La semana pasada, visitaba un sitio y se abre la publicidad de Feria Franca. Ya que estaba, y que hacía tiempo tenía olvidadas las adquisiciones para mi colección, puse en la búsqueda a Don Nicola. Entre los pobres resultados, apenas me llamó la atención una subasta. Parecía tratarse de un dudoso reentapado de tres álbums de Grandes Aventuras, de la etapa de Cielosur, obvio. Cliqueé en otros artículos del vendedor -era de Capital- y apareció algo más interesante: La Barra de Pascualín Nº 22. Ambos remates cerraban en poco tiempo, y casi no habían subido del precio inicial de $ 1. Dada esta circunstancia, y siendo ya dos los ejemplares por los que eventualmente había que tomarse la molestia de pasar a retirar, estimé que valía la pena correr el albur de ofertar. Lo hice hasta un precio que me pareció razonable, y me olvidé del tema.
Al día siguiente me llegó un correo anoticiándome que había ganado los dos, y con un monto bastante por debajo del límite de mi oferta. Una ganga, me dije, y establecí contacto con el vendedor. Arreglé pasarlas a buscar de camino al teatro.
Llego con el tiempo justo, dejo el auto mal estacionado a media cuadra, y cuando voy a tocar el timbre, un tipo me pregunta si venía a buscar revistas. Contesto que sí, le digo cuales son y sube a buscarlas. Pensé que estaba de suerte, pero no. Tarda una eternidad y cuando baja, me dice que su mujer estuvo acomodando y no las encuentra. Intenta diferir la transacción para otro día, pero rápidamente lo interrumpo. Le explico -tratando de contener el malhumor- que vengo de La Plata, que tengo el auto mal estacionado, y que estoy apurado. Sin darle opción, le propongo esperarlo en un bar de la esquina, desde donde podía vigilar el auto.
Así lo hago. Me tomo un cortado, me como una media luna, me leo casi todo el Clarín, y el tipo no aparece. Finalmente, cuando ya estaba por explotar, llega con las dos revistas.
Me pregunta entonces a cuanto había cerrado la subasta y cuando se lo informo... no quiere cobrarme! Ya desvanecido todo rastro de bronca ante el inusual gesto, me niego. Pero el vendedor termina aceptando solo una parte del precio, en función del gasto que me había provocado la espera. Encima se disculpó. Da gusto encontrar gente así.
Ya sin tiempo para revisar los ejemplares, pago la consumición y parto raudo. En el auto, cuando me lo permitían los semáforos, en el largo camino a Villa Urquiza, me puse a ojearlos.
La Barra de Pascualín estaba perfecta. En cuanto al reentapado había tenido razón en sospechar, ya que de dos ejemplares sólo quedaron las tapas. En cambio, había subsistido completo el de año nuevo del ’78. Claro que de Cielosur no se podía esperar mucho. Se reeditaban -en la reedición- antiguas historias, muchas de las cuales poseo más de una vez, con el agregado para la ocasión de algunas páginas nuevas (entre las que se encuentra El Consorcio, del amigo Carvallo).
No me importó demasiado por tres motivos. Primero, lo que pagué había sido prácticamente un regalo. Segundo, los álbums faltantes los tengo. Tercero, entre las historietas reeditadas figuraba una que estaba buscando, a partir de que descubrí un fragmento hace un tiempo a través de un sitio (ver): Pascualín en “Fútbol, Trompadas y Goles”. Son 23 páginas del mejor Torino.
En el post que le había dedicado en aquella oportunidad especulé, a partir de la mención a Juan Mondiola y del apelativo “Cachafaz”, que se trataría de un proto-Pascualín. Ahora, al leerla completa, compruebo el error: es un apodo meramente circunstancial. Reformulo por ende el cálculo de la fecha del original. Debe datar de los ’60, dado el estilo del dibujo, que pude apreciar en extenso.
Como venía incumpliendo la promesa de subir algo de Torino a La Colección de Dao, me pareció de lo más apropiado el hallazgo y allí está, para que lo disfruten.
También, después de una larga inactividad del mencionado blog, pueden encontrar una valiosa colaboración, enviada por el querido y talentoso Pablo Sapia. Nada más ni nada menos que la última - e inconclusa- aventura de Pi-Pío en Billiken, la del autito Pe-Te-Te. Son 17 páginas publicadas entre el 2 noviembre de 1959 y el 28 marzo de 1960. Histórico, señores.
Ahora, puedo seguir dedicándome a Cachito_y_Tito sin cargos de conciencia...
Al día siguiente me llegó un correo anoticiándome que había ganado los dos, y con un monto bastante por debajo del límite de mi oferta. Una ganga, me dije, y establecí contacto con el vendedor. Arreglé pasarlas a buscar de camino al teatro.
Llego con el tiempo justo, dejo el auto mal estacionado a media cuadra, y cuando voy a tocar el timbre, un tipo me pregunta si venía a buscar revistas. Contesto que sí, le digo cuales son y sube a buscarlas. Pensé que estaba de suerte, pero no. Tarda una eternidad y cuando baja, me dice que su mujer estuvo acomodando y no las encuentra. Intenta diferir la transacción para otro día, pero rápidamente lo interrumpo. Le explico -tratando de contener el malhumor- que vengo de La Plata, que tengo el auto mal estacionado, y que estoy apurado. Sin darle opción, le propongo esperarlo en un bar de la esquina, desde donde podía vigilar el auto.
Así lo hago. Me tomo un cortado, me como una media luna, me leo casi todo el Clarín, y el tipo no aparece. Finalmente, cuando ya estaba por explotar, llega con las dos revistas.
Me pregunta entonces a cuanto había cerrado la subasta y cuando se lo informo... no quiere cobrarme! Ya desvanecido todo rastro de bronca ante el inusual gesto, me niego. Pero el vendedor termina aceptando solo una parte del precio, en función del gasto que me había provocado la espera. Encima se disculpó. Da gusto encontrar gente así.
Ya sin tiempo para revisar los ejemplares, pago la consumición y parto raudo. En el auto, cuando me lo permitían los semáforos, en el largo camino a Villa Urquiza, me puse a ojearlos.
La Barra de Pascualín estaba perfecta. En cuanto al reentapado había tenido razón en sospechar, ya que de dos ejemplares sólo quedaron las tapas. En cambio, había subsistido completo el de año nuevo del ’78. Claro que de Cielosur no se podía esperar mucho. Se reeditaban -en la reedición- antiguas historias, muchas de las cuales poseo más de una vez, con el agregado para la ocasión de algunas páginas nuevas (entre las que se encuentra El Consorcio, del amigo Carvallo).
No me importó demasiado por tres motivos. Primero, lo que pagué había sido prácticamente un regalo. Segundo, los álbums faltantes los tengo. Tercero, entre las historietas reeditadas figuraba una que estaba buscando, a partir de que descubrí un fragmento hace un tiempo a través de un sitio (ver): Pascualín en “Fútbol, Trompadas y Goles”. Son 23 páginas del mejor Torino.
En el post que le había dedicado en aquella oportunidad especulé, a partir de la mención a Juan Mondiola y del apelativo “Cachafaz”, que se trataría de un proto-Pascualín. Ahora, al leerla completa, compruebo el error: es un apodo meramente circunstancial. Reformulo por ende el cálculo de la fecha del original. Debe datar de los ’60, dado el estilo del dibujo, que pude apreciar en extenso.
Como venía incumpliendo la promesa de subir algo de Torino a La Colección de Dao, me pareció de lo más apropiado el hallazgo y allí está, para que lo disfruten.
También, después de una larga inactividad del mencionado blog, pueden encontrar una valiosa colaboración, enviada por el querido y talentoso Pablo Sapia. Nada más ni nada menos que la última - e inconclusa- aventura de Pi-Pío en Billiken, la del autito Pe-Te-Te. Son 17 páginas publicadas entre el 2 noviembre de 1959 y el 28 marzo de 1960. Histórico, señores.
Ahora, puedo seguir dedicándome a Cachito_y_Tito sin cargos de conciencia...
Vos un dia tendrías que abrirte un museo de historietas con todo lo que tenes Miguel.
ResponderBorrarNo, Fer. Te terminan afanando todo. Este ambiente está lleno de malandras!
ResponderBorrarHola Miguel, leyendo esto que contás pareciera que Dios existe y lo que si existen todavía son personas de buena madera como este tipo.No todos son bloggeros puteadores y con mala leche.
ResponderBorrarQue disfrutes del tesoro de papel que hallaste.A mí también alguna vez me ocurrió algo similar en la eterna busqueda de revistas casi olvidadas.
Abrazo grande.
Impresionante joya el capitulo de Pe-te-te de Pi-Pio!
ResponderBorrarGracias por compartirlo!!
Adrián
Ahí también tengo que darte la razón ante las pruebas irrefutables de la realidad.
ResponderBorrarAbrazo a todos!
ResponderBorrarY recuerdo que el que quiera acceder a La Colección de Dao, puede pedirlo. Todavía quedan unas cuarenta invitaciones!
Una pregunta con respecto al capitulo de Pe-te-te de Pi-Pio: tengo entendido que este es el último capitulo publicado en Billiken. Sin embargo, la última tira (la del 28/3/60) no tiene pinta de final. Es más el último cuadrito tiene el clásico "continuará". Quedó trunco este capitulo, o están faltando tiras en el archivo?
ResponderBorrarGracias!
Adrián
En el post aclaro que la historia quedó inconclusa, Tuky.
ResponderBorrarMiguel, te paso un link en donde expone dos paginas de Conventillo:
ResponderBorrarhttp://masalladeltercerwhisky.blogspot.com/2009/09/el-conventillo-de-don-nicola.html
Me llamó la atención la publicación. Esa no la tenía.
ResponderBorrarDAO me invitás a la Colección?estaba invitado hace unos cuantos meses pero no pude entrar más,te pedí otra invitación y creimos que andaba todo bien pero no pude volver a entrar.
ResponderBorrarSaludos.Gabriel
Probá lo siguiente, Gabriel: abrí la cuenta con la cual te había invitado, y desde esa misma ventana andá al blog. Si no funca así, avisáme.
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