En un mismo día, en el lapso de una hora, en la ciudad de La Plata, conseguí:
1) Sigi le Franc -en castellano- de Bara (seudónimo de Guy Willems); un belga que iba al colegio con Franquin, y que anduvo dibujando por Chile, Argentina y Perú:
2) La marque de Raspoutine, de la serie Une enquête de l'inspecteur Canardo, de Sokal; historieta delirante, nacida en A Suivre , que recorrió el mundo entero:
(ambos álbums de tapa dura, flamantes, a $ 70 el uno, $ 100 el otro)
3) Dos ejemplares de El Pingüino, revista chilena, con trabajos de Oesterheld, Urtiaga, Quino y Oski:
(por canje, merece historia aparte, que desarrollo al final)
(el que esté interesado en este material, haga click aquí) |
Bueno, los que vienen a ver solamente figuritas pueden irse, porque voy a contar la historia del canje de las Pingüino...
En principio, uno de estos números ya lo había tenido en mis manos. Lo compré hace cinco años en la feria de Tristán Narvaja, en Montevideo y lo canjeé a mi vez (ver).
Ahora vamos casi ocho años atrás, cuando posteé en mi blog acerca de biografías "historietadas", haciendo mención a Leonardo Favio (ver).
Volvemos al presente: hace muy poco, me conectó por el Face una chilena, a raíz de aquella publicación. Era miembro de un club de admiradores de Favio y quería comprarme la revista Patoruzito donde aparecía su biografía.
Le ofrecí un canje. Le pedí que me buscara en Chile ese número de Pingüino que -como siempre me pasa- me arrepentí de haber canjeado.
Y como además le encontré una Antena con una nota de Favio, ella correspondió con otro ejemplar de El Pingüino.
Hoy, su ex-pareja, también socio del club, llegó a Capital vía Mendoza desde Chile, paró unos minutos en el hotel, y se vino en el 129 para hacer el intercambio en la terminal de ómnibus de La Plata.
Ipso facto tomó el colectivo de vuelta, para reunirse esta noche con el hijo de Favio, que le iba a regalar un pañuelo del astro. Mañana partía hacia José C. Paz en busca de otras revistas y pasado mañana retornaba a Chile. Un verdadero tour de coleccionista.
Yo, en cambio, sin moverme de mi ciudad, crucé por Bélgica, Francia, Uruguay y Chile en un mismo día, en un rato, apenas.
una de las cosasque mas me gustaba de Torino era cuando,de golpe y porrazo,los personajes comenzaban a hablar en rima.
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