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sábado, enero 03, 2009

SIGUIENDO CON PI-PIO

“La Historieta Argentina, una Historia”, de Gociol y Rosemberg (Ediciones de La Flor, 2000) es un libro de consulta. Sus 600 páginas no se leen de un tirón, sino que uno va deteniéndose en ellas, a medida que necesita algún dato. Cuando escribí el post sobre Pi-Pío no se me ocurrió consultarlo, ya que estaba absorto con la cronología de “Billiken” y las asociaciones que iban surgiendo. Ahora, trabajando en otra cosa, me encuentro con el capítulo que se le dedica al pollito en ese volumen. Lo transcribo íntegro, ya que concuerda con mi análisis y aporta elementos de lo más interesantes, que cada quien sabrá descubrir sin mi ayuda. Sólo indico que no obvien leer las notas al margen...
Los cowboys argentinos son, en general, protagonistas de una historieta de
estilo realista: hombres curtidos por un desierto tan caluroso como solitario.
En este sentido, Aventuras de Pi-Pío constituye la excepción de la regla. No
sólo porque el personaje principal en lugar de ser un hombre es un pollito, sino
porque se trata de una creación fantástica, absurda y delirante por donde se la
vea. Más que a sus colegas historietísticos, Pi-Pío pertenece a la familia de
los dibujos de animación.
"Es una creación muy moderna para su época-sostiene Pablo Sapia, dibujante y fanático del pollito-. No utiliza el estilo
realista que impregna esos años, y eso ya la convierte en innovadora. Se puede
decir; incluso, que es una protoestética del Cartoon Network."

AVENTURAS DE PI-PIO"Yo nunca prometeré lo que no pueda cumplir"
Aventuras de Pi-Pío es la primera, y tal vez la mejor, creación de Manuel García Ferré. El protagonista nace como un linyera en 1952, en la revista infantil "Billiken". Por entonces no habla a través de globos sino de rimas al pie de los cuadritos, pero ya en diciembre de ese año recurre a los recursos característicos del género, incluido el "Continuará". Por entonces, el personaje se ha transformado en un simpático pollito (1) que, después de tomar clases por correspondencia, reemplaza al viejo Willlis, quien lleva setenta y cinco años como sheriff de Villa Leoncia.
"Yo me imaginé un pollito que al nacer se le queda el cascarón atascado en el cuello, y al no poder quitárselo del todo, debe usarlo de vestimenta. Por eso, originariamente se llamó el linyerita Pi-Pío, pero luego lo transformé en una especie de vaquerito de su pueblo. El era el sheriff, el héroe", recuerda el autor.
(2)Pi-Pío toma mate, lleva un cinto con revólver, un sombrero de cowboy y un pañuelo al cuello. En sus aventuras monta a Ovidio, un caballo blanco capaz de correr a la velocidad de veinticinco animales por hora; también habla, envía a los malvados al antiguo Egipto con sólo pegarles una coz y utiliza su olfato -con características más caninas que equinas- para resolver casos.
Además de Ovidio, el protagonista también cuenta con la ayuda de Calculín (3) -en algunos episodios rebautizado Formulín-, un chico sabio que tiene el pelo en forma de libro abierto, usa anteojos (como casi todos los personajes de García Ferré) y, viste un guardapolvo con cierto aire al camisolín de Yellow Kid. A veces consume vitaminas para realizar sus cálculos y en otras oportunidades sus parlamentos incluyen información didáctica. En alguna historia también se lo presenta como Director del Banco de Villa Leoncia. Si Ovidio es la fuerza bruta, Calculín es la inteligencia. En el medio armoniza Pi-Pío.

La presentación actual de la tira.
A pesar de que jamás abandona al sheriff de Villa Leoncia, con el tiempo Calculín es protagonista de sus propias historietas, que tienen, en principio, un sentido netamente didáctico. Hasta llega a formar parte de una campaña de vacunación. Sus historias siguen el derrotero del pollito: primero "Billiken" y después "Anteojito".
(4)Calculín no es el único personaje que nace en Pi-Pío y después continúa en otras historietas. También aparecen junto al sheriff Hijitus (que surge el 5 de septiembre de 1955 como un "chico importado en observación" que desciende de los faraones) y Oaky, que cuando aparece -en enero del '59- no es el travieso hijo del multimillonario Gold Silver sino el temible cerebro de la banda de Guante Blanco.
Cándido amigo de la ley, el simpático pollito es presentado como un ser íntegro: "Yo nunca prometeré lo que no pueda cumplir", le dice una vez a Calculín. Pi-Pío trabaja por la justicia de modo inquebrantable.
Sin embargo, a veces utiliza métodos que lindan, implícitamente, con los apremios ilegales. En una tira, por ejemplo, para hacer confesar a su archienemigo, le hace colocar los pies en una palangana con vinagre y a través de golpes de martillo y ondas eléctricas determina si lo que dice el detenido es verdad o mentira.
Si bien la historieta muestra un importante contenido moral, no tiene todavía la moralina del resto de la producción de García Ferré. Eso no quita que los buenos sean buenísimos y los malos, malísimos. No hay matices. Cuando Calculín analiza los líquidos estomacales del malvado Paco-Pum, advierte que la reacción contiene gérmenes de pereza, envidia, rencor y rebeldía, y concluye que el delincuente "es altamente virulento y malo".
Paco-Pum planea tomar Villa Leoncia y promete que su primera medida será vivir sin trabajar. "Es el hombre que tiene mejores no virtudes", dice Pi-Pío. Pensamientos similares se deslizan sobre otros contendientes, como Palmiro y sus encapuchados o Toto y el cacique Rompehielos.
A ningún personaje se le conoce novia o sentimiento amoroso alguno, excepto al caballo Ovidio, el cual finalmente se casa con Ovidia y se marcha de las viñetas tras escuchar la aprobación del sheriff Pi-Pío: "Me parece muy bien, Ovidio, ante todo la familia".
Esta historieta -donde los personajes viajan por el tiempo, las momias hablan y las columnas (dóricas, corintias y jónicas) cobran vida-, se publicó en "Billiken" durante algo más de siete años. Desde 1964 hasta hoy se reedita, sin que hayan aparecido nuevos episodios, en la revista "Anteojito". Republicadas de manera circular, sólo se alterna el orden de las historias. A lo largo de los años, la tira sufrió leves y sutiles modificaciones. Si bien los guiones y las ilustraciones son los mismos, con el tiempo el trazo de los dibujos se hace más estandarizado y los textos tienen menos vuelo, un lenguaje más llano y sin los viejos juegos de palabras.
También hubo cambios que tuvieron que ver con los vaivenes políticos del país. Durante la dictadura de los años 70, por ejemplo, se produjeron algunas curiosas modificaciones en los textos, que ponen en evidencia un típico caso de autocensura. Mientras que en la versión original se habla de sargentos, en la de los tiempos dictatoriales se emplea el término agentes. Y si en una viñeta de la primera época un personaje dice "Empadronado, ya puedo votar", en años del último gobierno militar el globo dice "Censado y no me dolió".
El caso más elocuente es, tal vez, cuando Pi-Pío se refiere a unos malvados acusándolos, en 1957, de "malas personas, sin conciencia y sin moral. Y sin solvencia electoral". En la versión maquillada desaparece la última oración.
En estos últimos años el aggiornamiento en los textos consistió en la incorporación de términos del slang actual ("trucha", "me recopa"). A la vez que desaparecieron las menciones al tranvía o a algún viejo futbolista como Angel Labruna. Sí se mantiene, en cambio, cierto juego con la fonética del inglés: alguna vez Pi-Pío dice "zenqiu", en lugar de gracias, y Calculín dice "plis" para pedir por favor.
Casi medio siglo después de su nacimiento, Pi-Pío continúa con su tarea de resguardar a los colonos de Villa Leoncia. No parece haber envejecido. (5) De todas formas, si es tan longevo como Willis, el sheriff que lo precedió, aún le resta por lo menos un cuarto de siglo en actividad.
1 Juan Oliva, pionero del dibujo animado en la Argentina tenía un personaje, Felipito Pistolero, que era una especie de pajarito armado.
2 Sin firma, “Para los chicos el papá de Chifuleta”, “7 Días”, 9 de enero de 1980.
3 Lazarus publicó, en 1945, un personaje llamado Perky, de aspecto muy similar al que después adquiere Calculín.
4 En la década del 90, Calculín incorpora como compañero de aventuras, en su propia historieta, a una computadora llamada Piiipi.
5 Pi-Pío sólo aparece envejecido cuando participa, como invitado, en un episodio futurista de Hijitus, citado adelante, en el capítulo 12.

(PD: Me parece pertinente aclarar, en base a datos que han aportado colisteros de la MLargenta en relación a la llamada (1), que: Juan Oliva fue el creador de un personaje llamado Filipito, una especie de pajarito, que en uno de sus episodios, "Filipito Pistolero", aparece armado.)

4 comentarios:

  1. Una pavadez (diría un personaje de Fola) pero pusiste "cacique Rompehielos" y era "Rompehuesos".
    Un lapsus, seguramente.

    Otra cosa, no es taaaan original como dice Sapia el estilo de GF. Me parece muy similar a los de otros españoles de la época que publicaban en el TBO. No me parece demasiado lejano de José Cabrero Arnal. Esas grandes viñetas con muchos personajes me recuerdan no solo a Torino,sino también a Opisso.

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  2. Es sic de Gociol-Rosemberg. Pero te asiste razón. Escaneé el texto, por eso se me pasó. Queda aclarado aquí. Creo que la opinión de Sapia está circunscripta a las historietas de cow-boy. Desconozco a José Cabrero Arnal, y si se dedicaba a ese género. En cuanto a las viñetas plagadas de detalles, recuerdo una lámina de un español, que venía con la Historia de los Cómics, que me parece era de Opisso. También me acuerdo de otra, de un yankee, que planteaba una gran escena única, pero la dividía en cuadritos.

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  3. Si, justamente pensaba en ese poster, aunque también me acuerdo de Opisso de algunas tapas de TBO que vi de muy pendejo (sigo siendo muy pendejo).

    Asociarlo a José Cabrero Arnal capaz es medio caprichoso pero el nombre lo tenés que conocer, porque es el creador de Pif le Chien y por lo tanto pariente de tu adorado fantasma Arturo. Yo pensaba en algunas aventuras que dibujó antes de meterse a dibujar Pif y Placid et Muzo.

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  4. Ah, mirá vos! Con razón nunca me atrajo Pif, como historieta! Era de un español. Tanto los dibujantes -cómicos- españoles, como los italianos, nunca me terminaron de cerrar. Es difícil explicarlo, pero me parece como si intentaran diferenciarse de la escuela franco-belga, pero o se quedaran atrás o exageraran. El único español que me parece que la rompe -en historieta de dibujo cómico, pero contenido serio- es Carlos Giménez. Voy a rastrear lo de Cabrero Arnal, anterior a Pif.

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