lado que la historieta no es un género sino un lenguaje y un medio (prefiero no agregar un arte tanto por dudas cabales cuanto por viejas polémicas) y vayamos primero al título: "Una historia dibujada". Ok, un juego de palabras, una suerte de metáfora, pero no hallo referencias en la nota a esos dos términos que (quizás) sirvan para definir la historieta: una narración con base en unos dibujos. Lo que hay, sí, es "una historia [absolutamente] dibujada" a partir de datos externos cuyo vínculo con la narración y con el dibujo, si los hubiera, nunca se explicitan.
Así, "granero del mundo", "años pretelevisivos", "gobiernos de Perón", "vanguardia de la época", "radicalización política" o "destrucción del tejido industrial nacional durante el menemismo" aparecen como explicaciones obvias de no se sabe qué transformaciones (o no) en las historias dibujadas de las historietas, es decir, en los rasgos pertinentes a su discurso. Por tomar sólo la devastación de los 90: ¿por qué habría decaído la historieta y no la televisión, la literatura o la radiofonía, todas ellas auténticas industrias culturales y nacionales? Pregunta que al periodista no interesa porque (no sé si con la autora) se ha inventado antes una falsa respuesta.
Lo mismo ocurre con esa sociología de bolsillo e injustificada que sostiene: "Sus lectores ya no eran los trabajadores que viajaban en tren desde el conurbano hasta el centro de la ciudad, sino los jóvenes de la clase media ilustrada". Ponele que sí: ¿hubo cambios en la narración y en los dibujos (en los lenguajes de la historieta nacional) que permitieran habilitar tal mutación de sus lectores? No se sabe porque no interesa; importa lo naturalizado, sin análisis ninguno, lo llanamente mitificado: los obreros dejaron de leer historietas y empezaron ciertos intelectuales. Mirá vos, creer o reventar, porque datos y precisiones no hay ni uno.
Por último, leí poco y nada de Massotta pero, entre lo poco, una ponencia en esa Bienal del 68. En efecto, Massota sienta algunas bases respecto del análisis semiótico de la historieta, es decir, de los mecanismos mediante los cuales significa que son distintos a los de otros lenguajes y medios. De "pompa artística", "canonización" y "Bellas Artes" no recuerdo nada, pero lo leí hace tiempo... Por lo demás, es un lugar común el rechazo del artista al análisis de sus recursos creativos que amenaza hacer caer su talento único, innato y espontáneo bajo la rúbrica de operaciones técnicas extendidas, insistentes y probadas.
Y nada más porque ya me alargué demasiado. Hacía tiempo que no comentaba así que podés prorratear la extensión con cargo a entradas anteriores, jajaja.
Abrazo.
Querido Cinzcéu: tus comentarios -cortos o largos- siempre son inteligentes y sustanciosos. A esas afirmaciones naturalizadas, sin análisis alguno, que observás en la nota, agregaré la de que en los '70 la historieta se politiza -se izquierdiza-, tomando como ejemplo a Oesterheld, que es un caso absolutamente aislado. La historieta argentina, en los '70, estaba bajo el signo de Récord, donde salvo la segunda parte del Eternauta, no se publicaba nada que tuviera que ver con política. Y de última, también estaba Columba, donde si aparecía algo con contenido político, era del signo contrario. Por otra parte, no es cierto que a un lector "popular", lo sucedió uno "intelectual". Apareció una especie nueva, sí: los analistas de la historieta. Pero los consumidores pasaron a ser un ghetto al que poco le importaba el análisis semiótico o de cualquier otro tipo, salvo para prestigiar su afición. Adultos que seguían leyendo Súperman inocentemente, pero que ya no se escondían para hacerlo, porque tenían un argumento para esgrimir ante los que los trataban de pelotudos por eso: Umberto Eco se ocupaba de Súperman. Y a propósito... quiero aclarar que yo no desestimo las lecturas de Massota y otros. Por el contrario, me parecen muy interesantes. Lo que aplaudo es que Breccia y Pratt no los hayan considerado y siguieran haciendo lo que sabían muy bien hacer, sin contaminarse con interpretaciones de los observadores de su lenguaje (puse lenguaje, viste?). Porque si bien es cierto que la de ellos es la reacción típica del creador ante las devoluciones de su trabajo, también existen otros que hacen lo contrario. Es decir, que se transforman en base a las interpretaciones que se les hacen, desvirtuando así lo genuino de su creación. De este modo, nos encontramos con una generación de lectores que se sienten "importantes" por leer historieta, y de historietistas que se sienten "importantes" por hacerla. En ese sentido, creo que la semiótica cagó la historieta, en tanto contribuyó a que se alejase de su origen popular.
ResponderBorrarAcabo de bajar la Revista Ñ y leyendo la nota, encontre un detalle para destacar. No tiene que ver estrictamnete con el eje del artículo, pero por ahí se desliza qeu Walt Disney vino a la Argentina a comienzos de la decada del 50. Un falla grosera, ya que estamos hablando de que Disney visito la Argentina casi una década atrás, en el 41.
ResponderBorrarUn abrazo.
Tenés razón, no había reparado en eso. Abrazo
ResponderBorrarA mi lo que me desconcierta de las palabras de Trillo es que diga que nunca fué colaborador de Columba cuando él en los 90s le vendió pilas de guiones y publicaba la serie N.N. con dibujos de Risso.
ResponderBorrarNo me parece mal que haya publicado en Columba pero si que lo niegue.
Abrazo.
Quizá Trillo hace una distinción entre ser colaborador y vender guiones, no se. Pero no afirma que nunca publicó ahí. Abrazo
ResponderBorrarDos cositas:
ResponderBorrar1. La trama de la historieta del corto, más que de Oesterheld, viene derechito de "Tema del traidor y del héroe" de Borges (que no casualmente también transcurre en Irlanda, aunque un siglo antes).
2. Lo de la politización de la historieta en los '70 me hizo crugir los dientes. No creo que venga del libro de Laura: yo lo leí en su formato tesis, y es excelente.
3. Lo popular es un viaje de ida, Miguel, porque nos pone en Robin Wood de cabeza.
Y que Pratt y a Breccia no hayan sufrido la influencia de ser algo así como estandartes de la "crítica fina" de historietas es por lo menos discutible, hayan dicho lo que hayan dicho ellos, que eran tan coquetos como cualquier artista.
Abrazo!
1- Es claro que Pratt abreva en Borges. Pero si se fija bien, escribí "digna de Oesterheld", que también tomaba la gran literatura para sus guiones.
ResponderBorrar2- Supongo, entonces, que es una grosera simplificación del cronista.
3- Si el precio para que la Historieta vuelva a ser popular es Robin Wood, bienvenido sea. No fue el único que gozó del favor del gran público, ni lo será.
Su párrafo no enumerado da para bastante, y no merecería cuatro líneas, pero... tomemos el caso de Breccia, donde en su última etapa se evidenció más el vuelco hacia una estética de tipo experimental, por llamarlo de alguna manera. En primer lugar, eso no fue producto de la influencia de "prestigiosas" lecturas ajenas, sino de una necesidad propia. El Viejo se aburría de hacer siempre lo mismo. En segundo lugar, Breccia nunca dejó de tener presente que estaba contando historias, y que eso era básicamente la historieta. Y si necesitara aclaración sobre que quiero decir con contar historias, le ejemplifico con el contrario: toda la camada de "jóvenes promesas" de los '90, que terminaron haciendo cualquiera en la Fierro, incluyendo a su admirado Liniers. Abrazo
Dao, tarde, pero bueh:
ResponderBorrar1. No quería hacer un concurso de referencias culturales. Lo interesante de la historieta de Pratt es que es la MISMA idea argumental que el cuento de Borges, no una comunidad temática. A eso iba. Ya sé que era un viejo gorila, que eso te causa un escozor, pero hacé el esfuerzo y relee el cuento, que es fabuloso.
2. Creer que la gente hace cosas por "necesidad personal" es pensar como los filósofos que buscaban un "primun movile": siempre hay un dios detrás de dios. Acá es lo mismo: ¿de dónde viene la "necesidad personal". Y, ¿qué hace que un editor quiera publicar la "necesidad personal" de un autor?
No digo que Breccia hiciera Mort Cinder para ganarse el amor de Masotta. Digo que los Masotta and Co. son parte de las condiciones de posibilidad de la existencia de obras como las del último Breccia (y ni hablar de obras como las de Muñoz)
1-Quise poner "digno de", Fede, insisto. No "influído por". "Digno de Borges" no sería adecuado, acordará. Juro que lo probé cuando escribía el post e inmediatamente lo corregí. No es cuestión del pelaje de los gorilas. Si sufriera ese tipo de alergia no podría sentir afecto por alguno de ellos.
ResponderBorrar2-Es curiosísimo el mecanismo de debate que utiliza. Primero me argumenta que Breccia era "coqueto" como cualquier artista, y que debido a eso se vió un tanto seducido por el discurso de Massotta, aunque haya abjurado de él. A esto le refuto -en el mismo plano de interpretación de motivaciones personales que usté propone- que el Viejo se aburría de hacer siempre lo mismo, cosa que ha dicho en varios reportajes. Ahí, usté me cambia el ángulo, y se corre a la obviedad sociocultural. Sea coherente, hombre, porque así no se puede discutir. Se lo digo todos los días a mi mujer.
ah, ya que andamos de recomendaciones... revisite lo verdaderamente experimental de Breccia, que no es el Mort Cinder, precisamente
ResponderBorrarDistraído, o inconcientemente, vaya uno a saber, le rechacé el comentario, Fede. Pero gracias al botoncito de retroceso, pude rescatar el texto, acá va:
ResponderBorrar(Federico) 20:35
Me costó seguirte, eh. Sí, fetivamente, objetividad sociocultural o algo así. Las "intenciones" de Breccia, incognoscibles, son poco verosímiles. Si hoy hablamos de Breccia, es porque la historieta dejó de ser lo que era.
Y sí, claro que el Breccia post Mort Cinder es más radical, pero también estámenos sólo. Cuando hacen Mort Cinder (principios de los '60) NADIE había hecho algo parecido.
En cuanto a Pratt: yo no digo ni "influído por", ni "influído por" sino redondamente "afanado a" (lo que, lejos de estar mal, está fenómeno, eh).
Y yo también le tengo afecto a gente que no entiende nada de política!
Bueno, ahora te contesto...
ResponderBorrarSi las intenciones de Breccia son incognocibles, por qué carajo empezaste hablado de "coquetería", digo yo??? Al menos, mi argumento de que se cansaba de hacer siempre lo mismo, lo saqué de reportajes!
Y en cuanto a "influído por" o "afanado a", decí lo que quieras. Yo escribí "digno de".
Puta, que laburo dan los que siguen discutiendo contra toda lógica, como la oposición!
Ah! No se me haga el distraído. No puse "objetividad sociocultural".
ResponderBorrar"Obviedad sociocultural" JAJAJA
ResponderBorrarA mí también me juega malas pasadas el inconsciente...