Doce viñetas por plancha, colmadas de decorados ricos en detalles donde evoluciona una muchedumbre de personajes locuaces a los que no les falta ni un gemelo ni un pliegue, todo ello firmemente sostenido por un trazo de pluma sucinta y fluida próxima a la perfección… uf! Tal es Ia obra de J. Cézard.
Y es en su compañía que transité un buen número de jueves por la tarde, fascinado por su habilidad para dibujar TODAS las piedras de un torreón descacharrado o su forma de jugar con los colores en "Les Rigolus y les Tristus", mi preferida en esa época.
Devolvámosle pues lo que le pertenece: si estoy constantemente enmarañado, se lo debo a Cézard! Ya que en vez de alinear pacíficamente mis cuatro limpias viñetas por plancha, acompañado de Dodo (alter ego y guionista que tampoco hace minimalismo) me hundí en la dirección opuesta afecta al padre de Arthur, Kiwi y compinches.
Aún hoy, cuando mis editores acosan mi contestador, pienso en vos, oh, Cézard y no te digo gracias!
Ben Radis
Y es en su compañía que transité un buen número de jueves por la tarde, fascinado por su habilidad para dibujar TODAS las piedras de un torreón descacharrado o su forma de jugar con los colores en "Les Rigolus y les Tristus", mi preferida en esa época.
Devolvámosle pues lo que le pertenece: si estoy constantemente enmarañado, se lo debo a Cézard! Ya que en vez de alinear pacíficamente mis cuatro limpias viñetas por plancha, acompañado de Dodo (alter ego y guionista que tampoco hace minimalismo) me hundí en la dirección opuesta afecta al padre de Arthur, Kiwi y compinches.
Aún hoy, cuando mis editores acosan mi contestador, pienso en vos, oh, Cézard y no te digo gracias!
Ben Radis
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