SOBRE ESTE BLOG...

Vas a encontrar, básicamente, data sobre historieta cómica argentina clásica. Además, bastante de bande dessinée. Algunas reflexiones sobre el lenguaje historietístico, muchas polémicas y miles de imágenes, la mayoría de mis propios archivos. La forma más fácil de ubicar un material o autor es ir a "Etiquetas", revisar y hacer click en la pertinente. También podés escribir una palabra clave en "Buscar en este blog". Tenés mi contacto, encima, acá al lado → → →→ → →→ Suelo responder mails si la consulta es muy específica. En cuanto a enlaces que ya no funcan, lo siento, llegaste tarde. Podés tomar lo que quieras, en tanto cites la procedencia. Si no citás, y te ubico, te escracho públicamente, como he hecho en varias oportunidades. Enjoy

miércoles, julio 28, 2021

HISTORIETA Y TEATRO

En 1925, "Trifón y Sisebuta" (o sea Bringing up father, de Mac Manus), tira cómica que publicaba el diario La Nación bajo el título "Pequeñas delicias de la vida conyugal", fue llevada al teatro por la compañía de Roberto Casaux, un actor famoso por sus camaleónicas caracterizaciones, que estaba a la altura de los grandes y que murió joven. La adaptación corrió por cuenta de Enrique García Velloso, prestigioso dramaturgo de la época.

A la notoriedad del actor se sumó la popularidad de la historieta, lo que hizo que el espectáculo -ofrecido en el Teatro Nuevo de la calle Corrientes- superara las doscientas representaciones, cifra récord para la época, en que las compañías cambiaban de repertorio semanalmente.



"El cuerpo es la cita", Interpretación, creación y puesta en escena, por Marina Wainer

De adolescente incursioné a través de profusas  lecturas en el "método" de actuación stanislavskiano / strasbergiano. Creí entender de qué se trataba.

Tiempo después comprobé que existían cantidad de variables de interpretación posible cuando el tal "método" -que no es tal- se llevaba a la práctica, y que poco tenía que ver con lo que tempranamente di por sabido.

Más tarde aún, cuando de alumno pasé a maestro, realicé a mi vez una operación sincrética entre mis tempranas lecturas y lo que mis propios maestros me habían transmitido. Operación que no fue única, puesto que iba mutando a medida que adquiría horas de vuelo.

Así cualquier certeza adquirida se convertía en transitoria, apenas un sendero a explorar, nunca una garantía de resultado. 

En algún momento, a raíz de tanta relativización permanente, llegué al extremo de preguntarme si los textos teóricos de teatro servían para algo. Si la actuación no debería aprenderse al viejo estilo, de forma totalmente empírica, tratando de desentrañar los recursos de los grandes actores y transitando el escenario.

Mi contestación de hoy es que no, que los textos son necesarios, en tanto no se conviertan en dogmáticos o exegéticos de otros textos. En tanto abran en vez de cerrar. En tanto sean (odiosa palabra, pero adecuada aquí) "inspiradores".

Y en tanto, fundamental, sean concebidos como una teoría entre dos prácticas.

En "El cuerpo es la cita", el libro de Marina Wainer, existe una unidad conceptual muy grande, en contenido y forma. Lo cual significa unión de vertientes difíciles de imaginar, incluso para mí, que seguí de cerca el proceso de elaboración del texto y que compartí muchas horas de ensayos y funciones con la autora.

El mundo imaginativo y asociativo, el delirio creativo, esa máquina de proponer permanente que es Marina Wainer, parece en principio imposible de ser plasmada en un entorno teórico.

Allí radica el esencial acierto de "El cuerpo es la cita", en eludir lo teórico a la manera acostumbrada y transmitir en cambio propuestas de búsqueda que nunca se encierran en sí mismas, que jamás se convierten en "receta", que no pretenden ser soluciones, sino maneras –variadas maneras- de abordar las problemáticas del actor. 

"El cuerpo es la cita" es manual, es guía, es poética de la escena. Estimula, provoca, pincha. Es libro de consulta, para acudir a él en momentos de atolladero creativo, de confusión escénica, de neblina teatral.

Adecuado para el bolsillo del estudiante o para la cartera de la actriz.

Yo recomendaría que lo consigan...la autora podrá informarles el cómo (la ubicarán fácilmente en Facebook)

lunes, julio 12, 2021

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (X): "FLORENCIO Y LOS GAUCHOS" ≠ “STRAPONTIN CHEZ LES GAUCHOS”

El anuncio de la publicación de un Quijote en español en China suena un tanto extraña si uno no conoce la historia de la "traducción" de Lin Shu, que la acompañará.

El mundo de las traducciones siempre me resulta fascinante.

Acabo de leer  "Florencio y los gauchos", comprado en Barcelona (VER) va a hacer casi dos años, en un afortunado viaje, teniendo en cuenta que muy poco tiempo después ya no se pudo viajar más (al menos como acostumbrábamos a hacerlo).

Diez años antes del posteo referenciado, había leído “Strapontin chez les gauchos” (VER), su original.

El desafío para el traductor español, en este caso, consistía en que el protagonista llegaba a Argentina, donde se hablaba un idioma que no entendía, que resultaba ser el mismo idioma en que el traductor debía hacer hablar al protagonista. 

Para colmo de males, dentro de la historieta misma, un personaje, el gauchito del segundo posteo, oficia de intérprete.

De tratarse de novela o cuento para adultos la cuestión se solucionaría con una simple llamada: "en español en el original"...  pero eso no vale en la historieta, claro.

El truco que encuentran en la edición de Jaimes pasa por la tercerización del idioma: el hacendado argentino, resulta ser allí un italiano que se afincó en nuestro país. 

Así Julio Ramírez, propietario de una gran estancia en Argentina (según el original) se convierte en Tino Sarto, siciliano que vino a probar suerte aquí.


Esto habilita que sus empleados, e incluso otros terratenientes, hablen una lengua que  Florencio – Strapontin no comprende y que el gauchito bilingüe  (también rebautizado) le traduce. 



A primera impresión el recurso me resultó forzado,  pero a medida que pasaba las páginas, veía que funcionaba, por más que no solucione todos los problemas que presenta el guión de Goscinny, que como de costumbre no son pocos. Basta remitirse a la delirante secuencia del diccionario, que como se observará ha salido airosa...

Y al fin y al cabo, la inmigración italiana en el país resultó mayoritaria en relación a otras comunidades europeas. A más, terratenientes italianos tenemos de sobra... Macri y su amiguito Benetton, sin ir más lejos.

Volviendo al inicio, y parangonando los diccionarios a los que acuden los gauchos con Lin Shu, éste "tradujo" el Quijote al chino oyendo a un ayudante que le leía una versión en inglés de la obra de Cervantes. 

Un tipo de audacia, como la restauración del  Ecce Homo de Borja, que suele generar hechos artísticos  nuevos y discutibles (aunque por suerte, el Quijote original no fue sobrescrito). 

"Florencio y los gauchos" no es exactamente “Strapontin chez les gauchos”, pero conserva el aire de familia. Me alegra incorporarlo a mi colección.

domingo, junio 20, 2021

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (IX): IZNOGUD EN ARGENTINO - 2DA. PARTE

Pasemos a la otra página que fotografié de la edición nacional de "El Gran Visir Iznogud".

Segundo episodio que tanto Grijalbo como Del Zorzal coinciden en intitular "Viaje oficial", ya que mucho misterio en la traslación no había.

El problema empieza con la didascalia de la viñeta inaugural.

El juego de palabras que asocia los tres caballos con el servicio postal, es intraducible. Sólo los franceses pueden entender la referencia: el "tri" se vincula a sus propias, distintas etapas, del proceso de "clasificación" de la correspondencia... que además son  tres.

La solución que encuentran los zorzaletes a "ces messagers a trois chevaux, appartenaient au service du tri-postal" es "estos mensajeros de tres caballos pertenecían al servicio trifecta-postal".


"Trifecta" es un término que sólo conocen los burreros y que nada tiene que ver con el correo. 

O se quisieron sacar de encima el problema con lo primero que se les ocurrió o ni siquiera llegaron a entenderlo.

Vayamos ahora a los -tan criticados siempre- traductores españoles. 

Mientras que Del Zorzal es fiel al final del párrafo anterior ("al galope de su triple montura"), Grijalbo abandona la literalidad y formula: "gracias a la fuerza de sus 3 caballos". Inmediatamente entendemos el por qué: "Más tarde bastará la fuerza de un 'dos caballos' para distribuir, mucho más de prisa, el correo...".


No cabe duda que aquí está entendida la dificultad y se buscó  una solución que incluyese el tema postal, como en origen. O sea, por si no quedase claro: se pasa de la fuerza de tres caballos a los dos caballos de fuerza, es decir a un vehículo automotor, para el reparto de las cartas. 

Y si hilamos más fino, descubrimos que el trabajo del traductor español resultó realmente exquisito, puesto que la primera furgoneta de correo utilizada en Francia, era de la marca Citroën, y tenía un aire de parentesco con el mundialmente conocido 2 CV (sigla que responde, claro, a "chevaux vapeur" = "caballos de vapor").


Resumiendo: las denostadas traducciones galaicas que Del Zorzal prometió erradicar definitivamente de la memoria de los cultores de la bande dessinée argentinos, para inaugurar una nueva manera de leer a Goscinny, respetándolo tanto en letra como en espíritu... esos viles traductores españoles, decía, le pasan el trapo a los zorzaletes no bien se analiza un ínfimo cuadrito. 

No quiero ni imaginarme que podría encontrar  de ponerme a cotejar el álbum íntegro.

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (VIII): IZNOGUD EN ARGENTINO - 1ERA. PARTE

Enterado que Del Zorzal arrancó con Iznogud, pasé por Cúspide. En efecto, estaba allí el primer álbum,  tal como cronológicamente lo publicó Dargaud ("Le Grand Vizir Iznogoud", 1966) y con la anotación en portada de "Primeras aventuras". 


Tengo parte de la serie en francés, pero la mayoría en la edición española de Grijalbo, que cambió la secuencia (allí el primero es "Una zanahoria para Iznogud"). Me faltan algunos tomos, y con la aliteración del orden, las variantes de traducción en los títulos (algunos muy parecidos incluso en original: "Iznogoud  l'infâme"," Iznogoud  l'acharné"), las diferentes portadas y la progresiva pérdida de memoria debida a la edad, quería cerciorarme que no tuviese éste, de ahí que saqué foto al principio de dos episodios. Llegué a casa, me fijé, lo tengo en Grijalbo como tomo 8. 

Pero claro... no pude resistir la tentación de comparar traducciones. Porque sabemos que esta serie es un campo minado para cualquier traductor, ya que Goscinny, desde el protagonista mismo, se dedica a jugar desenfrenadamente con las palabras (ver "Los 'jeux de mots' de Goscinny").

Con el nombre y la calificación honorífica del Califa Haroun El Poussah  tenemos el primer disenso, nada menos.

Empecemos por el honor. "Commandeur" puede traducirse como comandante, en efecto, como hicieron los zorzaletes, al contrario de comendador (también aceptable), como era tradición en las ediciones que nos llegaban de España. La cuestión es que el título islámico de Califa va más allá de la bande dessinée y  está universalmente asociado en nuestra lengua desde hace siglos al de Comendador de los Creyentes. En Del Zorzal, más fuerte que la tradición, ha sido el caprichito de mostrarse originales.

El nombre ahora. La palabra "poussah" tiene su origen en un busto vinculado al budismo donde se representa un hombrecito sentado y panzón. Para los franceses es un juguete. Una figura pequeña con base redondeada que aunque sea empujada, siempre oscila  y vuelve a sentarse  en posición vertical.

O sea, tres características (gordura, pasividad, infantilismo) evidentemente asociadas al personaje.  Si bien los españoles tienen una palabra que designa al mencionado juguete ("tentetieso") no cayeron en la tentación de castellanizar el nombre y apenas lo modificaron fonéticamente -al igual que Iznogud-, quedando en Harún el Pussah.

Pero los genios de Del Zorzal no pudieron con su genio y argentinizaron. Más bien porteñizaron o lunfardizaron. El Califa pasa a llamarse "Harún el Fiakah".

Mientras que el esbirro del Gran Visir cambia del Dilá-Lará español (fiel al juego fonético original: Dilath Larath) al discepoliano  Dhale Kevah.

Dan ganas de balearse en un rinkón, contestaría Homero Expósito...

(continuará)

domingo, mayo 23, 2021

CÉZARD ILUMINADO POR WOODY ALLEN

Estuve reordenando en el altillo mi sector de la bande dessinée. Tuve que habilitar dos espacios más, aparte del que muestro arriba, porque ya los álbumes no cabían. 


La limpieza propició la idea que los muñequitos se ubicasen conforme al lugar de sus respectivos tomos. Me quedó colgado -por demasiado voluminoso- Arthur et le Père Passe-Passe. A propósito de este último... 

En antiguos posteos me cuestioné cuál sería la traducción idónea para rescatar el sentido original del nombre del mago: "El 'Père' es un tratamiento que se le otorga a personas de determinada edad y categoría, y podría reemplazarse fácilmente por nuestro 'Don'. Pero 'Passe-Passe', alude al juego de los ilusionistas, y la traducción literal, que sería 'Pasa-Pasa', no significa nada para nosotros."

Arriesgué 'Don Nadaporaquí-Nadaporallá', aunque no muy convencido, ya que suena excesivamente largo.

Tampoco me conformaba 'Don Pasemágico', porque resulta un tanto redundante cuando se le agrega el subtítulo ('Mago diplomado').

Otros sugirieron 'Abracadabra', que a mí me remite más a palabra mágica en serio que a fórmula de ilusionista.

Un amigo español que se entretiene con estas mismas cuestiones apostó por 'Truquillo', lo cual será adecuado para los españoles, pero no para nosotros, aún cuando lo pasemos a 'Truquito', que se asociaría al juego de naipes. Quizá 'Don Truco', pero para eso me quedaba con 'Don Jugarreta', que es lo primero que salta como aproximación.

Aclaro que estas disquisiciones ocurrieron hace más de diez años. Ahora bien...

Días pasados, leyendo la autobiografía de Woody Allen, hice un descubrimiento insólito.


Cuenta el cineasta que de adolescente era muy aficionado a la magia y refiere el "truco de las botellas Passe Passe". Inmediatamente recordé el dilema de cómo traducir ese nombre.

Al parecer, por lo que estuve gugleando fue un acto popularizado por Tommy Cooper, un ilusionista británico nacido en 1921 y fallecido en 1984. Comenzó su carrera en el '47, cuando Woody tenía 12 años, de modo que bien puede tratarse de eso.

El hallazgo no resuelve la cuestión de la traducción del nombre del personaje de Cézard, pero arroja luz sobre su elección. Para el lector de la época -y más allá de Francia- la alusión era pescada al vuelo.

En castellano, en otras épocas, la expresión "por arte de birlibirloque" remitía a la habilidad de los magos y era popular. Me temo -con lo mucho que se ha empobrecido el lenguaje- que ya no.

Sin embargo, al día de hoy, al menos hasta que aparezca una opción mejor, Don Birli Birloque me parece lo más aproximado.

sábado, mayo 22, 2021

NACIONALES DE ANTAÑO (...Y UN PECADO MORTAL)

Y para terminar este recuento de adquisiciones pandémicas, apareció en el marketplace del Facebook un bonito anuncio de revistas ubicadas en Wilde. Me quedaba de camino para la grabación del radioteatro, así que arreglé un precio más que razonable y las pasé a buscar.

No podía dejar de tener la Dibujantes dedicada  a Mazzone, de la que tanta data había sacado para mis videos a través de fotos. Una Figuritas completa es un milagro... acá se ofrecían tres. Destaco la portada de Martínez Parma, un olvidado maestro argentino...

Y La Pluma Cucharita, una tira de Linares Quintana original por donde la mires... 

De yapa -amorosa la vendedora- una Pobre Diablo y un Libro de Oro sin tapa en cuya última página tenemos a un Montag  premonitorio.


Mencioné más de una vez el aprovechamiento de viajar a Capital por trabajo para hacer adquisiciones historietísticas. Debo confesar una debilidad...
En la esquina del estudio donde grabé el radioteatro se emplaza una especie de juguetería / regalería / cambalachería, en cuya vidriera lucía un muñequito de Pantriste marcado a un precio irrisorio en relación a lo que por él se pide en ML.
Sabida es mi aversión por toda la ñoñería ferretiana.
Sin embargo, este muñequito ejercía sobre mí un extraño influjo.
Había ido a observarlo varias veces, tentado de comprarlo.
La terrible disyuntiva subsistió hasta que claudiqué finalmente.


Me consuela pensar que su modelo es Pinchapúa, de la etapa donde el gallego Ferré era aún un prometedor talento y no el empresario de sensiblerías baratas en que se convirtió después.

EL INCANSABLE ALCATENA

No sólo de bande dessinée vive el hombre. De la insólita, impensada, inesperada complicidad entre mi hija menor y un querido amigo, surgió  un maravilloso regalo de cumpleaños (el segundo en pandemia).

El original ya luce enmarcado en mi altillo.

En cuanto a los tomos... 


Quique Alcatena es un historietista excepcional en muchos sentidos.

De una imaginación desbordada, prolífico como pocos, superándose como dibujante en cada serie, en cada viñeta, hasta alcanzar picos que lo ubican de lejos y en vida entre nuestros máximos próceres  de la historieta... más allá de todo eso, resulta admirable su permanente capacidad de recrear el magma elemental de aquellas lecturas que nos nutrieron en la infancia, las que construyeron nuestra educación sentimental. 

El enfoque de Quique no se detiene en la mera nostalgia de la recreación. En una alquimia que sólo él puede realizar, mezcla dosis de ironía, puesta en crisis del lenguaje, metalenguaje, homenaje, cita. Se acerca y se aleja de aquél mundo de los '60, con la perspectiva del chico por momentos y con la del adulto por otros. Y no cualquier adulto. Un adulto cultísimo, inteligente y de una fina sensibilidad.

La vertiente cómica, superheroica de Alcatena, viene a reformular la tristemente célebre preceptiva de "leer  la historieta con ojos de niño".

Aquí encontramos un adulto que como tal, se sigue divirtiendo con el recuerdo de la mirada del pibe.

Resta agregar que "Las nuevas aventuras de Dugong y Manatí" (Comic.ar), "Dr. Paradox en el país de las maravillas" y "La Sra. Paradox y el lápiz mágico de Viridián"( Comiks Debris), "El Hombre Tótem y otros héroes extraordinarios" (Rabdomante), son todas ediciones de extraordinaria calidad de impresión, cuidadas al nivel del mimo, y que se pueden conseguir tanto vía web como en comiquerías, a precios más que accesibles.

viernes, mayo 21, 2021

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (VII): ASTERIX EN ARGENTINO

"La hija de Vercingétorix" apareció en Francia poco después del regreso de mi último viaje, de modo que por un pelo no me escapé de comprar nacional.


Es jodido decir esto, lo sé. Hubiese querido celebrar la colección de Astérix que acaba de aparecer en Libros del Zorzal... pero no puedo, lo lamento.

La calidad de impresión resulta pobre para un precio bastante superior a otras ediciones nacionales, que la superan ampliamente En este título en particular, muchas escenas nocturnas lucen empastadas, con planos difíciles de distinguir. 

En cuanto a la reiterada declaración de principios sobre criterios de traducción ya me venía haciendo ruido cuando publicitaron la ocurrencia de "¡No me peguen, soy romano!". 

Por supuesto que Goscinny jugaba con los anacronismos. Y sus continuadores siguieron la tradición.

Aunque una cosa es el anacronismo y otra el localismo. 

Los anacronismos de Goscinny podían ser localistas de Francia, claro.

Pero forzar un localismo argentino actual que encima no existe en el original, me saca de contexto y me saca de las casillas.

Veamos dos viñetas de "La hija de Vercingétorix".




Séptima de la página (pueden contrastar el efecto noche en ambas, de paso). En el original, el personaje repite: "on est à pied", que claramente se traduce como "estamos a pié" o "andamos a pié".

¿Cuál es el sentido del argentinismo "estamos a pata", dicho por un corsario que surcaba los mares de la Galia? ¿Necesitaban subrayar el chiste que marche descalzo?

¿Y además... por qué cambiar en la gráfica la progresión del énfasis, que contribuye al efecto cómico de reforzar la mentira /verdad ?

El segundo caso es más grave aún...



Para los que no conocen a fondo la saga del guerrero galo, es necesario aclarar que el uso de la "ch" viene de "El Escudo Arverno", donde Goscinny parodiaba la pronunciación de los oriundos de Auvergne, región del centro de Francia. Esto le daba pié para una infinidad de juegos de palabras, confusiones, etc. Acá, el guionista Jean-Yves Ferri lo retoma. 

"Chacré" es "sacré", en realidad, cuya primera acepción es "sagrado" ("sacré coeur", por ejemplo), pero que también se usa popularmente como elogio admirativo.

Qué lindo juego de palabras hubiese sido "Dichocho Dichlexix"... pero no, tuvieron que argentinizar una vez más.

No sé... Puede que haya gente a quien este tipo de ocurrencias le divierta. A mí, ¿qué quieren qué les diga...?

En cuanto al episodio en sí, argumentalmente, me da la impresión que están rascando ya el fondo de la marmita. Se nota demasiado el artilugio seudo goscinniano. El de poner un músico en cada uno de los navíos, por ejemplo. Y que mientras uno es la caricatura de Charles Aznavour, otro remita a Lennon. O el previsible juego con las costumbres adolescentes actuales, incluyendo los gags de Obelix. 

Respecto al "feminismo" del que se ha hablado por ahí, resulta ridículo. Es exactamente lo contrario: la protagonista tiene un mandato de lucha independentista y termina convertida en ama de casa.

Finalmente el dibujo... Didier Conrad imita cada vez mejor a Uderzo, lo cual me hace pensar todo el tiempo que está imitando a Uderzo. Hubiese preferido el criterio de continuidad de Spirou, donde cada creador, sin tornar al personaje irreconocible, pone su impronta personal.

Si sigue la pandemia, no tendré más remedio, supongo, que ir tras las huellas del grifo con la dupla Ferri - Conrad y con Libros del Zorzal. Pero conste que lo haré a disgusto.

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (VI): EL VIEJO NICK, DE REMACLE

Volvamos al glorioso  Journal Spirou, en cuyo staff, a fines de los '50, junto a Franquín, Morris, Peyó y otros monstruos de la bande dessinée, figuraba Marcel Remacle con El viejo Nick (Le Vieux Nick).

HGO, que tenía un gusto refinado para la historieta, lo llegó a publicar en Hora Cero.

Para fines de los ochenta, una ignota editorial argentina sacó al menos dos álbumes ("Pabellones negros" y "El barco del diablo") en ediciones muy rudimentarias (*).

Años antes, Publicaciones Océano, de España, en tomos de tapa dura más cuidados, había lanzado unos cuantos títulos.

Y desde la península también, algún capítulo nos llegó en la revista Spirou Ardilla, a principios de la mencionada década.

Pero en realidad, lo más cercano a la publicación en tomos en Francia que registro en castellano, es a través de la Editorial Argos, de Barcelona.

Acabo de conseguir, en excelente estado y con notable calidad de impresión, "Su majestad se desvela", de 1971.


"Sa Majeste se Rebiffe" (habrá que ver el porqué de la traducción), el tomo original editado por Dupuis, es de 1964.

(*) En el librito de "Pabellones negros" no figura editorial, aunque sí en "El barco del diablo", que tuve en su momento y reemplacé por el tomo español de Océano. Como se comprobará por el linkeo que hago arriba, en su título, dejé consignado que dicha editorial era CLASA. Un amigo dibujante me acota que se trata de la misma que sacaba la revista escolar Cosmi-k, donde venía un pliego central de cuatro páginas de El viejo Nick. La procedencia de allí resulta indubitable, en tanto en el volumen de "Pabellones negros" que conservo aparecen incluso las leyendas de cierre y resumen de reinicio propias del (continuará).  
  

jueves, mayo 20, 2021

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (V): ¡UN CÉZARD DE REGALO!

Alfons Moliné del Castillo es un prestigioso ensayista y traductor español de historietas (tebeos, en el caso). Tengo la fortuna que forme parte de mis contactos en Facebook.

Cierta mañana de pandemia me sorprendió con un mensaje: conocedor de mi afición por el gran Jean Cézard, me consultó si estaba interesado en que ME REGALASE (sí, leyeron bien) una edición de bolsillo de Les Mirobolantes Aventures du Professeur Pipe. Si algo no conseguí en mis tournées por la France, fué justamente este tomito que el cartero dejó en mi puerta, proveniente de España, y por el cual Alfons ni siquiera permitió que le pagase el franqueo.

El hermoso "poche" recoge los episodios iniciales de la serie, publicados en el mensuario Dakota, en 1955, que fueron en realidad reelaboración de la primera versión, de 1946, aparecida en el semanario Mon Journal. El crecimiento como dibujante de Cézard en esos nueve años resulta realmente asombroso. Y evoluciona a la par de Arthur (1953), que se emparenta tanto en estilo como en guiones con este profesor, para nada alejado de los sabios locos que acompañan con frecuencia al fantasmita. Los inventos estrafalarios, los viajes a lugares insólitos, los personajes más delirantes, campean en estas aventuras disfrutables en cada cuadro, en cada pequeño detalle. 

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (IV): SEGUIMOS CON INTEGRALES: EL PROFESOR TRIC

Bob de Moor, el legendario colaborador de Hergé (andá a saber cuánto le debe éste y hasta qué punto Tintin invisibilizó su propia creación), me fué revelado -una vez más- en Billiken, de pibe.

Rastrear oportunidades en Mercado Libre lleva tiempo y paciencia, condiciones que la pandemia favoreció.

He aquí un flamante integral de El Profesor Tric, en el preciso momento en que me llegó por correo.

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (III): PRIMER TOMO DEL INTEGRAL DE JOHAN Y PIRLUIT

Johan et Pirlouit fue a la vez para Peyó el inicio, la cumbre y la muerte de su creatividad.

Una serie que si bien registraba antecedentes, alcanzó todo su esplendor en la revista Spirou -merced a los buenos oficios de Franquín-, y de la cual surgieron esos detestables enanitos azules, que independizados, le otorgaron al dibujante éxito, fama y dinero, pero que lo capturaron en una fórmula torpe para niñitos algo tontos. Y que encima, cargan negras leyendas urbanas. En las que creo firmemente, debo aclarar.

Traje de mis viajes algunos títulos de la serie, pero no los inaugurales.

Este primer tomo del integral, editado en España, recoge los inicios en Spirou: "El castigo de Basehau", "El amo de Roucybeuf" y "El duende del Bosque de las Rocas". Junto a los siguientes volúmenes, en cuidada edición española de Dolmen, se puede conseguir en locales de La Revistería, a precios no tan descabellados respecto al euro.


BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (II): SEGUIMOS CON FRANQUÍN

El Integral de Modesto y Pompón era una vieja aspiración mía. Sabía que subsistía un ejemplar de Dolmen, a precio más que conveniente, en un único local de La Revistería -el de Flores-, que siempre me quedaba a trasmano y más en pandemia. A raíz que durante un mes debí grabar radioteatro por la zona de Almagro, me hice una escapada y finalmente lo conseguí.

Modesto y Pompón fue producto de un chanchullo que los Dupuis le hicieron a Franquín, lo que motivó que éste amenazara pasarse de Spirou a Tintin, la revista de la competencia.

El entuerto se arregló, pero por unos años Franquín tuvo que trabajar para las dos publicaciones. Ya había empezado tratativas con Leblanc, de Lombard; y si bien no se había formalizado aún el contrato, el empeño de la palabra, para Franquín, resultaba tan válido como un documento.

Raymond Leblanc, fundador de  Éditions du Lombard, resultó  tan negrero como Dupuis. Franquín, supuestamente, iba a estar en mejores condiciones económicas que en Spirou y le terminaron pagando la página lo mismo que ganaba Tibet en sus comienzos en Tintín (donde hacía, recordemos, Chick Bill). Franquín no era bueno para los negocios, lo engrupían fácil y se quedó.

Charles Dupuis no acababa de digerir que su dibujante estrella estuviese firmando en la publicación rival y contraatacó, apelando al sentido de la lealtad de éste y con la promesa de enmendar las tropelías económicas que le habían hecho. Hasta le lloraba, dicen.

Tampoco es que Franquín, a más del peso de duplicar sus horas de trabajo, se sintiese demasiado cómodo en Tintin, donde Hergé, de un estilo en sus antípodas, reinaba. Y más allá de los elogios públicos que el último hacía del primero, en privado rumiaba despectivamente sobre el trabajo de su colega. La redacción de Spirou, más rea -como el público al que se dirigía- era el ámbito natural de Franquín.

Finalmente, logró acortar un año el plazo del contrato (que era de cinco) y se fue de Tintín en el '59, no sin antes obligarse a entrenar a Attanasio para que siguiese con Modesto y Pompón. Cedió los derechos en otro mal negocio, como era su costumbre.


Destaco la alusión a Fangio en esta tira. Sabido es que los franceses son fanáticos de la F1, y para probarlo en la bande dessinée, tenemos a Michel Vaillant (que salía en Billiken, cuándo no...).

BANDE DESSINÉE EN PANDEMIA (I): SPIROU x 2: "LES VOLEURS DU MARSUPILAMI" Y "LA PEUR AU BOUT DU FIL"

La obligada abstinencia de viajes, y en consecuencia de tours de compras por cuevas europeas, hizo que acudiese a otros recursos.

El primero, el más vulgar, fué la compra en Mercado Libre. Por setiembre del año pasado, en una librería de Capital, apareció flamante el último de los tomos de Spirou, etapa Franquín, que me faltaba.  Lo podía haber traído de Francia, en mi viaje del 2019, al filo de la pandemia, pero por una distracción no lo tenía anotado en la lista que siempre llevo encima. De todas maneras, el precio del librero capitalino era más que razonable.


Dije que era el último de los tomos por conseguir, pero quedaba algo más en el tintero...

"La peur au bout du fil" es un episodio corto de Spirou, aparecido originariamente en la revista homónima, en modalidad "à suivre" (o sea nuestro "continuará")  durante siete números de principios de 1959.

Anteojito, para fines de los '60, lo publicó en Argentina como "El miedo al final del hilo". Traducción literal que resulta más feliz que la española "El pánico llegó por teléfono", ya que en ella se pierde la ambigüedad entre el  conector  de este aparato y el de un detonador. Para mí, estaría perfecto "El miedo al final del cable".

Ferré injertó  un espantoso crossover en la viñeta final. Así y todo agradezco el haberme permitido asomar por primera vez al talento deslumbrante de Franquín.

Claro que para dicha época andaba rondando la adolescencia y ya no estaba para Anteojito, que por otra parte compraba mucho menos que Billiken. Recuerdo apenas alguna entrega aislada.

Ferré acometió también con "Zorglub ataca" (o sea, "Z como Zorglub") y logró grabarme en  la retina la triunfal entrada del villano a Champignac. Recién pude reencontrarla varias décadas después, en la edición de Grijalbo, que tuvo distribución en la Argentina.

Pero bastante antes, cuando en  las bateas de las librerías de calle Corrientes se encontraban tesoros a precios irrisorios, di con un álbum de Jaimes (Madrid, 1965) que aún conservo: "El turista del mesozoico".

Todo esto viene a cuento que en las ediciones francesas  posteriores de "Le voyageur du mésozoïque", junto a este último título se incluyó como segunda historia "La peur au bout du fil".

Luego ya se impusieron los integrales, de modo que me quedó colgada esa corta aventura -con guión de Greg, nada menos-  para completar en papel todo el ciclo Franquín. 

Hace muy poco me enteré que los franceses, que ya no saben que inventar con la bande dessinée clásica, sacaron "La peur au bout du fil" en lujosa versión restaurada, con dibujos inéditos y comentada por dos sabelotodos, más la hija de Franquín, a un costo de 24,95 €.

Bajé el tomo: las 14 páginas originales de la historieta la estiraron con pavadas a 72. Encima, la reproducción del episodio en sí, deja en blanco la zona donde iba el logo de portada de cada entrega en Le journal de Spirou (se publicaba desde la primera página) por una supuesta  fidelidad al original. Si algo faltaba para disuadirme de la peregrina  idea de comprarla por internet, era justamente eso.


Se me ocurrió entonces armarme mi propio tomito con la versión anterior, la que acompañaba a "Le voyageur du mésozoïque", que tenía guardada en digital. 

Elegí como tapa la de los antiguos álbumes recopilatorios de la revista (el 70, en el caso), como portada el número de la primera entrega en el hebdomanario francés, a continuación la página presentación de segunda historia con título incluido, y finalmente la historieta en sí.

Podrán apreciar lo bonito que quedó.