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miércoles, marzo 15, 2017

ULTIMO REQUIEM PARA LA FIERRO

Se me ocurrió el título: "Ultimo réquiem para la Fierro". Pero no voy a escribir el post que pensaba. Apenas intentaré unos apuntecitos desordenados. No vale la pena más. 
Si hago retrospectiva de esta segunda etapa de la revista, me acuerdo de trabajos muy buenos: "Trillo y Grillo", por empezar, que me fascinó. "El hipnotizador", excelente. Lo de Reggiani y Mosquito, bien contado desde el guión, con narrativa visual limpita. Casi todos los especiales (y no digo todos, por lo del finado Nine, que en paz descanse). "El síndrome Guastavino" -y ya van dos Trillo, que se nos fue temprano, dejando muy huérfano el panorama de guionistas-. Lucas Varela, tanto sea como dibujante, como en la producción integral, siempre notable, experimentando en serio, haga lo que haga. El desopilante Sr. Rispo, de Parés. Agrimbau, coherente y sólido… no sé, seguramente debe haber algo/alguien más, que se me escapa a la memoria, pero no pienso revisar la colección. Por eso entre otras cosas, no hago el post. 
Tengo mejor memoria de la bosta de los últimos tiempos. Lo lamento, Sanz me parece bosta, El Tomi me parece bosta, Minaverry me parece bosta, Alcobre me parece bosta, Calvi me parece bosta. Nine (h) me parece bosta. O saquemos bosta, si prefieren, si suena muy fuerte. Y no ellos, claro, como personas, que deben ser buena gente, supongo, aunque no los conozca. Quiero decir que lo que hacen no tiene que ver para nada con lo que creo debería ser la historieta, con el concepto que tengo de ella. Porque no se trata del "no me gusta". Porque tengo –existe- un concepción del género (o "lenguaje", como remilguea la Papa Accorsi). 
Ahora, si la historieta se convirtió en otra cosa, avisen y no consumo más lo que se produce en la actualidad, me quedo con lo viejo, que tengo bastante para leer y releer.
De todos los nombrados no aguanto una página. O no sé qué quieren contar, no comprendo, no abarco, no diferencio los personajes, no me enganchan en absoluto (y ojo, que yo avancé bastante con el Ulises de Joyce y me leí casi todo Beckett... y aparte entendí, eh), o lo que cuentan es absolutamente baladí, porque el verdadero propósito es que se luzcan los dibujitos. El caso de El Tomi, claramente. Hace treinta años me interesaba esa propuesta de poética entre rea y érotica. Ahora es un cliché gastado, una paja triste. Sanz en su vertiente intenta lo mismo, lucirse. Sus guiones son pobres, un pretexto. Dan esa sensación de "déjà vu", no una... mil veces. Pero encima es mal dibujante. De historieta, al menos. La gilada cree que es bueno, porque se deslumbra con los cuadros estáticos. Vayan a la larguísima secuencia de acción de "El Esqueleto", en la entrega de enero. Ni el más manco de los dibujantes cómicos de los '60, de las revistas de cuarta de Torino, contaría una pelea de forma tan dura, tan torpe, tan embrollada. Ni hablar de Quinterno, por supuesto. Aunque Sanz ni debe saber quién es Quinterno.
Pero bueno... no nos vamos a ensañar con Sánz cuando están El Marinero Turco o Quattordio. Eso ya entra en el terreno de lo incomprensible.
Báh, sí... es comprensible. No desde sus habilidades creativas, que resultan nulas, claro. Pasa que Quattordio se encargó de dibujar el monumental engendro de Zaspumpán. Quizá el dogor pretendió que Zenitram fuese El Eternauta del siglo XXI, no se. Que alguno le avise, en tal caso, que apenas si llega a Las Chifladuras de Carlitos Balá. Pero aburrida.
Y El Marinero Turco... qué se yo. Saldrá de copas con el pibe éste que de la nada Zaspumpán puso a dirigir la revista, para no hacer nada él y vivir de arriba, que es lo mejor que sabe hacer, aparte de guitarrear en prólogos y programas televisivos.
Imperdonable este dúo. A Zaspumpán y a Ortiz me refiero. Podrían haber aprovechado la importante teta de Página 12 (uno de los pezones, sin duda, fue del Estado hasta que se vino la noche macrista), para pelear la vuelta al kiosco de la historieta. 
En cambio, desde el caprichito estético, la soberbia y el amiguismo, hicieron todo lo posible por ahuyentar al público. Había tapas que ya desde la tapa espantaban a cualquiera.
Por poner otro ejemplo... el último editorial de Sasturain en la última Fierro, supera los 124 anteriores: es tan, pero tan, pero tan pelotudo, que uno pensaría que lo escribió para que nadie extrañe la revista.
Como dijo por ahí mi amigo El PyBe: si tenían que salir a pelear el mercado, sin el paragüas de Página, no duraban un año con ese criterio editorial.
Pero lo tenemos al mamarracho éste de Ortiz, en un reportaje donde defiende por un lado la historieta en el kiosco, y por el otro, llegado a la tercer pregunta, repite la palabra “arte” diez veces al menos. Digo hasta la tercera porque hasta ahí aguanté. 
Incompatible, hermano. Si es “arte” que vayan los nerds a las comiquerías, cerremos la idea del kiosco definitivamente. El kiosco es para lo efímero, lo marginal, lo popular. Para el tipo que compra la revista en Retiro, la lee en el tren y la deja en el asiento cuando llega a destino. Se entretuvo en el viaje, dejó volar la imaginación por un rato, se escapó de su rutina como el Sr. López. El tipo del tren no quiere tener que recurrir a un tratado de semiología para entender por qué es bueno eso que a él le parece una porquería indigerible. Entendés vos, ahora, papá?
Ortiz tendría que abrevar en lo que su padrino Zaspumpán decía en 1979, cuanto todavía pensaba: "La marginalidad se resuelve en dos alternativas: la asunción de un territorio tangente por asimilación -en este caso la literatura, acaso el cine por similitud de origen y modalidad de consumo-; o la reivindicación de la marginalidad, como identidad primero, como posibilidad de individualidad absoluta después. Por ahí anda NUESTRA HISTORIETA. En el mundo -léase Europa- corre la moda del noveno arte y el experimentalismo, la historieta erótica o intelectual refinada para un público no masivo. Mientras, el lector habitual sigue consumiendo tontería. Aquí, la escisión es sólo cuestión de tiempo: no tardará en llegar la revista sofisticada para un público que la compre sin vergüenza de leer historietas. Es el peligro esnob, el despegue del piso, la pérdida de una tradición de cultura popular que hizo la grandeza y el sentido último de la creación, la tentación de la vanguardia.
Dos tareas, entonces: RECUPERAR LA LEGALIDAD DE UN ESPACIO PROPIO a partir de un planteo no euro céntrico, que supere las limitaciones de la mera vanguardia o la fantasía de que lo ideal es convertirse en una de las ARTES a través de la negación de las raíces; ENCUADRAR ESE ADEMAN DE IDENTIDAD JUNTO AL DESTINO DE LOS DEMAS SECTORES DE LA MARGINALIDAD, comunes residuos en el reparto de la gran torta cultural. Porque acaso el equívoco resida en no tener claro si lo que se quiere es definirse ante La Cultura o incorporarse a ella. Empecemos por ahí."
Aplausos. Y por ahí empezó con la primera etapa de la primera época de la Fierro y hay que aplaudirlo por eso también. Claro que después Zampum-panza se cansó, se dejó crecer la ídem, además de la barba, y posó de comprometido, de progre, anche de abierto a lo experimental, mientras se cagaba en todo lo que opinaba anteriormente. Terminó haciendo trizas el antiguo prestigio de la Fierro de la primer época, que él mismo forjó. Y el prestigio de la segunda, lo hizo polvo directamente.
Pero no quiero seguir pegándole a Sasturain, al menos en honor de aquella lejana gloria.
Tampoco a Ortiz. Quique Alcatena, una persona que merece la mayor de mis estimas lo rescata respecto a cómo se manejó con el suplemento de historietas de Télam, y no tengo porque dudar de su palabra ni de su criterio. Puede que Ortiz haya errado en un lado y acertado en otro.
Aunque fundamentalmente no le pego, porque le está pegando gente que no me gusta nada.
Por ejemplo, un chabón de una editorial tipo Dünken, pero de historieta, salió ahora a pegarle a Ortiz. 
(Aclaración: la gente de la literatura sabe bien qué es Dünken, uno de los primeros sellos que encubrieron la autoedición. Autores que ponen plata para sus propias ediciones, pero que quieren engañar a sus amistades con presentaciones de media hora en un stand perdido de la Feria del Libro, donde les firman ejemplares que tranquilamente podrían haber impreso en la imprenta del barrio, y que podrían haber regalado en su casa, en camiseta, mientras se tomaban una cervecita con sus futuros lectores. Invirtiendo muchísimo menos plata, sin el boato de la falsa celebridad, y con más afecto y calor humano).
A tales menesteres se dedica este chabón que denuesta a Ortiz, mientras usa como estandarte a un socio que se murió joven. Lamentable deceso, no me cabe duda, pero que no da para ubicarlo en el santuario de los mártires de la historieta.
Yo creo que este tipo -dibujante o guionista o algo, además-, meses atrás, cuando todavía no se rumoreaba el cierre de Fierro –que se rumorea desde hace bastante, me entero recién-, no se hubiese atrevido a meterse con Ortiz. Otros tantos camorreritos fáciles del Face, que lo apoyan en su muro, tampoco lo hubiesen hecho.
Todos criticaban la Fierro en sordina, pero se morían por publicar ahí. Ahora hacen leña del árbol caído.
Es por eso que hace un par de días escribí en el Face que me daba un poco de asquito este ambiente. 
Y por eso, cuando terminó Zenitram posteé también allí, con la imagen de la última página “Fin, por fin”. Sin saberlo, en ese punto arrancaba mi último réquiem para la Fierro.
He dicho muchas veces que la seguía comprando para que no me pasase lo de la primera época, que la abandoné por el nro. 50, cuando empezaba a hacer agua, y tuve que completarla a precio de colección. Pero además de mis taras de coleccionista, la compraba porque de tanto en tanto algo bueno traía.
Dicen que no todo está perdido, que se está negociando una periodicidad trimestral o algo así...
Pero aunque resurja de sus cenizas una y otra vez, como el Gato Félix, de aquí en más, no volveré a caer en la trampa. Por eso lo de último réquiem.
Y saben qué? Pensándolo mejor... no me avisen, eh. 
Creo que sí. Creo que la historieta, la gente que la hace, todo ese mundillo, se convirtió en otra cosa que ya no tiene absolutamente nada que ver conmigo.
Me quedo con Patoruzú y Arturito. Con Don Nicola y Espiru. Con Piantadino y Lucky Luke.
Me quedo con El Eternauta. Me quedo con Breccia y con Pratt.
Es suficiente compañía. Es buena, es mejor. Hace bien.
Chau


2 comentarios:

  1. un ilustrador no es lo mismo que un dibujante de historietas,pueden ser dibujos muy lindos pero no ayudan a la accion .Ademas hay ilustradores que como dibujantes son bastante malos.

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